Gerard Piqué, un hombre de ideas

El futbolista español ganó una Copa del Mundo y perdió a una estrella del pop, mientras construía un negocio paralelo multimillonario. Recientemente se retiró del deporte que lo catapultó a la fama y ahora intenta mejorarlo.


Por: Rory Smith

Gerard Piqué siempre ha sido un tipo de ideas. En distintos momentos ha tenido ideas sobre industrias tan dispares como las bebidas isotónicas deportivas y los torneos internacionales de tenis. Ha invertido en el negocio de las gafas de sol y los juegos móviles. Ha coqueteado con los derechos de transmisión, la propiedad de equipos de fútbol y las hamburguesas orgánicas.

Durante mucho tiempo, Piqué hizo todo eso y al mismo tiempo era uno de los futbolistas destacados de su generación, una piedra angular de varias formaciones del Barcelona que cosecharon la gloria en cantidades industriales y un actor clave de una selección española que ganó una Copa del Mundo y un Campeonato de Europa. No obstante, ser excelente en el fútbol nunca fue suficiente.

“Una de las primeras cosas que me dijo es que terminaba de entrenar a las 12”, dijo Nicolas Julia, fundador de la plataforma de deportes digitales Sorare. “A algunos de sus compañeros les gustaba jugar videojuegos. A otros les agradaba estar con sus familias. A él le encantaba ir a la oficina a crear algo”.

Según quienes han trabajado con él, estaba motivado a hacerlo porque sabía que el fútbol no le duraría para siempre. “Creo que vio a muchos de sus compañeros retirarse y no tener nada que hacer”, dijo Javier Alonso, un excolega. “Tenían solo 35 años pero no les quedaba una vida de verdad, excepto comer en restaurantes finos y jugar pádel. Él no quería eso”.


Piqué estaba bien preparado para su oficio paralelo. Dormir mucho no es lo suyo, según se dice. Hace contactos de manera natural, y se le da la labia de forma instintiva y frecuente. Su relación de una década con Shakira le dio un perfil fuera de los deportes. Su cerebro es lo que uno de sus socios describió como “inquieto”: incansable, curioso, tal vez un poco propenso a la distracción. Es mucho más flexible de lo que podría esperarse de alguien tan famoso, comentó Alonso. Y añadió: “Le gusta escuchar a los expertos”.

En efecto, Piqué encontró tan satisfactoria su carrera secundaria que a finales del año pasado decidió darle prioridad. Unas semanas antes de iniciarse la Copa del Mundo, declaró que su próximo partido con el Barcelona sería el último. Los negocios “nunca habían sido una añadidura para él”, dijo Julia. Ahora quería meterse de lleno.

En vez de organizar su trabajo alrededor de su horario de entrenamiento, Piqué ahora le dedica mucho tiempo a Kosmos, una empresa de inversión que fundó en 2018 con aportes de capital de Hiroshi Mikitani, fundador del gigante de comercio electrónico japonés Rakuten, que fuera patrocinador de la camiseta del Barcelona.

Lo había empleado para invertir en áreas “que entiende más”, como dijo Julia, por lo general en la intersección de los deportes y la tecnología. Hubo un brazo de producción, enfocado en los documentales deportivos y una rama encargada de manejar atletas. Fundó un equipo de deportes electrónicos, o e-sports, y se ocupó de las operaciones del FC Andorra, un club profesional en las categorías de ascenso de España.

Ha tenido éxitos: Sorare ha crecido exponencialmente desde que invirtió en la plataforma; el FC Andorra ascendió a la segunda división de España por primera vez, y Koi, su franquicia de deportes electrónicos se ha convertido en un actor relevante.


No obstante, sus dos mayores proyectos han estado signados por la controversia. En 2020, Kosmos ayudó a establecer un acuerdo para organizar la Supercopa española en Arabia Saudita. Cuando se dio a conocer que Piqué, quien por ese entonces aún era un jugador en activo, había recibido supuestamente 25,9 millones de dólares de comisión, tanto él como la federación española de fútbol tuvieron que insistir que no había “nada ilegal” en el arreglo.

Luego, este año, la Federación Internacional de Tenis dio por terminado anticipadamente su proyecto más valioso y de más alto perfil: un acuerdo con Kosmos por 3000 millones de dólares y 25 años —firmado en 2018— para convertir la Copa Davis en un evento al estilo de la Copa del Mundo. Posteriormente, ambos bandos han amenazado con demandar al otro.

Sin embargo, esos reveses no han desanimado a Piqué. Como dijo alguna vez Alonso, el exdirector ejecutivo de la empresa, refiriéndose a Kosmos: “Lo que hacemos aquí son los sueños de Gerard, e intentamos convertir esos sueños en realidad”. Su sueño más reciente es ambicioso. Pique quiere tomar el juego que lo convirtió en una estrella, y mejorarlo.

El futuro del fútbol se le apareció a Piqué cuando iba a almorzar. No tanto los detalles finos: las patadas de salida al estilo dodgeball, las armas secretas y las estrellas invitadas disfrazadas con máscaras de luchador vendrían más tarde. Pero, para cuando había acabado la caminata de 15 minutos desde su despacho en Barcelona hasta el restaurante, tenía clara la idea general.

El problema central del fútbol, tal como Piqué lo diagnosticó, era este: para un público que había crecido con una dieta exclusiva de contenido breve y guiado por la satisfacción inmediata de los algoritmos de YouTube y Twitch y TikTok, 90 minutos es mucho tiempo.

En su opinión, el partido de futbol “tradicional” contiene demasiadas oportunidades para que los ojos se distraigan: saques laterales, por decir, o los equipos que consiguen esquemas de goleo justo en las esquinas. Piqué estaba convencido de que los públicos más jóvenes, no se quedarían a ver eso. El deporte que siempre había amado tendría que adaptarse.

Cuando crearon la Kings League, Piqué y sus socios reimaginaron todo, desde los saques de puerta hasta las tandas de penaltis. Pero están abiertos a cambiar las reglas en cualquier momento.

¿Cómo? Él y Oriol Querol, el director ejecutivo de Kosmos, hicieron una lluvia de ideas en su paseo a la hora del almuerzo. El fútbol, para empezar, debería ser más breve. Tenía que minimizar las pausas naturales, o encontrar una forma de llenarlas. Tenía que copiar y adoptar los ritmos y características de los videojuegos y del streaming y la telerrealidad para encontrar a la audiencia en su hábitat natural.

Para cuando Piqué y Querol llegaron al almuerzo, ya tenían el boceto de una idea. En unos meses ya tendría forma: la Kings League, una competencia de fútbol 7 realizada en interiores en Barcelona. Sus doce equipos están conformados, en su mayoría, por exfutbolistas, y son propiedad de algunos de los streamers más destacados del país.

Según las métricas que le importan a Piqué, Querol y sus colegas, ha sido un éxito arrollador. Ha acumulado 238 millones de vistas en TikTok en enero, una cifra superior, según observó Querol, a todas las acumuladas por las ligas tradicionales de Europa, juntas. Más de dos millones de personas vieron uno o todos los juegos de ida al final de febrero en Twitch, TikTok y YouTube.

FOTO: Ronaldinho, exdelantero de la selección brasileña y del Barcelona, fue uno de los varios profesionales de alto nivel que le han dado prestigio a la Kings League.

FOTO: Ronaldinho jugó en Porcinos, el equipo del streamer Ibai Llanos. Sus comentarios en directo atrajeron más atención a la liga.

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Sus juegos de Final Four —partidos semifinales y final— realizados el 26 de marzo, se llevaron a cabo en los terrenos de mucha mayor categoría del Camp Nou, donde Piqué pasó 14 años como artífice de un Barcelona que todo lo conquistaba. Las gradas estuvieron repletas con 92.000 aficionados que pagaron entrada.

Esa popularidad no ha sido bien recibida por todos. Javier Tebas, el presidente de la Liga, ha sido el crítico más destacado y expresivo. La Kings League, ha dicho, no es un rival serio para su competencia. Es solo un “circo”, asegura, lleno de “streamers vestidos como payasos”.

Piqué no se ha inmutado. El producto tradicional del fútbol está “anticuado” dijo en una respuesta a Tebas. Necesita desesperadamente “normas que sean más entretenidas” para atraer y comprometer a una nueva generación de seguidores. Cuando se dirigía a almorzar sabía que el fútbol tenía que cambiar. La Kings League es su intento de lograrlo.

A principios de año, unos meses después de que su relación había acabado, Shakira lanzó una canción que contenía una serie de críticas poco disimuladas de Piqué. La más punzante se centraba en su aparente infidelidad. En una estrofa, la cantante lo acusada de cambiar “un Ferrari por un Twingo”.

Unos días después del lanzamiento del tema, con su naciente competencia agraviando a la gente adecuada, Piqué se presentó puntualmente en la sede de la liga en Barcelona conduciendo un diminuto Renault Twingo de color blanco. Al bajarse, con algo de dificultad, del auto, sonrió al puñado de fotógrafos que lo esperaban. Su sonrisa dejaba entrever la confianza en que su chiste acertaría.

Jugadores del equipo 1K, propiedad del exguardameta español Iker Casillas

La movida era una característica de la estrategia publicitaria que adoptó para la primera temporada de la Kings League. No es que estuviera por encima de convertir su vida personal en una herramienta de mercadeo si es que podía suscitar interés: en referencia a otra estrofa de la misma canción, que insinuaba que había cambiado un “Rolex por un Casio”, más tarde diría –con sarcasmo— que había fichado como auspiciador al fabricante japonés de relojes.

También le alegraba azuzar la controversia, incluso si abría la puerta a los críticos de la liga. En una de las primeras rondas de partidos, un equipo presentó a un jugador misterioso, ataviado con una máscara para ocultar su identidad y registrado como Enigma. El jugador, lo hizo saber la Kings League, se hallaba actualmente empleado por un equipo de la Liga. (Aunque esto no era necesariamente cierto). La intriga bien valía la infamia.

Esos dramas prefabricados servirían para corroborar la evaluación de Tebas de la Kings League como un circo, uno que no es tanto una visión pionera del futuro sino más bien la liga de fútbol 7 de un veterano, adornada con novedades y promocionada con tretas.

Sin embargo, su obvia popularidad merece una mayor reflexión. Tal como lo ha dejado claro la concurrida asistencia al Camp Nou, ha hallado un público. Una gran parte de eso, por supuesto, se le puede atribuir no solo a Piqué, Sergio Agüero e Iker Casillas, que son presidentes de equipos, sino también a gente como Ibai Llanos, el streamer español, y a Gerard Romero, un periodista de fútbol digital tremendamente popular.

La Kings League es tanto una empresa mediática como futbolística; favorece un enfoque de “acceso total” en el que incluso se retransmiten las conversaciones de los árbitros.

La audiencia que los ha sintonizado, no obstante, al menos no han sido disuadidos por las “normas más entretenidas”, extraídas de una amplia gama de fuentes que Piqué y sus colegas consideran que son clave para que el fútbol siga prosperando.

El concepto de un draft para el fichaje de jugadores viene directamente de los deportes estadounidenses. Otros son más esotéricos: los saques iniciales de la Kings League, en los que ambos equipos arremeten en grupo desde el balón, proceden del waterpolo, y la liga también ha revivido un enfoque de los penales que se vio por última vez en la Major League Soccer en la década de 1990. (Es revelador que una característica heredada del fútbol tradicional es el mercado de transferencia postemporada: Piqué y Kosmos han notado que nadie se aburre de los rumores de pases).

“También tomamos algunas cosas de los e-sports”, dijo Querol, mencionando no solo la decisión de emitir en continuo todo antes, durante y después de los partidos, sino también un enfoque de “acceso total” en el que el público puede escuchar lo que dicen los árbitros y los jugadores.

“Luego, de los videojuegos tomamos cosas como que cada equipo tenga un arma secreta en cada partido, algo que puedan usar cuando piensen que puede tener mayor impacto, ya sea un penalti o un jugador extra”, agregó Querol. “Pero nada es estático. Es una reflexión constante. Cambiamos lo que sea que podamos cambiar”.

Los partidos de la Kings League están diseñados para mantener la atención de los espectadores acostumbrados a los estímulos constantes del streaming y los videojuegos.

El proceso ha continuado durante la temporada. Cuando Querol y su equipo notaron que los partidos tendían a divagar hacia el final del primer tiempo, empezaron a recortar la cantidad de jugadores en la cancha en ese preciso momento. En otras palabras, lo que sea necesario para que la audiencia no pierda el interés, para asegurarse de que algo va a pasar, para evitar que el ojo divague y el pulgar cambie la pantalla.

“Es deporte”, dijo Querol. “No funcionaría si el fútbol no fuera de un alto estándar. Eso es realmente importante”. Pero no es la única consideración. En su opinión, y la de Piqué, el fútbol ya no puede ser solo fútbol. “La prioridad”, dijo, “tiene que ser el espectáculo”.

Eso, tal vez, sea lo que no han comprendido todos los críticos que minimizaron a la Kings League. Bien puede que sea un circo. Pero Piqué podría responder que no hay nada de malo en ser un circo. Los circos son muy populares. Atraen a multitudes y mantienen su atención porque nadie nunca sabe con certeza qué viene después.

Iker Casillas con un joven aficionado. Su participación en el proyecto de Piqué es prometedora: más de 92.000 aficionados acudieron a la final de la Kings League.

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