Lamberto Quintero es identificado como tío de Rafael Caro Quintero, quien fundó el Cártel de Guadalajara junto a Miguel Ángel Félix Gallardo.
El corrido es una de las tradiciones líricas más importantes de la cultura mexicana e incluso remonta sus orígenes al romance medieval cultivado en España durante siglos, y la entrada de México a la modernidad conllevó adaptaciones al género.
Una de las más importantes fue el surgimiento del llamado narcocorrido: como herramienta de la narración popular en versos de ocho sílabas, identificados como octosílabos, el corrido por tradición narra eventos históricos, como la toma de Zacatecas en manos de Pancho Villa.
Y en las últimas décadas se ha dedicado a narrar también las hazañas, pasiones y desgracias de los capos del narcotráfico en el país.
Es el caso del corrido interpretado por Antonio Aguilar sobre Lamberto Quintero: “Un día 28 de enero, / ¡cómo me duele esta fecha!, / a don Lamberto Quintero / lo seguía una camioneta. / Iban con rumbo a El Salado / nomás a dar una vuelta”, expone la canción.
La canción narra el asesinato de don Lamberto Quintero en 1976, un narcotraficante activo en Sinaloa, zona que dominarían Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, líderes del Cártel de Sinaloa.
Además del corrido, la historia incluso fue llevada en 1987 al cine con guion de Sergio Molina y bajo la dirección de Mario Hernández, en la obra homónima Lamberto Quintero, donde el propio Antonio Aguilar representa al capo de la droga.
“Que por mi parte aseguro / que hace falta en Culiacán”, concluye el corrido.
Quintero es identificado como tío de Rafael Caro Quintero, quien fundó el Cártel de Guadalajara junto a Miguel Ángel Félix Gallardo y a quien se responsabiliza por el asesinato de Enrique Camarena, agente de la Agencia para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) del Gobierno de Estados Unidos, en 1985.
En agosto de 2013, Caro Quintero fue puesto en libertad durante el gobierno del priista Enrique Peña Nieto y hoy se le considera prófugo de la justicia.
Además, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa vinculó las implicaciones del asesinato de Camarena con la ejecución en la Ciudad de México del columnista Manuel Buendía perpetrada un año antes, en 1984, pues el también periodista investigaba la participación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) en territorio mexicano, además de describir vínculos entre el narcotráfico y el gobierno mexicano.
El caso fue descrito por Granados Chapa en el libro Buendía: El primer asesinato de la narcopolítica en México.
