El proyecto verde más ambicioso de la actual administración contempla en su fase final una inversión de más de 1.600 millones de dólares y 1.000 megawatts de electricidad.
El suelo desértico de Puerto Peñasco, Sonora, esconde desde hace meses uno de los proyectos verdes más ambiciosos del Gobierno de López Obrador. En medio de la nada, bajo un sol abrasador y entre maquinaria pesada, decenas de filas de paneles solares chinos aguardan a ser encendidos. A su lado, un puñado de ingenieros supervisa los últimos detalles de cara a la inauguración de la primera fase del que será el parque fotovoltaico más grande de América Latina y el séptimo del mundo cuando alcance su plenitud: 1.000 megawatts de capacidad en una superficie de 2.000 hectáreas. Aunque ahora solo haya un horizonte de arena, dunas y biznagas.
Después de 13 meses de ingeniería y construcción, en abril próximo entrará en operación comercial la primera fase de esta planta solar que florecerá bajo el amparo del sol desértico en un paisaje árido y un clima extremo. En esta primera fase solo se encenderán 120 megawatts. A la fecha se han invertido 840 millones de dólares del total de 1.600 millones de dólares presupuestados. La planta será propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y del Estado de Sonora. La etapa uno contempla, además, la edificación de una línea de transmisión asociada de 25 kilómetros a través de la que se entregará la electricidad generada a los Estados de Sonora, Chihuahua y Sinaloa.
El suelo desértico de Puerto Peñasco, Sonora, esconde desde hace meses uno de los proyectos verdes más ambiciosos del Gobierno de López Obrador. En medio de la nada, bajo un sol abrasador y entre maquinaria pesada, decenas de filas de paneles solares chinos aguardan a ser encendidos. A su lado, un puñado de ingenieros supervisa los últimos detalles de cara a la inauguración de la primera fase del que será el parque fotovoltaico más grande de América Latina y el séptimo del mundo cuando alcance su plenitud: 1.000 megawatts de capacidad en una superficie de 2.000 hectáreas. Aunque ahora solo haya un horizonte de arena, dunas y biznagas.
Después de 13 meses de ingeniería y construcción, en abril próximo entrará en operación comercial la primera fase de esta planta solar que florecerá bajo el amparo del sol desértico en un paisaje árido y un clima extremo. En esta primera fase solo se encenderán 120 megawatts. A la fecha se han invertido 840 millones de dólares del total de 1.600 millones de dólares presupuestados. La planta será propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y del Estado de Sonora. La etapa uno contempla, además, la edificación de una línea de transmisión asociada de 25 kilómetros a través de la que se entregará la electricidad generada a los Estados de Sonora, Chihuahua y Sinaloa.