Elon Musk ha lanzado una OPA para adquirir Twitter para “defender la libertad de expresión” , un motivo parecido utilizaba el expresidente Donald Trump para lanzar Truth Social e idénticas razones se utilizan a diario para justificar el odio y la calumnia en la red .
POR: JAIME GARCÍA CANTERO
Además de proteger la democracia con compras millonarias, Musk frena el cambio climático con Tesla, libera al pueblo ucraniano con Starlink, cura nuestros limitados cerebros con Neuralink y llevará a los elegidos a Marte con SpaceX cuando el planeta azul estalle. Mientras planea llevar a unos pocos a nuevos mundos, le da tiempo a ser el hombre más rico de éste.
Elon Musk, padre de Paypal, Tesla y SpaceX; hijo del más ultraliberal de los sueños americanos; emperador de Marte en el exilio y conquistador de Twitter con una oferta, que como las de Vito Corleone, no es fácil de rechazar.
“Es mi mejor y última oferta y, si no se acepta, tendría que reconsiderar mi posición como accionista”, ha advertido Musk en una carta al presidente de Twitter, Bret Taylor.
Y es que Musk, con casi 82 millones de seguidores y más de un 9 % de las acciones de la red, no es suficiente protagonista en Twitter. Ni siquiera un superhombre como él , en el sentido más nietzscheano del término, puede salvar la democracia con tan pocos recursos.
Muchos nos preguntábamos si tras los oscuros deseos de Musk por la plataforma del pajarito no estaría el pueril sueño de un nerd. Ese en el que compra la empresa del videojuego al que está enganchado – como Elon a Twitter – y cambia las reglas que le disgustan, haciendo por fin justicia, es decir, permitiéndole ganar siempre. Como ese niño que quiere su propio balón porque no le dejan meter gol con la mano. Pero el juego que le gusta a Elon, no es Twitter, es la democracia. La libertad de expresión. Un multimillonario como él no necesita borrar esos tuits comprometidos sobre Tesla que le pueden llevar a la cárcel. ¿Qué es la cárcel para un superhombre?.
Él prefiere anteponer la libertad y sacrificarse para ello. Como ya lo hizo con Tesla que permite a cualquier millonario contribuir a salvar el planeta con un bólido eléctrico. Se quejan los débiles ecologistas de las hectáreas de bosque que hay que destruir para construir fábricas como la que acaba de inaugurar en Alemania después de que la Unión Europea diera al superagente Musk su “licencia para talar”. Esa misma que podría poner en peligro el sistema hídrico de la región por sus ingentes necesidades de agua que hacen reír al bueno de Elon.
Ofendiditos a los que molestan las fake news en Twitter, son los mismos que no valoran las bondades de los coches de lujo sostenibles. Frente a esto, el mantra de siempre: libertad.
¿No podrá el hombre más rico del planeta comprarse la democracia?. Quién quiere salvar Twitter cuando puedes salvar el mundo entero.