La concepción de Poe como escritor parece aprovechar un afecto cultural por los extraños, los inconformistas y los desvalidos que, en última instancia, demuestran su valía.
Edgar Allan Poe, quien habría cumplido 214 años el 19 de enero de 2023, sigue siendo una de las figuras literarias más reconocibles y populares del mundo.
Su rostro -de ojos hundidos, frente enorme y pelo negro despeinado- adorna bolsos de mano, tazas de café, camisetas y loncheras. Aparece como un meme, ya sea luciendo un cuello levantado y lentes de aviador como Edgar Allan Bro, o hablando de “Bohemian Rhapsody” murmurando: “Solo soy Poe, chico, nadie me ama”, mientras un cuervo en su hombro agrega: “Es solo un niño Poe de una familia Poe”.
I'm just a Poe boy & nobody loves me.
— Miss Kitty (@Cerridwensheart) October 31, 2022
He's just a Poe boy from a Poe family. pic.twitter.com/Ad6ciZ0X1I
Netflix ha tratado de sacar provecho de la popularidad del escritor, lanzando recientemente el thriller de misterio “The Pale Blue Eye”, que presenta a Poe como un cadete de West Point, donde pasó menos de un año antes de ser juzgado en consejo de guerra. Netflix también tiene una miniserie inspirada en Poe, “The Fall of the House of Usher”, que se estrenará en algún momento de 2023.
Pero como estudioso de Poe, a veces me pregunto si el atractivo de Poe se debe menos al poder y la complejidad de su prosa y más a la atracción por la idea de Poe.
Después de todo, las creaciones literarias más famosas de Poe tienden a ser villanos antipáticos. Hay psicópatas que perpetúan asesinatos aparentemente sin motivo en “The Black Cat” y “The Tell-Tale Heart”; protagonistas que abusan de las mujeres en “Ligeia” y “La Caída de la Casa Usher”; y personajes que se vengan cruel y fatalmente de víctimas involuntarias en “The Cask of Amontillado” y “Hop-Frog”.
Los personajes degenerados cuyas perspectivas Poe invita a los lectores a habitar no se alinean exactamente con un momento cultural caracterizado por el movimiento #MeToo, espacios seguros y advertencias desencadenantes.
Al mismo tiempo, la concepción de Poe como escritor parece aprovechar un afecto cultural por los extraños, los inconformistas y los desvalidos que, en última instancia, demuestran su valía.
Un asesinato de personajes que falla
La idea de Poe, el desvalido, comenzó con su muerte en 1849, que fue recibida con un cruel aviso en el New York Tribune: “Este anuncio sorprenderá a muchos, pero pocos se afligirán por él”.
El autor del obituario, que resultó ser el antiguo amigo y constante rival de Poe, Rufus W. Griswold, afirmó que el difunto tenía “pocos o ningún amigo” y procedió con una difamación general basada en exageraciones y verdades a medias.
Por extraño que parezca, Griswold también fue el albacea literario de Poe, y amplió el obituario en un ensayo biográfico que acompañó las obras completas de Poe. Si se trataba de una estrategia de marketing, funcionó. Los amigos que según Griswold le faltaban a Poe salieron en su defensa, y los periodistas pasaron décadas debatiendo quién era realmente el hombre.
Durante la vida de Poe, la mayoría de los lectores encontraron su trabajo a través de revistas y rara vez estaba bien pagado. Pero la edición de Griswold pasó por 19 tiradas en los 15 años posteriores a la muerte de Poe, y sus historias y poemas han sido reimpresos y traducidos sin cesar desde entonces.
El retrato difamatorio de Griswold, junto con el tema sombrío de las historias y poemas de Poe, aún influye en la forma en que los lectores lo perciben. Pero también ha producido una reacción sostenida o una contraimagen de Poe como un héroe trágico, un artista torturado e incomprendido que era demasiado bueno —o, en todo caso, demasiado genial— para su mundo.
Mientras traducía las obras de Poe al francés en las décadas de 1850 y 1860, el poeta francés Charles Baudelaire promovió a su héroe como una especie de visionario contracultural, fuera de sintonía con una América moralista y materialista. El Poe de Baudelaire valoraba la belleza por encima de la verdad en su poesía y, en su ficción, vio a través de las devociones de superación personal que eran populares en ese momento para revelar “la maldad natural del hombre”. Poe tocó la fibra sensible de los escritores europeos y, a medida que su estatura internacional aumentaba a fines del siglo XIX, los críticos literarios de los EE.UU. se retorcieron las manos por su falta de aprecio “en casa”.
La historia de los desamparados de Poe despega
A principios del siglo XX, el escenario estaba listo para que Poe fuera aceptado como el perdedor perenne. Y Poe aparecía a menudo en el escenario en esta época, como tema de varios melodramas biográficos que lo presentaban como una figura trágica cuya falta de éxito tenía más que ver con un entorno cultural y editorial hostil que con sus propias fallas.
Esa imagen apareció en la gran pantalla ya en 1909 en el cortometraje de DW Griffith “Edgar Allen Poe”. Con la esposa de Poe, Virginia, languideciendo en una cama enferma, el poeta se aventura a vender “El cuervo”. Después de encontrarse con el rechazo y el desprecio, logra vender su manuscrito y regresa a casa con provisiones para su esposa enferma, solo para descubrir que ella ha muerto.
Las películas posteriores también representan a Poe como incomprendido o subestimado en su vida. Una película biográfica tremendamente inexacta, “Los amores de Edgar Allan Poe”, estrenada en 1942, termina con una voz en off que comenta: “…poco sabía [el público] que el manuscrito de ‘El cuervo’, que intentó en vano vender por $ 25, años más tarde traería el precio de $ 17,000 de un coleccionista”.
En la vida real, aunque un editor rechazó un primer borrador de “El cuervo”, Poe no tuvo problemas para vender el poema, y fue una sensación inmediata.
Pero aquí “El Cuervo” se convierte en un sustituto del propio Poe, algo oscuro y misterioso que, según la leyenda, la gente de la época de Poe no supo apreciar.
Poe es un oscuro escritor y detective aficionado en la película de 1951 “El hombre de la capa”, que termina con un tabernero que permite que la lluvia lave la tinta de un pagaré que Poe le dio. En el reverso de la nota hay un manuscrito del poema “Annabel Lee”, como declara su portador, “Ese nombre nunca valdrá nada. Ni en cien años.
Por supuesto, la audiencia que vio esta película casi exactamente 100 años después de la muerte de Poe lo sabía mejor.
Las plantas más interesantes crecen a la sombra.
Lo que nos lleva a “El ojo azul pálido”, en la que Henry Melling interpreta al cadete Poe, un paria con un agudo intelecto para resolver crímenes. En un cambio refrescante, este joven Poe no es un artista torturado o una figura inquietante y angustiada. Sin embargo, sus compañeros lo molestan y sus superiores lo subestiman; una vez más, es un espectador desvalido al que quieren apoyar.
En ese sentido, el Poe en “El ojo azul pálido” encaja bien con su imagen contemporánea, que también impregna los primeros episodios de “Miércoles”, el spin-off de la familia Addams de Netflix ambientado en Nevermore Academy que está repleto de referencias a Poe.
La directora de la Academia Nevermore, una escuela para marginados al estilo de Hogwarts, se refiere a Poe como “nuestro alumno más famoso”, lo que explica por qué la carrera anual de botes de la escuela es la Copa Poe y por qué hay una estatua de Poe custodiando un pasaje secreto.
La deliciosamente antisocial protagonista Wednesday, interpretada por Jenna Ortega, es una marginada entre marginadas: la figura de Poe en una escuela cuyo nombre evoca a Poe. En una escena, una profesora comprensiva le insta a no perder “la capacidad de no dejar que los demás te definan. Es un regalo.” Ella agrega: “Las plantas más interesantes crecen a la sombra”.
Cuando John Lennon cantó “Hombre, deberías haberlos visto patear a Edgar Allan Poe” en “I Am the Walrus”, no tuvo que decir quién lo estaba pateando o por qué. El punto era que Poe se merecía algo mejor; las plantas más interesantes crecen a la sombra, desagradables y sin amor.
Y esa es exactamente la razón por la que tantas personas (aspirantes a escritores y artistas, pero también todos los que se sienten solos e incomprendidos) ven un poco de sí mismos en la imagen cansada pero sabía de Poe.
