Yahir y Héctor, los niños mutilados y transportados en una carretilla

De acuerdo con las investigaciones judiciales, los niños habrían sido torturados y mutilados, pero aún se desconoce el móvil del crimen.

El pasado primero de noviembre, policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México descubrieron a un hombre que transportaba restos humanos dentro de bolsas de plástico en una carretilla que conducía por calles del centro histórico.

Los cuerpos hallados pertenecían a dos menores de edad, identificados como Yahir de 12 años y Héctor de 14 años, quienes habrían desaparecido desde el pasado 27 de octubre en la colonia centro de la alcaldía Cuauhtémoc.

La historia de los niños del Centro Histórico

Yahir y Héctor pertenecían a una comunidad de indígenas mazahuas provenientes de San Antonio Pueblo Nuevo, Estado de México. Vivían en la vecindad Pensador Mexicano, en el centro histórico capitalino. Solían vender dulces para apoyar económicamente a sus padres.

La última vez que fueron vistos fue el pasado 27 de octubre, entre las calles de Donceles y Allende, de donde un motociclista se los habría llevado. Desde entonces, se les perdió el rastro y sus padres acudieron a las autoridades para notificar la desaparición de los menores.

Sin embargo, cuando en la madrugada del 31 de octubre, elementos de la SSC de la Ciudad de México encontraron a un hombre que transportaba restos humanos a bordo de un “diablito”, vecinos comenzaron a rumorar de que se trataba de los jóvenes mazahuas que habían sido reportados como desaparecidos.

De acuerdo con el periodista Héctor De Mauleón, el hallazgo se llevó a cabo luego de que una de las bolsas se rasgara, y en la oscuridad de la calle uno de los agentes alcanzó a ver que en el interior había “carne muy blanca”.

“Por un instante, no estuvo seguro de lo que era aquello. Finalmente lo constató: había un brazo, un hombro, una oreja: los restos de alguien a quien habían cortado en pedazos”, relata De Mauleón.

Los adelantos judiciales

Fue hasta el tres de noviembre que los padres de los menores acudieron a identificar los cadáveres mutilados de los niños; esto, luego de que se diera a conocer la noticia del hombre que había sido capturado mientras transportaba restos humanos en bolsas plásticas.

De acuerdo con las investigaciones judiciales, los niños habrían sido torturados y mutilados, pero aún se desconoce el móvil del crimen. Además, se capturó a Eduardo “N”, presunto miembro de La Unión de Tepito, quien transportaba los restos de los niños.

Por su parte, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, informó que se le dará seguimiento al caso, tanto para continuar con las investigaciones judiciales como para dar acompañamiento a las familias afectadas.

“Es un caso sumamente lamentable en la ciudad, se tienen detenidos y se están en este momento procesando otras detenciones y la fiscalía dará mucha más información sobre este caso en particular, que tenía que ver con un tema de narcomenudeo, parece ser. La propia fiscal informó hoy a las familias para darles todo el apoyo que requieren”, expresó Sheinbaum en una conferencia de prensa del cuatro de noviembre.

A continuación, la columna integra de Héctor De Mauleón, publicada en El Universal

Los niños descuartizados del Centro

Héctor De Mauleón

En esas vecindades el único futuro posible es ser reclutado desde los siete, ocho o nueve años años para robar, vender droga, cobrar extorsiones y matar.


El mismo día de su desaparición, hubo una ejecución en el centro. A plena luz del día, en la esquina de Santa Veracruz y Eje Central, fue asesinado Juan Miguel García Salas, El Rata, de 18 años de edad.

García Salas vivía en una vecindad de la calle de Paraguay. Había formado parte de la Unión Tepito y dos meses atrás se había pasado al grupo conocido como la Anti Unión. Se dedicaba a la extorsión. De acuerdo con los comerciantes del Centro echaba mano de niños y adolescentes para que realizaran los cobros. Vecinos de la zona revelaron que entre los adolescentes que lo apoyaban se hallaban tres muchachos apodados “El Maya”, “El Palillo” y “El Jair”.

La tarde de su asesinato, El Rata iba en un Beat de color gris, en compañía de su novia. La joven relató que un sujeto llegó corriendo desde atrás y le disparó en repetidas ocasiones. El agresor corrió hacia la calle 2 de Abril. Las cámaras de vigilancia mostraron que se trataba de un sujeto que llevaba un casco blanco y una motocicleta negra.

Como cómplices en la extorsión, El Rata había reclutado a un grupo de niños y adolescentes en una vecindad de la calle Pensador Mexicano, en las cercanías del Teatro Blanquita.

Hace dos años, un adolescente que vivía en esa calle apareció descuartizado, la mañana de un domingo, en el Puente de Nonoalco. Se llamaba José Francisco de Jesús Oropeza, lo apodaban El Manchas y habitaba en la misma vecindad en la que vivía uno de los adolescentes de la comunidad mazahua desaparecidos el pasado 27 de octubre: Pensador Mexicano número 36.

La búsqueda de Alan Yahir y Héctor Efraín terminó la madrugada del domingo. Sus cuerpos descuartizados eran conducidos en un “diablito” por las calles de Chile y Belisario Domínguez, probablemente desde una vecindad cercana, probablemente hacia un estacionamiento en el que los vecinos han detectado que ocurren cosas extrañas.

Un día antes del asesinato del Rata, un día antes de la desaparición de los adolescentes, ocurrió otra ejecución en el centro: en calles de la colonia Morelos fue acribillado Dilan Michel “N”, hijo de una supuesta operadora de la Unión Tepito a la que apodan Big Mama. La víctima tenía 19 años. Dos sujetos en motocicleta le tiraron en el tórax y en los brazos hasta dejarlo muerto.

Las edades de los muertos: 12, 14, 18, 19 años.

La madrugada del 31 de octubre quedó más claro que nunca el otro horror de la Ciudad de México, en el que los niños son carne de cañón del crimen organizado y las canteras del crimen son las vecindades del centro.

En estas el único futuro posible es ser reclutado desde los siete, ocho o nueve años para robar, vender droga, cobrar extorsiones y matar. El único futuro posible es volverse parapeto de los verdaderos dueños del Centro, y acabar en pedazos dentro de una bolsa de plástico que alguien va a tirar de madrugada.

Todo esto mientras los dueños de la ciudad, y del Palacio, nos dicen que vamos de maravilla. 

Aldea84
Aldea84http://aldea84.com
Sitio para nativos y migrantes digitales basado en la publicación de noticias de Tijuana y Baja California, etnografías fronterizas, crónicas urbanas, reportajes de investigación, además de tocar tópicos referentes a la tecnología, ciencia, salud y la caótica -y no menos surrealista- agenda nacional.
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El pasado primero de noviembre, policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México descubrieron a un hombre que transportaba restos humanos dentro de bolsas de plástico en una carretilla que conducía por calles del centro histórico.

Los cuerpos hallados pertenecían a dos menores de edad, identificados como Yahir de 12 años y Héctor de 14 años, quienes habrían desaparecido desde el pasado 27 de octubre en la colonia centro de la alcaldía Cuauhtémoc.

La historia de los niños del Centro Histórico

Yahir y Héctor pertenecían a una comunidad de indígenas mazahuas provenientes de San Antonio Pueblo Nuevo, Estado de México. Vivían en la vecindad Pensador Mexicano, en el centro histórico capitalino. Solían vender dulces para apoyar económicamente a sus padres.

La última vez que fueron vistos fue el pasado 27 de octubre, entre las calles de Donceles y Allende, de donde un motociclista se los habría llevado. Desde entonces, se les perdió el rastro y sus padres acudieron a las autoridades para notificar la desaparición de los menores.

Sin embargo, cuando en la madrugada del 31 de octubre, elementos de la SSC de la Ciudad de México encontraron a un hombre que transportaba restos humanos a bordo de un “diablito”, vecinos comenzaron a rumorar de que se trataba de los jóvenes mazahuas que habían sido reportados como desaparecidos.

De acuerdo con el periodista Héctor De Mauleón, el hallazgo se llevó a cabo luego de que una de las bolsas se rasgara, y en la oscuridad de la calle uno de los agentes alcanzó a ver que en el interior había “carne muy blanca”.

“Por un instante, no estuvo seguro de lo que era aquello. Finalmente lo constató: había un brazo, un hombro, una oreja: los restos de alguien a quien habían cortado en pedazos”, relata De Mauleón.

Los adelantos judiciales

Fue hasta el tres de noviembre que los padres de los menores acudieron a identificar los cadáveres mutilados de los niños; esto, luego de que se diera a conocer la noticia del hombre que había sido capturado mientras transportaba restos humanos en bolsas plásticas.

De acuerdo con las investigaciones judiciales, los niños habrían sido torturados y mutilados, pero aún se desconoce el móvil del crimen. Además, se capturó a Eduardo “N”, presunto miembro de La Unión de Tepito, quien transportaba los restos de los niños.

Por su parte, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, informó que se le dará seguimiento al caso, tanto para continuar con las investigaciones judiciales como para dar acompañamiento a las familias afectadas.

“Es un caso sumamente lamentable en la ciudad, se tienen detenidos y se están en este momento procesando otras detenciones y la fiscalía dará mucha más información sobre este caso en particular, que tenía que ver con un tema de narcomenudeo, parece ser. La propia fiscal informó hoy a las familias para darles todo el apoyo que requieren”, expresó Sheinbaum en una conferencia de prensa del cuatro de noviembre.

A continuación, la columna integra de Héctor De Mauleón, publicada en El Universal

Los niños descuartizados del Centro

Héctor De Mauleón

En esas vecindades el único futuro posible es ser reclutado desde los siete, ocho o nueve años años para robar, vender droga, cobrar extorsiones y matar.


El mismo día de su desaparición, hubo una ejecución en el centro. A plena luz del día, en la esquina de Santa Veracruz y Eje Central, fue asesinado Juan Miguel García Salas, El Rata, de 18 años de edad.

García Salas vivía en una vecindad de la calle de Paraguay. Había formado parte de la Unión Tepito y dos meses atrás se había pasado al grupo conocido como la Anti Unión. Se dedicaba a la extorsión. De acuerdo con los comerciantes del Centro echaba mano de niños y adolescentes para que realizaran los cobros. Vecinos de la zona revelaron que entre los adolescentes que lo apoyaban se hallaban tres muchachos apodados “El Maya”, “El Palillo” y “El Jair”.

La tarde de su asesinato, El Rata iba en un Beat de color gris, en compañía de su novia. La joven relató que un sujeto llegó corriendo desde atrás y le disparó en repetidas ocasiones. El agresor corrió hacia la calle 2 de Abril. Las cámaras de vigilancia mostraron que se trataba de un sujeto que llevaba un casco blanco y una motocicleta negra.

Como cómplices en la extorsión, El Rata había reclutado a un grupo de niños y adolescentes en una vecindad de la calle Pensador Mexicano, en las cercanías del Teatro Blanquita.

Hace dos años, un adolescente que vivía en esa calle apareció descuartizado, la mañana de un domingo, en el Puente de Nonoalco. Se llamaba José Francisco de Jesús Oropeza, lo apodaban El Manchas y habitaba en la misma vecindad en la que vivía uno de los adolescentes de la comunidad mazahua desaparecidos el pasado 27 de octubre: Pensador Mexicano número 36.

La búsqueda de Alan Yahir y Héctor Efraín terminó la madrugada del domingo. Sus cuerpos descuartizados eran conducidos en un “diablito” por las calles de Chile y Belisario Domínguez, probablemente desde una vecindad cercana, probablemente hacia un estacionamiento en el que los vecinos han detectado que ocurren cosas extrañas.

Un día antes del asesinato del Rata, un día antes de la desaparición de los adolescentes, ocurrió otra ejecución en el centro: en calles de la colonia Morelos fue acribillado Dilan Michel “N”, hijo de una supuesta operadora de la Unión Tepito a la que apodan Big Mama. La víctima tenía 19 años. Dos sujetos en motocicleta le tiraron en el tórax y en los brazos hasta dejarlo muerto.

Las edades de los muertos: 12, 14, 18, 19 años.

La madrugada del 31 de octubre quedó más claro que nunca el otro horror de la Ciudad de México, en el que los niños son carne de cañón del crimen organizado y las canteras del crimen son las vecindades del centro.

En estas el único futuro posible es ser reclutado desde los siete, ocho o nueve años para robar, vender droga, cobrar extorsiones y matar. El único futuro posible es volverse parapeto de los verdaderos dueños del Centro, y acabar en pedazos dentro de una bolsa de plástico que alguien va a tirar de madrugada.

Todo esto mientras los dueños de la ciudad, y del Palacio, nos dicen que vamos de maravilla. 

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