‘Vivir aquí me permite ahorrar’: muchos estadounidenses optan por vivir en México

Los habitantes de San Diego se están mudando a Tijuana para hacer rendir su dinero. Algunos tienen la esperanza de ahorrar para el enganche de casas que en el lado norte de la frontera son inalcanzables.


Gustavo Galvez sueña con tener una casa en San Diego. Sin embargo, para llegar a ese destino, debe tomar una desviación: mientras logra ahorrar para el anticipo, su plan es rentar los próximos años en Tijuana.

Galvez, de 37 años, nació en México y se mudó a San Diego cuando tenía 6 años. Ahora que está casado y tiene un hijo de 7 años, decidió regresar a Tijuana con su familia en julio pasado. Esta mudanza, explicó, es temporal y también estratégica.

“Queremos liquidar nuestras deudas y aumentar nuestros ahorros, para poder regresar a Estados Unidos y comprar una casa”, dijo.

Se conocen bien las historias de migrantes que han ido de México a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Pero la migración en sentido contrario ha ido ganando impulso poco a poco en la década pasada: cada vez hay más estadounidenses que, en vista de los precios tan elevados del mercado inmobiliario y frustrados por los altísimos costos de los servicios de salud, la electricidad y los artículos básicos, deciden rentar o comprar casa en México.

Jodi Cilley renta una casa de dos pisos y dos recámaras por 700 dólares mensuales en Tijuana, un costo de vida bajo que le brinda un colchón económico significativo.

La pandemia, que hizo que millones de personas dejaran de trasladarse a una oficina física, así como la tarjeta inteligente Sentri, que permite que viajeros aprobados y de bajo riesgo utilicen un servicio de cruce rápido a Estados Unidos en la frontera con México, ha acelerado esta tendencia. Los precios en general, incluida la renta, son un 62 por ciento más bajos en Tijuana que en San Diego, según la base de datos sobre costos de vida Numbeo, y en Tijuana, con una inversión de alrededor de 2500 dólares al mes, es posible tener un estándar de vida que en San Diego requeriría 6600 dólares.

Los estadounidenses que viven en Tijuana y reciben salarios de Estados Unidos pueden hacer rendir mucho sus dólares: la renta mensual en Tijuana varía mucho de un barrio a otro, pero la mayoría de los apartamentos cuestan entre 400 y 1000 dólares al mes.

En San Diego, el precio promedio de venta de una casa-habitación alcanzó el millón de dólares en abril, aunque para junio bajó un poco, a 987.225 dólares. Un informe elaborado en febrero por la firma inmobiliaria que utiliza inteligencia artificial OJO Labs reveló que la ciudad es el área metropolitana menos asequible de Estados Unidos, pues ya rebasó a San Francisco, en gran parte debido a un aumento del 14 por ciento en el precio promedio de venta de las casas con respecto al ejercicio anterior.

Pero el aumento en el precio de las casas-habitación no se compara con el alza en el costo de la renta. En junio, rentar una casa de una recámara salía un 19 por ciento más caro que hace un año (2901 dólares al mes, según rent.com). Los apartamentos de dos recámaras costaban, en promedio, 3772 dólares al mes. La renta promedio a nivel nacional de un apartamento de dos recámaras es de 2047 dólares.

Galvez conoce bien estas cifras. En San Diego, rentaba con su esposa una casita campestre en el barrio North Park por 2300 dólares mensuales. Ahora, pagan 1450 dólares al mes por una casa de 140 metros cuadrados en una comunidad con vigilancia ubicada a 10 minutos en auto del cruce fronterizo de San Ysidro. Esa cercanía es importante porque Galvez, corredor de seguros comerciales en una empresa estadounidense, cruza la frontera cinco días a la semana para ir a su oficina en San Diego.

La vida en Tijuana, comentó Galvez, es más tensa para él y su familia. Hay más ruido y el aire no es tan limpio. A pesar de los publicitados problemas de Tijuana con los cárteles de la droga, dijo que no le preocupa la delincuencia, pues la violencia es significativamente mayor entre las personas involucradas en el tráfico de drogas y se concentra en barrios específicos. Muchos residentes comparten la percepción de que las estadísticas delictivas no reflejan la realidad por completo, e incluso algunos estudios han demostrado que, a pesar del alto porcentaje de asesinatos en Tijuana, la mayoría de los delitos se concentran en tres de las zonas más hostiles de la ciudad.

Galvez dijo que extraña las áreas verdes de San Diego y está harto de los baches que hay en todas las calles de Tijuana. Pero tiene puesta la mira en su meta a largo plazo.

“Vivir aquí me permite ahorrar para construir un legado”, dijo.

Para Jodi Cilley, vivir en Tijuana ha sido un bálsamo para sus nervios.

Cilley, de 44 años, es maestra en el San Diego City College y es presidenta de Film Consortium San Diego. Cuando se mudó de San Diego a Tijuana en 2018, regresó a una ciudad que conocía bien; ya había vivido ahí, de 2004 a 2010. Explicó que el ahorro en costos, no solo en el pago mensual de la renta, sino también de los servicios públicos, así como en las consultas médicas e incluso las salidas a cenar, le permite trabajar en un campo que le apasiona en vez de tener que dedicarse a otra profesión que ofrezca un salario más alto.

“Es mucho menos estresante porque ahora sé que puedo pagar la renta cada mes y todavía me sobra dinero”, comentó. “Puedo comer donde quiera, e ir a los restaurantes y bares más lujosos de la ciudad. Además, puedo conservar un trabajo que me encanta en lugar de buscar otro en el que me paguen más solo para poder sobrevivir”.

Renta una casa de dos pisos y dos recámaras por 700 dólares al mes. Su trabajo, que realizaba parcialmente desde casa antes de la pandemia, ahora es totalmente a distancia, pero cruza la frontera alrededor de una vez por semana para asistir a eventos del Film Consortium, comer en In-N-Out Burger o ir de compras a Costco.

Habla español, pero se reúne con frecuencia con amigos estadounidenses, todos ellos también expatriados que han encontrado en Tijuana un lugar para escapar de las agobiantes deudas y de una vida sin ahorros a la que se ha resignado gran parte de su generación. Desde que regresó a Tijuana, relató, ha habido un evidente aumento en el número de estadounidenses que viven en la ciudad. Incluso cuando se mantuvo aislada durante la pandemia, se percató de los resultados de la gentrificación en la ciudad.

“San Diego está fuera de mi alcance ahora”, dijo Michael Ellis, en referencia a los precios inmobiliarios de la ciudad. Vive en Tijuana de 2018. “Pero creo que en el futuro puedo comprar aquí”.
“San Diego está fuera de mi alcance ahora”, dijo Michael Ellis, en referencia a los precios inmobiliarios de la ciudad. Vive en Tijuana de 2018. “Pero creo que en el futuro puedo comprar aquí”.Credit…Ariana Drehsler para The New York Times

“Observas los resultados de que haya tantos estadounidenses”, explicó. “Ves buenos restaurantes nuevos, ves 800 cafeterías nuevas que no habrían existido antes aquí y nunca habrían sobrevivido”.

Eso sí, conforme ha aumentado el número de estadounidenses en la ciudad, también han subido los precios.

Los alquileres en Tijuana se han duplicado en la última década y el precio de los terrenos se ha triplicado, dijo Maricarmen Castellanos, fundadora y directora de Probien, una empresa de bienes raíces de lujo con sede en Tijuana. Calcula que los estadounidenses son menos de uno de cada 10 de sus clientes. Pero si bien recibe muchas solicitudes de información de estadounidenses que buscan comprar casas de vacaciones en comunidades playeras de Ensenada y Rosarito, al sur de Tijuana, la gran mayoría de sus clientes estadounidenses están buscando rentar, no comprar.

“Los estadounidenses están muy acostumbrados a vivir al día. Muchos estadounidenses no tienen el inicial para comprar”, dijo.

En la última década, un auge en los condominios de lujo ha llenado el panorama de Tijuana de torres residenciales con algunas unidades de hasta 1,5 millones de dólares. Muchos compradores de estos nuevos hogares de alta gama, son mexicanos que trabajan en San Diego. Otros son inversionistas de todo México así como médicos de la localidad que se han enriquecido con la pujante industria de turismo médico de la ciudad.

“Yo vi esta ciudad cuando no había nada y ahora ves estos precios increíbles y es como ¿cómo? Pero siempre hay alguien dispuesto a pagar”, dijo Castellanos”.

Sin embargo, ante la llegada de nuevos habitantes, los residentes antiguos de Tijuana no solo enfrentan precios al alza. Muchos de ellos, especialmente las decenas de miles de mexicanos que cruzan la frontera en San Ysidro todos los días para ir a la escuela o trabajar, han visto la disminución de su calidad de vida.

“En cuestión de tráfico está fatal. Mucha gente que siempre ha vivido aquí y cruzado la frontera ahora tiene que esperar de dos a cuatro horas en la fila para cruzar a San Diego a trabajar”, dijo Gonzalo Manrique, quien dirige los programas de política pública y derecho de Pacífico Universidad en Tijuana.

Manrique cree que cuando decaiga el mercado de vivienda, también lo hará la cantidad de sandieguinos que vienen a Tijuana. “Es temporal pero ahora mismo nos afecta a todos”, dijo. “Hay un sector grande e importante de la economía de Tijuana que siempre ha dependido del trabajo en San Diego y pasar cinco o seis horas de tu vida diaria esperando en la frontera no es el sueño americano”.

Los ciudadanos estadounidenses que permanecen en México por más de 180 días deben solicitar una visa de residencia; puede ser temporal (válida por cuatro años) o permanente. Ninguna de ellas les da derecho a votar ni les otorga la ciudadanía, y para ambas hay un requisito de ingresos mínimos (en el caso de la residencia permanente, 4225 mensuales en promedio, equivalentes a 500 salarios mínimos en México), además de que es necesario constituir un fideicomiso para adquirir cierto tipo de inmuebles. Los ciudadanos estadounidenses que perciben ingresos en México deben incluirlos en la declaración fiscal que presentan en Estados Unidos.

Y aunque algunos inquilinos estadounidenses en Tijuana están apostando por ahorrar para un enganche de una casa en Estados Unidos, otros esperan que su primera vivienda esté al sur de la frontera.

Michael Ellis, de 41 años, es un publicista independiente que se mudó a Tijuana en 2018 y cambió una vivienda de una habitación en el barrio Hillcrest de San Diego por una casa de tres recámaras en Tijuana en donde paga 1200 dólares al mes y cobra 500 por subalquilar una de ellas. Dijo que vivir en Tijuana le ha dado un colchón económico que le permite viajar así como aumentar sus ahorros. Espera algún día comprar una casa en México y ganar un ingreso adicional poniéndola en Airbnb.

“San Diego está fuera de mi alcance ahora”, dijo de los precios inmobiliarios de la ciudad. “Pero creo que en el futuro puedo comprar aquí. Y si estuviera todavía pagando una millonada de dólares en renta, no estaría en una posición económica como en la que estoy ahora”.

Los residentes nuevos afirman que los ahorros son inmensos. Cilley calcula que ha logrado ahorrar 40.000 dólares desde que se mudó al sur de la frontera. En el caso de Galvez, la vida en Tijuana crea un medio a largo plazo para lograr un propósito específico.

“No disfruto tanto vivir en México como en Estados Unidos. En mi opinión, vale la pena pagar más con tal de tener calles pavimentadas, orden, vías públicas limpias y opciones recreativas”, señaló Galvez. “Pero soy un estadounidense de primera generación y no tengo ningún tipo de herencia. Tengo que generar un patrimonio para dejárselo a mi hijo”.

Aldea84
Aldea84http://aldea84.com
Sitio para nativos y migrantes digitales basado en la publicación de noticias de Tijuana y Baja California, etnografías fronterizas, crónicas urbanas, reportajes de investigación, además de tocar tópicos referentes a la tecnología, ciencia, salud y la caótica -y no menos surrealista- agenda nacional.
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Gustavo Galvez sueña con tener una casa en San Diego. Sin embargo, para llegar a ese destino, debe tomar una desviación: mientras logra ahorrar para el anticipo, su plan es rentar los próximos años en Tijuana.

Galvez, de 37 años, nació en México y se mudó a San Diego cuando tenía 6 años. Ahora que está casado y tiene un hijo de 7 años, decidió regresar a Tijuana con su familia en julio pasado. Esta mudanza, explicó, es temporal y también estratégica.

“Queremos liquidar nuestras deudas y aumentar nuestros ahorros, para poder regresar a Estados Unidos y comprar una casa”, dijo.

Se conocen bien las historias de migrantes que han ido de México a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Pero la migración en sentido contrario ha ido ganando impulso poco a poco en la década pasada: cada vez hay más estadounidenses que, en vista de los precios tan elevados del mercado inmobiliario y frustrados por los altísimos costos de los servicios de salud, la electricidad y los artículos básicos, deciden rentar o comprar casa en México.

Jodi Cilley renta una casa de dos pisos y dos recámaras por 700 dólares mensuales en Tijuana, un costo de vida bajo que le brinda un colchón económico significativo.

La pandemia, que hizo que millones de personas dejaran de trasladarse a una oficina física, así como la tarjeta inteligente Sentri, que permite que viajeros aprobados y de bajo riesgo utilicen un servicio de cruce rápido a Estados Unidos en la frontera con México, ha acelerado esta tendencia. Los precios en general, incluida la renta, son un 62 por ciento más bajos en Tijuana que en San Diego, según la base de datos sobre costos de vida Numbeo, y en Tijuana, con una inversión de alrededor de 2500 dólares al mes, es posible tener un estándar de vida que en San Diego requeriría 6600 dólares.

Los estadounidenses que viven en Tijuana y reciben salarios de Estados Unidos pueden hacer rendir mucho sus dólares: la renta mensual en Tijuana varía mucho de un barrio a otro, pero la mayoría de los apartamentos cuestan entre 400 y 1000 dólares al mes.

En San Diego, el precio promedio de venta de una casa-habitación alcanzó el millón de dólares en abril, aunque para junio bajó un poco, a 987.225 dólares. Un informe elaborado en febrero por la firma inmobiliaria que utiliza inteligencia artificial OJO Labs reveló que la ciudad es el área metropolitana menos asequible de Estados Unidos, pues ya rebasó a San Francisco, en gran parte debido a un aumento del 14 por ciento en el precio promedio de venta de las casas con respecto al ejercicio anterior.

Pero el aumento en el precio de las casas-habitación no se compara con el alza en el costo de la renta. En junio, rentar una casa de una recámara salía un 19 por ciento más caro que hace un año (2901 dólares al mes, según rent.com). Los apartamentos de dos recámaras costaban, en promedio, 3772 dólares al mes. La renta promedio a nivel nacional de un apartamento de dos recámaras es de 2047 dólares.

Galvez conoce bien estas cifras. En San Diego, rentaba con su esposa una casita campestre en el barrio North Park por 2300 dólares mensuales. Ahora, pagan 1450 dólares al mes por una casa de 140 metros cuadrados en una comunidad con vigilancia ubicada a 10 minutos en auto del cruce fronterizo de San Ysidro. Esa cercanía es importante porque Galvez, corredor de seguros comerciales en una empresa estadounidense, cruza la frontera cinco días a la semana para ir a su oficina en San Diego.

La vida en Tijuana, comentó Galvez, es más tensa para él y su familia. Hay más ruido y el aire no es tan limpio. A pesar de los publicitados problemas de Tijuana con los cárteles de la droga, dijo que no le preocupa la delincuencia, pues la violencia es significativamente mayor entre las personas involucradas en el tráfico de drogas y se concentra en barrios específicos. Muchos residentes comparten la percepción de que las estadísticas delictivas no reflejan la realidad por completo, e incluso algunos estudios han demostrado que, a pesar del alto porcentaje de asesinatos en Tijuana, la mayoría de los delitos se concentran en tres de las zonas más hostiles de la ciudad.

Galvez dijo que extraña las áreas verdes de San Diego y está harto de los baches que hay en todas las calles de Tijuana. Pero tiene puesta la mira en su meta a largo plazo.

“Vivir aquí me permite ahorrar para construir un legado”, dijo.

Para Jodi Cilley, vivir en Tijuana ha sido un bálsamo para sus nervios.

Cilley, de 44 años, es maestra en el San Diego City College y es presidenta de Film Consortium San Diego. Cuando se mudó de San Diego a Tijuana en 2018, regresó a una ciudad que conocía bien; ya había vivido ahí, de 2004 a 2010. Explicó que el ahorro en costos, no solo en el pago mensual de la renta, sino también de los servicios públicos, así como en las consultas médicas e incluso las salidas a cenar, le permite trabajar en un campo que le apasiona en vez de tener que dedicarse a otra profesión que ofrezca un salario más alto.

“Es mucho menos estresante porque ahora sé que puedo pagar la renta cada mes y todavía me sobra dinero”, comentó. “Puedo comer donde quiera, e ir a los restaurantes y bares más lujosos de la ciudad. Además, puedo conservar un trabajo que me encanta en lugar de buscar otro en el que me paguen más solo para poder sobrevivir”.

Renta una casa de dos pisos y dos recámaras por 700 dólares al mes. Su trabajo, que realizaba parcialmente desde casa antes de la pandemia, ahora es totalmente a distancia, pero cruza la frontera alrededor de una vez por semana para asistir a eventos del Film Consortium, comer en In-N-Out Burger o ir de compras a Costco.

Habla español, pero se reúne con frecuencia con amigos estadounidenses, todos ellos también expatriados que han encontrado en Tijuana un lugar para escapar de las agobiantes deudas y de una vida sin ahorros a la que se ha resignado gran parte de su generación. Desde que regresó a Tijuana, relató, ha habido un evidente aumento en el número de estadounidenses que viven en la ciudad. Incluso cuando se mantuvo aislada durante la pandemia, se percató de los resultados de la gentrificación en la ciudad.

“San Diego está fuera de mi alcance ahora”, dijo Michael Ellis, en referencia a los precios inmobiliarios de la ciudad. Vive en Tijuana de 2018. “Pero creo que en el futuro puedo comprar aquí”.
“San Diego está fuera de mi alcance ahora”, dijo Michael Ellis, en referencia a los precios inmobiliarios de la ciudad. Vive en Tijuana de 2018. “Pero creo que en el futuro puedo comprar aquí”.Credit…Ariana Drehsler para The New York Times

“Observas los resultados de que haya tantos estadounidenses”, explicó. “Ves buenos restaurantes nuevos, ves 800 cafeterías nuevas que no habrían existido antes aquí y nunca habrían sobrevivido”.

Eso sí, conforme ha aumentado el número de estadounidenses en la ciudad, también han subido los precios.

Los alquileres en Tijuana se han duplicado en la última década y el precio de los terrenos se ha triplicado, dijo Maricarmen Castellanos, fundadora y directora de Probien, una empresa de bienes raíces de lujo con sede en Tijuana. Calcula que los estadounidenses son menos de uno de cada 10 de sus clientes. Pero si bien recibe muchas solicitudes de información de estadounidenses que buscan comprar casas de vacaciones en comunidades playeras de Ensenada y Rosarito, al sur de Tijuana, la gran mayoría de sus clientes estadounidenses están buscando rentar, no comprar.

“Los estadounidenses están muy acostumbrados a vivir al día. Muchos estadounidenses no tienen el inicial para comprar”, dijo.

En la última década, un auge en los condominios de lujo ha llenado el panorama de Tijuana de torres residenciales con algunas unidades de hasta 1,5 millones de dólares. Muchos compradores de estos nuevos hogares de alta gama, son mexicanos que trabajan en San Diego. Otros son inversionistas de todo México así como médicos de la localidad que se han enriquecido con la pujante industria de turismo médico de la ciudad.

“Yo vi esta ciudad cuando no había nada y ahora ves estos precios increíbles y es como ¿cómo? Pero siempre hay alguien dispuesto a pagar”, dijo Castellanos”.

Sin embargo, ante la llegada de nuevos habitantes, los residentes antiguos de Tijuana no solo enfrentan precios al alza. Muchos de ellos, especialmente las decenas de miles de mexicanos que cruzan la frontera en San Ysidro todos los días para ir a la escuela o trabajar, han visto la disminución de su calidad de vida.

“En cuestión de tráfico está fatal. Mucha gente que siempre ha vivido aquí y cruzado la frontera ahora tiene que esperar de dos a cuatro horas en la fila para cruzar a San Diego a trabajar”, dijo Gonzalo Manrique, quien dirige los programas de política pública y derecho de Pacífico Universidad en Tijuana.

Manrique cree que cuando decaiga el mercado de vivienda, también lo hará la cantidad de sandieguinos que vienen a Tijuana. “Es temporal pero ahora mismo nos afecta a todos”, dijo. “Hay un sector grande e importante de la economía de Tijuana que siempre ha dependido del trabajo en San Diego y pasar cinco o seis horas de tu vida diaria esperando en la frontera no es el sueño americano”.

Los ciudadanos estadounidenses que permanecen en México por más de 180 días deben solicitar una visa de residencia; puede ser temporal (válida por cuatro años) o permanente. Ninguna de ellas les da derecho a votar ni les otorga la ciudadanía, y para ambas hay un requisito de ingresos mínimos (en el caso de la residencia permanente, 4225 mensuales en promedio, equivalentes a 500 salarios mínimos en México), además de que es necesario constituir un fideicomiso para adquirir cierto tipo de inmuebles. Los ciudadanos estadounidenses que perciben ingresos en México deben incluirlos en la declaración fiscal que presentan en Estados Unidos.

Y aunque algunos inquilinos estadounidenses en Tijuana están apostando por ahorrar para un enganche de una casa en Estados Unidos, otros esperan que su primera vivienda esté al sur de la frontera.

Michael Ellis, de 41 años, es un publicista independiente que se mudó a Tijuana en 2018 y cambió una vivienda de una habitación en el barrio Hillcrest de San Diego por una casa de tres recámaras en Tijuana en donde paga 1200 dólares al mes y cobra 500 por subalquilar una de ellas. Dijo que vivir en Tijuana le ha dado un colchón económico que le permite viajar así como aumentar sus ahorros. Espera algún día comprar una casa en México y ganar un ingreso adicional poniéndola en Airbnb.

“San Diego está fuera de mi alcance ahora”, dijo de los precios inmobiliarios de la ciudad. “Pero creo que en el futuro puedo comprar aquí. Y si estuviera todavía pagando una millonada de dólares en renta, no estaría en una posición económica como en la que estoy ahora”.

Los residentes nuevos afirman que los ahorros son inmensos. Cilley calcula que ha logrado ahorrar 40.000 dólares desde que se mudó al sur de la frontera. En el caso de Galvez, la vida en Tijuana crea un medio a largo plazo para lograr un propósito específico.

“No disfruto tanto vivir en México como en Estados Unidos. En mi opinión, vale la pena pagar más con tal de tener calles pavimentadas, orden, vías públicas limpias y opciones recreativas”, señaló Galvez. “Pero soy un estadounidense de primera generación y no tengo ningún tipo de herencia. Tengo que generar un patrimonio para dejárselo a mi hijo”.

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