Tu semen tampoco se libra del cambio climático

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Las olas de calor disminuyen hasta un 10% la cantidad de espermatozoides mótiles, según un estudio argentino. “Eventualmente será una variable más para planificar la paternidad”, dice una de las autoras del informe.


La primera pieza de dominó fueron unos estudios durante el doctorado de Gustavo Luis Verón cuando estaba analizando la calidad del semen en función de diferentes factores en Argentina. La obesidad, la edad y los factores climáticos fueron algunas de las variables en las que indagó. A finales de 2021, los resultados arrojaron que las muestras de semen generadas en invierno eran notablemente de mejor calidad que las de verano. Estos datos —lejos de pasar desapercibidos— le hicieron obcecarse con otra pregunta: ¿Pueden entonces las crecientes olas de calor poner en jaque la fertilidad masculina? Los últimos hallazgos de Verón y sus colegas parecen indicar que sí. De acuerdo al informe publicado este año, las muestras de semen obtenidas durante estos eventos presentaron un 10% menos de espermatozoides mótiles —los únicos capaces de fecundar—, que las muestras quenunca estuvieron expuestas. Estas altas temperaturas también afectaron la morfología de estos.

Para la doctora Mónica Vazquez-Levin, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y otra de las autoras del informe, dadas la frecuencia y la intensidad de estos eventos, “el clima eventualmente será una variable para planificar la paternidad”: “Eso de que el hombre siempre tiene espermatozoides y siempre son buenos es un mito. Van a tener que empezar a tomar medidas y terminarán preservando su esperma a una edad temprana, igual que lo hacen hoy las mujeres con los óvulos”.

Si bien hay estudios anteriores que han informado sobre una asociación negativa entre la temperatura y la calidad del semen, la atención se ha centrado principalmente en poblaciones asiáticas y europeas y no necesariamente en la afectación por las olas de calor. Uno de papers, de un grupo de académicos chinos, reveló el impacto en panaderos y soldadores. La investigación del doctor Verón, la licenciada en Genética Ania Manjon, y la doctora Vazquez-Levin, es el primer informe que se centra en la población latinoamericana y, en concreto, la argentina. El equipo identificó un promedio de 6,5 olas de calor anuales, entre 2005 y 2023, el periodo estudiado, y un incremento de medio grado por década. Si bien registraron 287 días con altas temperaturas, se centraron en los episodios de al menos tres días consecutivos entre 22 y 32,3°, en base a cómo define la comunidad científica las olas de calor.

Dr. Mónica Vazquez-Levin, genetics graduate Ania Manjon, and Dr. Gustavo Luis Verón, CONICET researchers.
La doctora Mónica Vazquez-Levin, la licenciada en Genética, Ania Manjon, y el doctor Gustavo Luis Verón, investigadores del CONICET.CORTESÍA

El estudio estimó también un incremento de seis días de olas de calor por década. Esta cifra duplica la tendencia del calentamiento que está sufriendo, por ejemplo, España, según el Informe sobre el Estado del Clima de España 2023, elaborado por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que apunta un promedio de tres días por década.

La temperatura testicular de los mamíferos es vital para una eficiente espermatogénesis [el momento en que los testículos generan los espermatozoides]. La transición evolutiva del ser humano requirió la externalización de los testículos precisamente como regulador térmico en prácticamente todos los mamíferos, a excepción de algunos como los elefantes. Y, en consecuencia, las condiciones que inducen al estrés térmico se asocian con una disminución de la calidad del semen. Actualmente, la OMS ha emitido guías para la evaluación del semen que contemplan la cantidad de espermatozoides, la vitalidad, la motilidad (si se mueven y cómo se mueven) y la morfología; así como factores externos. La última publicación, de 2021, aún no incluía los factores climáticos.

Además de la afectación en espermatozoides mótiles, los científicos anotaron que el momento en el que se produce la ola de calor es también muy relevante. Los hombres expuestos a aumentos de temperatura durante la espermatogénesis exhibieron un menor número de espermatozoides y una peor morfología que en comparación a los que sufrieron la ola de calor en el momento de la eyaculación. En un futuro cada vez menos lejano, esta información podría servir para darle forma a una útil herramienta médica. “Uno no puede controlar por sí solo cuándo hay ola de calor o no”, explica Vazquez-Levin, fundadora y coordinadora de AndroLATAM, red de profesionales en Salud Reproductiva Masculina de Latinoamérica. “Pero sí puede recomendar en qué momento es mejor intentar concebir en función de los días que pasaron desde los momentos tan calurosos”.

Otra de las variables que tuvieron en cuenta en este estudio realizado con 54.926 hombres de entre 18 a 60 años fue la edad. Los resultados muestran que con hombres menores de 40 años expuestos al calor tuvieron un menor volumen de semen, así como de espermatozoides, aunque la morfología era normal. Los hombres mayores de 40 tuvieron además una menor proporción de espermatozoides vivos y sí vieron afectada su morfología. Análisis adicionales revelaron una asociación significativamente negativa entre la calidad del semen y la longitud de la onda de calor. Es decir, una exposición prolongada es más perjudicial que una exposición aguda.

Sentado en el concreto caliente, un hombre en situación de calle pide apoyo a una mujer que se limpia el sudor en medio de una ola de calor en Mexicali (México), el pasado 14 de junio.
Sentado en el concreto caliente, un hombre en situación de calle pide apoyo a una mujer que se limpia el sudor en medio de una ola de calor en Mexicali (México), el pasado 14 de junio.JACK ÁLVAREZ JIMÉNEZ (CUARTOSCURO)

Todos estos hallazgos son suficientes para que la licenciada Manjon invite a romper el tabú de muchos hombres de revisarse periódicamente. “Más allá del deseo de concebir o no, estamos hablando de la salud de los hombres”, cuenta mediante videollamada. La doctora, que la acompaña en la entrevista, asiente y añade: “Sabemos muchísimo más sobre la infertilidad de las mujeres que de los hombres. Pero los Gobiernos tienen que tomar decisiones para revertir estos fenómenos climáticos, ahora que sabemos que les afectan a ellos. Porque estamos hablando de la permanencia de los humanos en la tierra. Ya hay literatura sobre la extinción de especies debido al calor. Y nosotros somos una especie más”.

El hueco en la investigación de la infertilidad masculina fue otra de las razones por las que decidieron abordarla. Otro de los motivos fue querer “quitarle peso a la mochila de las mujeres”: “Históricamente ha existido una carga muy grande sobre nuestros hombros. La incapacidad de concebir siempre se había atribuido a la mujer”, dice Vazquez-Levin. La ciencia —una vez más— muestra lo equivocados que estábamos. Cerca del 17,5% de los adultos del mundo (uno de cada seis) será infértil, según la OMS. La mitad de estos casos se deberá a la infertilidad masculina. “Una de las causas que ya sabemos es el calentamiento. Las olas de calor van a tener un impacto en la demografía del mundo si no hacemos nada”, zanja.

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