Cancelar las deudas lo antes posible es una buena estrategia, siempre y cuando no se pierda la capacidad para hacer frente a gastos imprevistos o a conseguir nuestras metas vitales. Es decir, a la hora de decidir entre ahorrar o reducir las deudas, el criterio fundamental debe ser siempre garantizar el bienestar financiero.
Según datos del Observatorio del Ahorro Familiar (OAF) de octubre de 2021, cuando España se recuperaba de lo peor del COVID-19, más de un tercio de la población no tenía dinero guardado antes de la pandemia. Por otra parte, más de la mitad de los hogares (un 53%) que tenían capacidad para ahorrar no destinaba ni el 15% de sus ingresos mensuales a tal efecto, por lo que carecían de un buen fondo de emergencias para afrontar las consecuencias económicas de la crisis sanitaria.
Durante la pandemia, los hogares españoles generaron un ahorro récord, pero la progresiva vuelta a la normalidad supuso también que en 2022 las familias retomaran los hábitos de ahorro y consumo previos a la aparición del COVID-19.
En la actualidad, en un escenario dominado por la incertidumbre provocada por la guerra de Ucrania y la crisis energética y a pesar de la elevada inflación, la tasa de ahorro de los hogares españoles ha vuelto a repuntar hasta situarse en un 16,1 % de su renta disponible en el segundo trimestre de 2022, un porcentaje que, sin embargo, sigue siendo un 21 % inferior que el mismo periodo de 2021, según datos del INE.
“Conviene mantener cierta cantidad de recursos para atender los imprevistos que puedan presentarse”, dice la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Aunque este “colchón” variará en cada caso, los expertos de BBVA recomiendan que equivalga a seis meses de gastos. Es decir, si habitualmente gastamos 1.200 € cada mes (hipoteca, suministros, comida, ropa, estudios…), nuestro colchón financiero debería ascender a 7.200 €.
“Ahorrar aporta liquidez frente a cualquier imprevisto. Pero cuando no se tiene y se requiere de cierto capital, lo suyo sería pedir ayuda”, dice Luis Garvía, director del máster en Riesgos Financieros de Comillas ICADE.
El financiamiento, abunda el experto, es el instrumento ideal para estos casos porque nos aporta los recursos necesarios en una situación concreta y es útil cuando no se cuenta con el dinero para hacer una inversión en un negocio, comprar una propiedad, adquirir un bien de uso duradero o, incluso, pagar un curso de formación o un máster. “El riesgo es cuando se pierde el control sobre los compromisos financieros”, comenta.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha advertido recientemente que la deuda privada mundial se incrementó en un 13% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial en 2020, es decir, un ritmo de aumento superior al registrado durante la crisis financiera, y casi igual al de la deuda pública. En algunos países de Latinoamérica, la mayoría de los ciudadanos debe dinero a alguna entidad financiera. Es el caso de Perú, por ejemplo, donde 7 de cada 10 personas encuestadas aseguran estar endeudadas y más del 30% señala que sus ingresos no les alcanzan.
¿Qué inconvenientes tiene pagar las deudas antes de ahorrar?
Cuando se compromete el ahorro para pagar la deuda, se pierde esa liquidez necesaria para hacer frente a gastos imprevistos, tales como la reparación del coche, el pago de una multa, el pago de medicinas, etc. En el peor de los casos, esta situación podría incluso llevar a incurrir en una nueva deuda e iniciar un “efecto bola de nieve” que se debe evitar.
El segundo y principal inconveniente, aunque no tan crítico como el anterior, es que los beneficios del ahorro a largo plazo se pueden ver reducidos. La merma de estos ahorros se observa, sobre todo, en las inversiones de interés compuesto. En este tipo de inversiones, el dinero invertido (capital inicial) genera intereses a un porcentaje determinado. Con el tiempo, la tasa de interés no se aplica solo al capital inicial, sino a la suma de este capital y la cantidad de intereses que se han ido generando. Si se ahorra, por ejemplo, 1.000 euros en un producto financiero con un interés compuesto anual del 5%, al cabo de un año se tendrán 1.050 euros. Al finalizar el segundo año, ese interés del 5% se calculará sobre 1.050 euros (la suma del capital inicial y los intereses generados durante el primer año) y así sucesivamente. Esto multiplica los beneficios totales, aunque luego se reducen por la inflación y los impuestos.
Entender cómo funciona el interés compuesto es, de esta manera, una cuestión básica a la hora de tomar decisiones de ahorro e inversión. Sin embargo, según la Encuesta de Competencias Financieras realizada conjuntamente por el Banco de España y la CNMV en 2018, más de la mitad de los españoles con edades comprendidas entre los 18 y los 79 años desconocía el concepto de interés compuesto.
¿Qué pasa si se amortizan las deudas antes de tiempo?
Una buena salud financiera equivale a mantener un equilibrio entre las deudas y el ahorro. Si lo que se busca es pagar lo más pronto posible los compromisos financieros adquiridos, hay que tomar en consideración algunos inconvenientes. “Hay que leer la letra pequeña de los contratos, porque existen comisiones a pagar si se quiere amortizar la deuda antes de tiempo, sobre todo en las hipotecas”, dice Garvía.
“Una vez empezamos a pagar el préstamo, podemos mediante pagos anticipados realizar amortizaciones parciales de la deuda pendiente”, dice el Banco de España en su portal informativo para los clientes bancarios. Al ser una modificación del capital, supone una modificación de las condiciones iniciales, por lo que la entidad puede cobrar una comisión por los trámites que deba ejecutar.
En todo caso, la amortización parcial anticipada de capital de un préstamo tiene dos vertientes:
- Una disminución del importe de las cuotas pendientes, con lo cual se pagará menos al mes.
- O una disminución de la fecha de vencimiento, con lo que se acabará de pagar antes.
Además, hay que tener en cuenta que en muchos países, como España, las hipotecas siguen el sistema de amortización francés. Es decir, que los primeros años se paga un porcentaje mayor de intereses y en los últimos una proporción mayor de capital. De esta manera, la amortización de una hipoteca interesa más en los primeros años, ya que de esta manera se pagarán menos intereses.
Otra consideración a tener en cuenta, es la relación entre la rentabilidad de las posibles inversiones a nuestro alcance y los intereses que pagamos por un préstamo. En los casos en que la rentabilidad sea superior, conviene dedicar los ahorros a la inversión, mientras seguimos devolviendo el préstamo.