En los siguientes meses La Niña ocasionará sequías similares a las que experimentó a principios de 2021, advirtió el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.
El fenómeno climático produce mucha evaporación, pocas nubes y que la radiación solar entre directamente al país, explicó la institución académica.
La investigadora del instituto Christian Domínguez Sarmiento consideró que las lluvias registradas en 2021 permitieron a distintas presas del país recuperar sus niveles de almacenamiento, algo positivo ante posibles sequías por suceder.
“Diversas regiones del país cercanas a la frontera con Estados Unidos presentaban condiciones de sequía extrema y/o excepcional y en algunas había focos rojos debido a que tenían menos del 50% de agua”, detalló la universidad en un comunicado.
Hacia el 18 de octubre de 2021 75 presas en el país habían alcanzado un abasto de agua del 100%; 64 tenían un índice de llenado entre el 75 y el 100%; 41 más rondaban el 50 a 75%, y sólo tres estaban por debajo de la mitad, según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Las tres presas principales del Sistema Cutzamala, que abastece de agua a parte importante de la Zona Metropolitana del Valle de México, alcanzaron un 69,4% de llenado, explicó la especialista. Se trata de las presas de El Bosque, Valle de Bravo y Villa Victoria.
Domínguez Sarmiento agregó que mantener estos niveles de agua positivos depende de quienes toman decisiones a nivel regional para su aprovechamiento y almacenaje.
En México el 14,2% del agua se utiliza para consumo humano, informó la universitaria, mientras que un 76,7 se emplea en la agricultura y la ganadería.
La investigadora recordó que La Niña son anomalías de temperaturas muy frías registradas en el Pacífico Tropical, además de formar parte del fenómeno natural El Niño Oscilación del Sur (ENSO, por sus siglas en inglés), donde La Niña es la fase negativa.
El Niño, en tanto, eleva las temperaturas en el Pacífico Tropical y desemboca cambios del viento en el planeta.
El fenómeno, recordó la universitaria, se identificó en la década de 1990 y desde entonces se estudian sus repercusiones en el clima del globo.
“Lo interesante es aprovechar la información que proporcionan los pronósticos climáticos actuales para que las autoridades puedan tomar decisiones con bases científicas sobre la manera en que gestionarán el uso del agua, a fin de evitar estragos en la vida de las personas y las comunidades”, estimó.
