¿Por qué comer hamburguesas veggies ayuda a cuidar el medio ambiente ?

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Los alimentos industriales que imitan a la carne, pero están hechos en base a vegetales, son cada vez más consumidos en el mundo. Qué dice la ciencia sobre su impacto en el planeta.


Comer menos carne y productos lácteos es una de las cosas más efectivas que alguien puede hacer para reducir su huella de carbono.

Muchos consumidores dicen que lo intentan. Los datos de una encuesta realizada en el Reino Unido indican que casi la mitad (44%) de los usuarios intentan comprar menos carne “Todo el tiempo” o “Bastante a menudo”.

Podrían pasarse a los alimentos con proteínas vegetales, como las chauchas, las arvejas y las lentejas. Pero la gente come carne por otras razones: por el sabor, la textura y la familiaridad con determinadas comidas.

Los sustitutos de la carne son los alimentos industriales, como las hamburguesas de “carne vegetal”, nuggets de pollo a base de plantas y otras piezas de carne cultivada en laboratorio, que permiten reducir el impacto de la dieta sin cambiar radicalmente las comidas. Pero, ¿son realmente mejores para el clima? Suelen estar procesados, necesitan energía para su fabricación e incluyen ingredientes que han sido enviados desde el extranjero.

Distintas marcas de alternativas vegetales a la carne y lácteos han publicado sus estudios comparativos (análisis de ciclo de vida) y en todos se demuestra que, cuando se consideran en términos de kilocalorías o proteína, las opciones vegetales son mejores ambientalmente.

Es una pregunta básica, pero crucial. Pensé que sería fácil encontrar una respuesta clara. Pero me costó encontrar muchas comparaciones basadas en datos sólidos. Desde luego, no había ningún conjunto de datos centralizado que los reuniera.

Así que intenté construir uno. Se trata de un conjunto de datos dinámicos e imperfectos que he construido a partir de análisis disponibles públicamente. La principal conclusión de los datos es que la mayoría de los sustitutos de la carne tienen una huella de carbono menor que la de la carne, y mucho menor que la de la carne vacuna o de cordero.

La mayoría de los sustitutos de la carne son mejores para el clima que la carne y los lácteos

Se dice que la carne es el alimento más completo, no obstante, una persona que solo consume productos de origen animal puede desarrollar diversas enfermedades (REUTERS).

Para comparar la huella de carbono de los distintos alimentos de forma equitativa, debemos analizar su impacto en toda la cadena de suministro y producción. Para ello, los comparamos mediante análisis del ciclo de vida (ACV, por sus siglas en inglés): éstos incluyen no sólo los impactos en la granja, sino también las materias primas utilizadas para su producción, procesamiento, envasado, transporte y distribución.

En el caso de los sustitutos de la carne, he creado una base de datos con los ACV disponibles públicamente. He procurado que los análisis sean comparables: las etapas del ciclo de vida que se incluyen deben ser las mismas y coincidir con los ciclos de vida utilizados para la carne y los productos lácteos.

En el gráfico, he mostrado las emisiones de gases de efecto invernadero de una serie de sustitutos de la carne en comparación con las carnes, los lácteos y los productos vegetales.

La carne vegetal se consume desde hace mucho en dietas veganas y vegetarianas como sustituta de la carne de origen animal. Tradicionalmente se viene elaborando con seitán, tofu, soja texturizada y verduras pero no tenía la textura ni mucho menos el sabor de la carne.

Comparemos en función de las proteínas, ya que la gente suele buscar alternativas a la carne con alto contenido proteico. Todos los sustitutos de la carne tienen una huella de carbono inferior a la de la carne vacuna o de cordero.

Para ejemplificar, tomemos los productos de algunas marcas populares Reino Unido y EEUU: las emisiones de los productos Quorn, por ejemplo, son entre 35 y 50 veces menores que las de la carne vacuna. Si una persona cambia su hamburguesa de ternera por una Impossible Burger reducirá estas emisiones en un 96% aproximadamente.

Sustituir la carne animal puede suponer una gran diferencia. El impacto de la sustitución del pollo -la carne más baja en carbono- es mucho menor. La carne cultivada en laboratorio es peor que el pollo. Al menos por el momento. Esto se debe a que la carne cultivada en laboratorio, la que lleva carne animal que no proviene directamente del cuerpo de un animal, sino del cultivo de las células musculares extraídas de los animales, necesita mucha energía.

Antes en los supermercados solo se vendían las carnes vegetales que no intentaban parecerse a la animal (Evan Sung/The New York Times).

Pero, a diferencia del pollo, la carne cultivada en laboratorio es todavía joven. Es una tecnología emergente. Podemos reducir su huella mediante mejoras en la eficiencia energética, pero también descarbonizando nuestro suministro de electricidad.

Es algo que tenemos que hacer de todos modos si queremos luchar contra el cambio climático. Si alimentamos la carne cultivada en laboratorio con electricidad renovable o nuclear, podría tener una huella de carbono mucho menor.

Lo vemos en el gráfico de la carne cultivada en laboratorio “sostenible”, en la que la electricidad procede de la energía solar, eólica y nuclear. En este caso, se convierte en uno de los alimentos con menos emisiones de carbono.

Los sustitutos de la carne también tienen menos emisiones de carbono que la carne de Estados Unidos o Europa

Estas carnes vegetales que simulan el sabor de carne animal se han convertido en un auténtico fenómeno. Con legumbres como la soja o los garbanzos, y cereales o pseudocereales como la quinoa, se mezclan con cebolla, harina, aceites y especias, para conseguir un resultado que recuerda a la carne (REUTERS).

Más arriba, comparamos los sustitutos de la carne con la huella media mundial de los productos cárnicos. Pero esto probablemente exagera los beneficios para los consumidores de Estados Unidos, Europa y otros países con granjas productivas. La carne vacuna producida en EEUU o Europa tiende a ser más baja en carbono que la producida en Brasil.

Así pues, veamos si los sustitutos de la carne siguen teniendo una huella menor que la carne producida en los países ricos. Para comprobarlo, en el caso de Europa, he incluido productos cárnicos con algunas de las emisiones más bajas.

La carne cultivada es una novedad que promete ser una alternativa en el futuro, pero apenas se sabe algo del proceso.

La huella de carbono de los sustitutos de la carne es unas diez veces menor que la de la carne vacuna de EEUU o Europa. También es inferior a la de la carne de cerdo de cualquiera de las dos regiones, y a la del pollo producido en el país norteamericano. El pollo procedente de Europa tiene una huella similar a la de Beyond Meat Impossible Burger, por ejemplo.

En su gran meta-análisis global, Joseph Poore y Thomas Nemecek descubrieron que algunas de las carnes vacuna con menos emisiones de carbono del mundo emitían alrededor de 10 kilogramos de CO₂eq por cada 100 gramos de proteína. Eso sigue siendo cinco veces más alto quela Beyond Meat o la Impossible Burger, y diez veces más alto que el Quorn.

Los sustitutos de la carne suelen ser mejores para el clima, independientemente de dónde se produzca la carne vacuna, de cerdo o de pollo.

Las empresas deben respaldar mejor sus declaraciones medioambientales con datos

Uno de los principales argumentos utilizados para defender el consumo de carne hace referencia a la aportación de proteína y a la calidad de esta. Lo cierto es que la carne de origen animal es rica en proteína, pero su eliminación no supondría un problema al ser sustituida por otros alimentos si se planifica la dieta de forma correcta (REUTERS).

No me sorprendieron los resultados de estas comparaciones. Sé, simplemente mirando la lista de ingredientes de los sustitutos de la carne, que deberían tener una huella de carbono bastante baja.

Lo que me sorprendió fue que pocas empresas publicaran sus huellas medioambientales. Casi todas las marcas de sustitutos de la carne afirman que sus productos son mucho mejores para el medio ambiente. Estas afirmaciones son en gran medida ciertas. Pero es doloroso verlas hechas sin análisis transparentes y públicos que las respalden.

El conjunto de datos que construí es imperfecto e incompleto. Hice lo mejor que pude con los datos e informes que encontré. No debería ser así. Cada afirmación que hace una marca debería estar respaldada por datos transparentes y disponibles públicamente. Lo ideal sería que estos análisis fueran realizados por académicos o por un único evaluador independiente.

Un inconveniente de los escasos informes que tenemos es que se autofinancian. Las empresas contratan a consultoras independientes especializadas en huella ambiental. No hay razón para creer que esto pueda sesgar los resultados. Pero la óptica de los informes autofinanciados no es muy buena. Eso hace que sean fáciles de desacreditar.

Cambiar la dieta por productos más sustentables, comer menos carne y más frutas, verduras, legumbres y frutos secos cada vez gana más adeptos entre la gente joven (REUTERS)

Los sustitutos de la carne también utilizan menos tierra, lo que hace que sus beneficios climáticos sean aún mayores. Por último, la mayoría de los sustitutos de la carne emiten menos gases de efecto invernadero que la carne y los lácteos. Pero sus beneficios climáticos son aún mayores si tenemos en cuenta que utilizan mucha menos tierra de cultivo.

Para producir 100 gramos de proteína a partir de carne vacuna en EEUU se necesita alrededor de 27 veces más tierra que la hamburguesa Beyond Meat. El pollo y el cerdo necesitan unas seis veces más de tierra de cultivo para alimentar a los animales.

Este uso de la tierra tiene un coste: el “coste de oportunidad del carbono”. Si no la utilizáramos como tierra de cultivo, podríamos dejarla para que volviera a crecer vegetación natural, como bosques o praderas silvestres. De este modo, se secuestraría el carbono de la atmósfera.

Para obtener la huella de carbono “total” de los alimentos podemos combinar las emisiones de su producción y cadena de suministro -que ya hemos visto- y estos costes de oportunidad. En un futuro post intentaré calcular cuáles son estos costes de oportunidad, para poder comparar la huella de carbono total de los sustitutos de la carne.

*Hannah Ritchie es investigadora del Programa Oxford Martin en Desarrollo Global, en la Universidad de Oxford y jefa de investigaciones en Our World in Data. Se especializa en sostenibilidad ambiental, cambio climático, sistemas energéticos y alimentación y agricultura.

Con información de Infobae. / Infografías: Marcelo Regalado

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