Los tabúes de la maternidad: la hija única de Guadalupe Nettel

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Laura no quiere tener hijos y está tan segura que se ha practicado una ligadura de trompas; su mejor amiga Alina quiere un hijo más que nada en el mundo, pero tiene problemas para concebir; Doris, su vecina y madre viuda, no sabe qué hacer con el comportamiento de su hijo Nico.


Por: Fernanda Ortega 

Guadalupe Nettel ha creado con su obra literaria un espacio en donde lo grotesco, lo anómalo y los tabúes conviven con desfachatez. Tanto en sus libros de cuentos —especialmente en Pétalos y otras historias incómodas (2008) y El matrimonio de los peces rojos (2013) —como en sus novelas, la escritora de Ciudad de México ha ido descubriendo y reescribiendo la corporalidad, reparando sobre todo en la incomodidad y trasgrediendo la privacidad para dar voz a lo ignorado en la cotidianidad, a lo secreto y a lo reprimido. Su última novela, La hija única, comparte este espacio.

Retrato de la escritora Guadalupe Nettel, Coyoacán, 2018.

A través de las experiencias de tres mujeres de clase media alta en la Ciudad de México, Nettel explora tres aproximaciones distintas a la maternidad: Laura no quiere tener hijos y está tan segura que se ha practicado una ligadura de trompas; su mejor amiga Alina quiere un hijo más que nada en el mundo, pero tiene problemas para concebir y, más adelante, su bebé es diagnosticada con una extraña condición que puede matarla en cualquier momento; Doris, su vecina y madre viuda, no sabe qué hacer con el comportamiento de su hijo Nico. La maternidad no deseada, la maternidad negada y la maternidad difícil son los temas principales de la novela, y se abordan con crudeza y sin tapujos, incluso con cierto desparpajo.

Nettel hace especial énfasis en aquello que se aleja de la figura de la maternidad ideal y en los miedos que rondan a las madres. Por ejemplo, la novela aborda los cambios físicos que sufren las nuevas madres desde una estética de lo grotesco común en la obra de Nettel: “después del embarazo, su vientre se había surcado de estrías y justo por encima del vello púbico se extendía hacia los lados la cicatriz de la cesárea […] Su color marrón oscuro, pero sobre todo la forma en que la piel se desbordaba por encima de la marca como un flan mal cuajado, le resultaban monstruosos”.

Con la historia de Alina, Nettel se permite abordar otro tema difícil: la relación entre una madre y su bebé con necesidades especiales. La culpa, el rechazo, el amor, el miedo e incluso temas como la negligencia médica y la eutanasia presentan a Alina como una madre multidimensional, dividida entre el amor por su hija y el sentido común, el apego y el rencor, el miedo de que su único propósito en la vida sea ahora cuidar de su hija:  “Lo peor era especular sobre el futuro; imaginar la muerte de Inés o visualizarse a sí misma arrastrando, por las calles irregulares y llenas de hoyos de la ciudad, una silla de ruedas donde iría una mujer a la que tendría que bañar y alimentar hasta el fin de sus días”.

A través de la perspectiva de Laura, que funge como un nexo contrastante entre las historias de Alina y Doris, se abordan también las interrogantes y decisiones difíciles de un embarazo riesgoso, el peso de la maternidad en la vida conyugal y el momento en que una madre debe reconocer a su hijo como una entidad distinta e independiente. Más interesante resulta cómo las tres protagonistas de Nettel traen a la página formas alternativas de experimentar la maternidad; se discute, por ejemplo, la vida en comunidad, los vínculos maternales que Laura establece con un niño que no es suyo y cómo Marlene, la niñera que contrata Alina, satisface su deseo de tener hijos cuidando bebés ajenos.

Muy al estilo de los cuentos de El matrimonio de los peces rojos, las alegorías animales sirven a Nettel para abordar la extrañeza de los procesos que llamamos naturales. En La hija única, Laura se obsesiona con un nido de palomas en su balcón, pues se da cuenta de que las palomas están empollando un huevo de otra especie. Este descubrimiento suscita en Laura reflexiones sobre su propio apego por el hijo de su vecina y el afecto que le tiene Marlene a la hija de Alina. La maternidad asumida como propia a través de un hijo ajeno, un fenómeno que ocurre con las palomas y con los humanos, permite a Nettel demostrar cómo nuestras instituciones sociales, como la maternidad ideal, no tienen más fundamento que la cultura en la que están incrustadas. En realidad son: la animalidad, los impulsos, las manías y los afectos irracionales los que en determinados momentos toman el timón de nuestras vidas.

Como en el resto de la obra de Nettel, las vivencias desde el cuerpo se encuentran en el centro de La hija única, y su prosa natural y desenfadada recuerda al lector que tanto la maternidad como la literatura son procesos que se experimentan, se sufren y se gozan, a través del cuerpo y, quizás más importante, que no hay una forma correcta de ser madre o mujer. La hija única no es una gran innovación dentro de la obra de Nettel, se nutre de las mismas obsesiones y apunta a la misma inconclusividad, pero logra aportar una perspectiva plural y refrescante a un tema que difícilmente podría llamarse novedoso.

Bibliografía:

Nettel, Guadalupe. La hija única. Anagrama, 2020.

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