La película se basa en la historia de Gabriele Amorth, un famoso exorcista que aquí investiga la posesión de un niño.
El exorcista del Papa se suma a la larga lista de películas demoníacas y sobre exorcismos que se han estrenado en la historia del cine, pero esta se enfoca en un exorcista real que falleció en el 2016 y que pasó 30 años siendo el especialista en demonios del Vaticano.
La película es un thriller de terror (una mezcla entre realidad y ficción) protagonizado por bquien interpreta a Gabriele Amorth, un sacerdote exorcista que debe investigar el supuesto caso de posesión de un niño, lo que además lo lleva a descubrir una conspiración que el Vaticano ha intentado mantener oculta durante años.
La película cuenta también con Franco Nero, quien apareció en John Wick: Chapter 2, como el Papa y Ralph Ineson, de The Witch y The Northman, como el demonio al que se enfrenta el exorcista.
El tema de la conspiración es uno de los elementos de ficción de la película, que. se estrena el 5 de abril, pero Gabriele Amorth sí existió y, de acuerdo con algunos reportes, se enfrentó con el demonio unas 60,000 veces antes de morir a los 91 años.
El exorcista del Papa: quién fue el Padre Amorth
Un documental de Netflix, llamado The Devil and Father Amorth, ya había explorado la historia del famoso exorcista del Vaticano, enfocándose en los intentos por realizarle un exorcismo a una mujer que, supuestamente, había sido poseída y ya se habían realizado varios exorcismos para intentar liberarla.
El exorcista del Papa no es un documental, es una historia de ficción que parte de la historia real de Gabriele Amorth.
De acuerdo con EWTN Vatican, Gabriele Amorth nació en Módena, Italia, y a los 12 años decidió que quería ser sacerdote, así que inició sus estudios y varios años después fue ordenado, y comenzó a trabajar en la Office of Spiritual Assistance of the Vicariate of Rome y en la prisión Regina Coeli.
En 1986, Amorth fue nombrado el exorcista oficial de la Diócesis de Roma, convirtiéndose en el sucesor del Padre Amantini, y unos años después fundó la Asociación de Exorcistas.
De acuerdo con el medio, Amorth decía haber realizado miles de exorcismos a lo largo de su vida, y estaba convencido de que cosas como la Ouija y el ocultismo realmente eran una especie de puerta al demonio y que podrían convertirse en un medio para las posesiones.
Segñun Vanity Fair, William Friedkin, el director de El Exorcista, llegó a contactar a Amorth e incluso lo acompañó a un exorcismo unos años después de realizar la película clásica de terror, ya que sentía curiosidad por ver un exorcismo real y por descubrir qué tan realista era su propia película. En esa ocasión, Amorth realizó un exorcismo a una mujer italiana de 30 años, llamada Rosa, quien llegó a sospechar que estaba poseída después de experimentar una serie de cambios extraños en su comportamiento, que se volvían todavía más extremos durante las fiestas religiosas.
Amorth decía que se debían realizar varios exorcismos para salvar a una persona poseída y, en el caso de Rosa, ya iba por el número 9. La familia de Rosa reveló que la habían visto tirada en el suelo, retorciéndose y aullando como lobo, pero que, al llevarla con un psiquiatra, no obtuvieron respuestas ni la solución a lo que le estaba pasando, así que recurrieron a Amorth y a sus exorcismos.
Según Vanity Fair, Amorth explicó que insiste en que todos sus “pacientes” pasen primero por un psiquiatra, ya que no todas las personas que creen estar poseídas lo están realmente y hay casos en los que lo que necesitan es la medicina tradicional. “De cada 100 personas que buscan mi ayuda, solo 1 o 2 pueden estar poseídas”, dijo el sacerdote a la revista.
Para ese entonces, Amorth ya llevaba 16 años trabajando como exorcista, y Rosa le reveló al medio que, cada vez que el Padre Amorth le realizaba un exorcismo, ella se sentía más libre.
Amorth no solo fue el exorcista principal del Vaticano, él se encargó de entrenar a muchos sacerdotes exorcistas (solo hay alrededor de 300 en el mundo), y escribió varios libros sobre su experiencia a lo largo de los años, donde hablaba sobre sus encuentros con demonios y los casos más complicados a los que se enfrentó.
En su artículo para Vanity Fair, Friedkin escribió que Amorth “Era bajo, calvo y frágil. Su rostro estaba muy arrugado, su voz y sus movimientos eran débiles, pero su mente era aguda como una navaja y sus modales joviales. Nos dimos la mano cálidamente. Él sonrió y dijo: El diablo me ha hecho famoso en todo el mundo”.
Amorth le dijo al director que estaba convencido de que estaba convencido de que el demonio estaba en el Vaticano.
El sacerdote murió ese mismo año, pero su vida, sus libros y sus historias no dejan de generar curiosidad, y esto es lo que nos lleva a la película, que es una especie de exageración de la historia de Amorth, donde se muestra la posesión de un niño donde el sacerdote debe intervenir, lo que lo lleva a darse cuenta de que está rodeado de secretos potencialmente peligrosos.