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La Guardia Nacional de México con Sheinbaum: ¿”militarización” o “visibilidad militar”?

Expertos comparten sus puntos de vista sobre si este paso puede definirse como una ‘militarización’ del país.


Por: Angélica Ferrer

La virtual presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, prometió que cumplirá la promesa del presidente López Obrador sobre adscribir la Guardia Nacional al mando de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). 

El desempeño de la Guardia Nacional durante el próximo Gobierno mexicano dependerá de la estrategia de seguridad que se despliegue durante el sexenio de Claudia Sheinbaum, quien de antemano ya ha advertido que habrá una reforma constitucional para lograr que ese cuerpo de seguridad se consolide como parte de las Fuerzas Armadas.


“Lo más importante sobre el desempeño de la Guardia Nacional y, en general, será el contenido central de la política de seguridad pública en la próxima Administración. Recordemos que se rompió el récord de homicidios dolosos [más de 180.000] en lo que va del sexenio, siendo el más violento del siglo XX, con base en datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)”, afirma en entrevista con Sputnik el profesor e investigador de la UNAM y especialista en temas de seguridad, Javier Oliva Posada.

Recientemente, la virtual presidenta electa de México aseguró que la Guardia Nacional, cuerpo policial que cuenta con más de 120.000 elementos, estaría adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y que ello se impulsaría en cuanto arranque su Gobierno.

“Nos corresponde, a partir del 1 de octubre, seguir fortaleciendo y consolidar a la Guardia Nacional como parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, con la reforma constitucional que está en puerta en el Congreso de la Unión”, indicó el 23 de junio en la inauguración de un cuartel del cuerpo policial en el estado de Oaxaca, al sur de México.

La cercanía de la Guardia Nacional al órgano militar no es algo nuevo. Si bien desde su nacimiento en 2019 se estableció que sería una corporación policiaca con mando civil, pero entre sus filas estarían integrantes de las Fuerzas Armadas, los cuales tenían la opción de darse de baja en las mismas y conservar un rango homologado, o reintegrarse posteriormente a ellas.

Sus particularidades, actividades y colaboración con Sedena quedaron suscritos en la Ley de la Guardia Nacional, publicada el 27 de mayo de ese año.

Conforme pasaron los años, se hicieron más cambios, entre ellos, que la Secretaría de la Defensa Nacional ejercería el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional, aun cuando estuviera adscrita a la Secretaría de Seguridad.

Para 2022, una jueza frenó el pase completo de la corporación policiaca civil a Sedena, decisión que fue avalada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) del país latinoamericano. Por ello, en diversas ocasiones, el actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha insistido en la necesidad de que esto ocurra.

Y podría suceder este 2024, con la reforma al Poder Judicial, que facilitaría la adscripción en los primeros meses del mandato de Sheinbaum.

¿Es o no una “militarización”?

Desde que López Obrador refirió que la Guardia Nacional debía estar bajo el control de la Sedena, hubo diversos comentarios acerca de una posible “militarización” del país latinoamericano, sobre todo porque, desde el mandato de Felipe Calderón (2006-2012) y la guerra contra el narcotráfico, las Fuerzas Armadas continúan en las calles para labores de seguridad pública.

En entrevista con Sputnik, la experta en temas jurídicos Cristina Reyes señala que permitir que ese grupo forme parte de las Fuerzas Armadas dejaría al país sin la única institución policial con titularidad civil.

Además, “se quitaría este candado que existe en la Constitución desde 1857 para que las fuerzas armadas solamente se dediquen a aquello que sea estrictamente relacionado con la disciplina militar cuando estamos en tiempos de paz (…). Sin ese [límite], seguirán acumulando funciones, que son estrictamente civiles, aumentarán su poder y continuarán enriqueciéndose”, considera.

En contraposición, Oliva Posadas subraya que es incorrecto usar el término “militarización” para referirse a este cambio de batuta de la Guardia Nacional.

“Este concepto lo crearon los liberales y opositores a Napoleón III. La militarización significaba llevar la práctica [de las fuerzas armadas] a las actividades sociales (…), o presionar al estamento civil para obtener ciertas canonjías, algunas de ellas, fuera de la ley”, comenta.

“Sin excepción, en México no hay militarización porque es el poder civil que busca a los militares, no al revés”, puntualiza.

El especialista recuerda que, al menos desde mediados del siglo XX y hasta la fecha, la participación de integrantes de las Fuerzas Armadas mexicanas ha disminuido en el espectro político y su presupuesto también ha sido acotado.

“Yo usaría más el término de visibilidad militar, pero no por decisión de los militares, sino por el presidente, como lo estamos observando con la virtual mandataria electa [de México]”, agrega.

De acuerdo con datos recopilados por Statista, en 2023, el gasto militar en México fue de 11.800 millones de dólares, posicionándolo como el segundo más alto en América Latina y el Caribe. No obstante, está fuera del listado mundial de naciones con mayor presupuesto para este fin. Ese es encabezado por Estados Unidos, con 916.000 millones de dólares.

Lo cuestionable

Para Reyes, entre las incógnitas que quedarían en el aire en caso de que se aprueba esta adscripción, es si realmente funcionará para disminuir los delitos.

“La Guardia Nacional, en su mayoría, se dedica a la cuestión migratoria, como resguardar fronteras. No necesariamente se ha profesionalizado en el apoyo a la seguridad común, atención del delito común o la investigación de los mismos”, refiere.

En tanto, el profesor de la UNAM indica que los mayores cuestionamientos sobre esta posible adscripción versan sobre el futuro profesional de los miles de elementos que aún quedan de la extinta Policía Federal, en rubros como la policía cibernética.

“Es decir, ¿qué significará? ¿Entrarán a la Guardia Nacional o a la Defensa Nacional? ¿Serán reclasificados o mantendrán sus jerarquías como comisarios inspectores? Por otro lado, también está el adoctrinamiento. Ya hay cadetes del Colegio Militar [en la GN], pero será muy importante en estos primeros años [esa acción] porque es muy distinto pensar y actuar como integrante de ese grupo, que como [parte de las fuerzas armadas]”, expone.

Otro ámbito es si los integrantes del Ejército y la Armada de México que se han sumado a la Guardia Nacional continúan en esta corporación en los próximos tiempos.

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