La industria de producción de bitcóin busca cambiar la imagen de que sus computadoras devoradoras de electricidad son perjudiciales para el clima. En Texas hay incentivos y mucho terreno para reinventarse.
A lo largo de un camino cubierto de polvo en una zona rural de Texas, la empresa de criptomonedas Argo Blockchain está construyendo una planta eléctrica para la era del internet: una instalación de “minería” de criptomonedas lleno de computadoras que generan nuevos bitcoines.
Sin embargo, según Argo, a diferencia de otras operaciones de minado de bitcoines que consumen grandes cantidades de combustibles fósiles y producen emisiones de carbono, la empresa está intentando ser responsable con el medioambiente. Una mañana de marzo, en un recorrido por el terreno de construcción de 11.700 metros cuadrados, Peter Wall, director ejecutivo de Argo, señaló hacia una fila de turbinas de viento cuyos rayos blancos brillaban con la luz del sol a pocos kilómetros de distancia.
Las nuevas instalaciones, a una hora de la ciudad de Lubbock, obtendrán la mayor parte de su electricidad de fuentes de energía solar y eólica, declaró Wall. “Es el nirvana del minado de bitcoines”, dijo Wall. “Miras a la distancia y hay energía renovable”.
Frente a las críticas de políticos y ambientalistas, la industria del minado de criptomonedas se ha embarcado en una iniciativa para cambiar su imagen y así desafiar la idea prevalente de que sus computadoras devoradoras de electricidad son perjudiciales para el clima. Las cinco empresas de criptominado más grandes que cotizan en bolsa aseguran que están construyendo —o que ya operan— plantas impulsadas por energía renovable. Y los ejecutivos de la industria han comenzado a argumentar que la demanda de criptomineros creará oportunidades para que las empresas productoras de energías solar y eólica abran sus propias plantas.
El esfuerzo —en parte un ejercicio de relaciones públicas, en parte un intento genuino por volver más sustentable la industria— se ha intensificado desde la primavera pasada, cuando China comenzó a imponer medidas enérgicas en contra del criptominado, lo cual forzó a algunas operaciones de minado a reubicarse en Estados Unidos. El año pasado también se formó un grupo comercial llamado Consejo de Minería de Bitcóin, en parte para abordar asuntos del clima, después de que Elon Musk criticó a la industria por usar combustibles fósiles.
El criptominado no involucra ni palas ni picos. Más bien, el término se refiere a un proceso de verificación y creación de divisas que es esencial para el ecosistema del bitcóin. Computadoras poderosas compiten entre sí para procesar transacciones, resolviendo problemas matemáticos complejos que requieren quintillones de cálculos numéricos por segundo. Como recompensa por este servicio de autenticación, los mineros reciben monedas nuevas, las cuales son un incentivo económico para mantener funcionando las computadoras.
En los primeros años del bitcóin, un criptoentusiasta podía minar monedas por medio de un software en una computadora portátil. No obstante, conforme los activos digitales se han vuelto más populares, ha aumentado la cantidad de energía necesaria para generar bitcoines. En la actualidad, una sola transacción con bitcoines requiere más de 2000 kilovatios hora de electricidad o la energía suficiente para alimentar a una casa estadounidense promedio durante 73 días, según cálculos de investigadores.
A fin de lograr eso, algunos mineros están resucitando plantas de carbón en desuso o emplean gas natural de bajo costo para hacer funcionar sus computadoras. Recientemente, un estudio revisado por pares publicado en la revista Joule reveló que el minado de bitcoines a nivel mundial podría ser responsable de unas 65 megatoneladas de dióxido de carbono al año, una cantidad comparable con las emisiones de toda Grecia.
Según el estudio, el uso de fuentes de energía ecológicas por parte de la red de bitcoines también cayó un promedio de 25 por ciento en agosto de 2021 en comparación con un 42 por ciento en 2020 (la industria aduce que su uso promedio de energías renovables es cercano a un 60 por ciento). En parte, esto es resultado de las medidas severas de China, las cuales eliminaron una fuente de hidroenergía barata. Sin embargo, también es el reflejo de incentivos económicos fundamentales, comentó Alex de Vries, uno de los autores del estudio publicado en Joule. Las fuentes de energía renovable son intermitentes: el sol brilla tan solo una parte del día y las velocidades del viento fluctúan de manera considerable.
“Si los mineros quieren maximizar sus ganancias, deben poner sus máquinas donde puedan funcionar todo el día”, mencionó De Vries.
La enorme cantidad de energía que usa el bitcóin ha escandalizado a los ambientalistas desde hace tiempo. Sin embargo, la crítica que dejó la impresión más profunda provino de Elon Musk, un veterano adepto al bitcóin, quien en mayo comentó en Twitter que Tesla, su empresa de autos eléctricos, ya no iba a aceptar los pagos con criptomonedas a causa del “creciente uso de combustibles fósiles para el minado y las transacciones de bitcoines”.
Su tuit puso en crisis a la industria del minado. Michael Saylor, director ejecutivo de la empresa de software MicroStrategy, la cual invierte mucho en bitcoines, se puso en contacto con Musk para hablar sobre el asunto del clima. Un grupo de ejecutivos del minado, entre ellos Saylor y Wall, después se reunieron con Musk por Zoom.
“Quería estar seguro de que la industria estuviera del lado de la sustentabilidad y nos dio algunos consejos”, recordó Saylor. “Sus palabras de aliento fueron: ‘Encuentren cuán limpia y sustentable es la energía. Determinen cuánta están usando’”. (Musk no respondió a una solicitud para ofrecer comentarios).
Después de la llamada, Saylor fundó el Consejo de Minería de Bitcóin, un foro donde la industria puede compartir ideas y coordinar estrategias ambientales. Uno de los miembros, TeraWulf, se comprometió a usar más de un 90 por ciento de energía con cero emisiones en sus minas de criptomonedas. La firma tiene dos proyectos en curso: una planta de carbón fuera de servicio al norte del estado de Nueva York que funcionaría con energía hidráulica y una instalación impulsada por energía nuclear en Pensilvania.
“Todas las personas con las que hablo ahora mencionan la neutralidad de carbono”, comentó Paul Prager, director ejecutivo de TeraWulf. “El lenguaje ha cambiado por completo”.
No obstante, las prioridades financieras y las barreras tecnológicas en la industria del criptominado, que incluye a más de una decena de empresas que cotizan en bolsa como Argo, están impidiendo un giro total hacia las energías renovables. A finales de 2020, Marathon, una de las empresas de minado más grandes en cotizar en bolsa, comenzó a minar bitcoines en una planta de impulsada por carbón en Montana y se justificó citando el fácil acceso a una energía barata.
En Illinois, hace poco, la empresa de minado de criptomonedas Sangha Systems adaptó una vieja planta siderúrgica en la ciudad de Hennepin. El director de Sangha es un exabogado, Spencer Marr, quien asegura que fundó la empresa para promover la energía limpia. Sin embargo, alrededor de la mitad de la electricidad de la operación de Hennepin proviene de combustibles fósiles.
“Fue una concesión que tuvimos que hacer”, comentó Marr. “Fue un medio para alcanzar un fin que nos permitió establecernos como empresa”.
En meses recientes, Texas se ha convertido en una zona activa de criptominado, tras atraer a más de dos decenas de empresas. El estado tiene una inusual estructura de incentivos que le viene bien a la industria emergente: cuando la demanda de electricidad alcanza su máximo a nivel estatal, el operador de la red de Texas ofrece descuentos a las empresas que pueden desconectarse con rapidez, para que la energía fluya a los hogares tradicionales. Muchas criptominas pueden encenderse y apagarse en segundos, por eso pueden sacar ventaja del incentivo con un mínimo de inconveniencia.
El acuerdo fue parte del atractivo para Argo, una empresa con sede en Londres fundada en 2017 que tiene otras dos minas en Quebec, donde usa energía hidráulica principalmente. Wall comentó que Argo también se sintió atraída por la abundante energía ecológica al oeste de Texas. La instalación a las afueras de Lubbock estará conectada al sector occidental de la red eléctrica de Texas, donde alrededor del 85 por ciento de la electricidad proviene de infraestructura solar y eólica, incluido un conjunto de turbinas que casi está al lado del sitio de construcción de Argo.
Sin embargo, Wall no puede garantizar que el nuevo centro de Argo tenga huella de carbono cero. Para eso se necesitaría sortear la red y comprar electricidad directamente de una empresa de energía renovable.
“Muchos de esos productores de energía renovable siguen siendo un poco escépticos de las criptomonedas”, comentó. “Los criptomineros no tienen los perfiles crediticios para firmar acuerdos de diez o 15 años”.
Wall mencionó que, en el futuro, Argo planea construir sus propios paneles solares en el sitio de Texas y cerrar acuerdos con empresas locales de energía renovable para comprarles la electricidad directamente a ellas.
En un nivel más general, las opiniones de la comunidad de las criptomonedas están divididas en torno a si la limpieza del sector del minado es el mejor camino para la sustentabilidad ambiental. La base del bitcóin es un sistema de autenticación que consume mucha energía, al que se le conoce como “prueba de trabajo”; hay gente en la industria que está promoviendo la creación de nuevas criptomonedas en un sistema distinto llamado “prueba de participación”, el cual utiliza alrededor de un 0,01 por ciento de la energía que se consume en el proceso del minado.
Wall mencionó que no tenía ninguna objeción en experimentar con un sistema alternativo. Sin embargo, dijo que creía en el potencial del bitcóin para transformar las finanzas a largo plazo, aunque desea que las empresas de minado tengan un nombre que suene menos extractivo, como “validadores”.
Es poco probable que gane esa batalla. No obstante, incluso frente a una reacción negativa, Wall considera que las empresas seguirán minando bitcoines.
“Simplemente sucederá. Es una realidad”, comentó. “Necesitamos hacerlo de una manera que no afecte el medioambiente”.
Sobre el autor:
David Yaffe-Bellany escribe sobre criptomonedas y tecnología financiera. Se graduó de la Universidad de Yale y antes ha reportado desde Texas, Ohio, Connecticut y Washington, DC. @yaffebellany