En una era donde las redes sociales dictan los estándares de belleza, figuras como Sascha Barboza y Tomás Mazza han emergido como iconos del fitness para una generación de adolescentes en busca del cuerpo perfecto. Con abdominales definidos y un estilo de vida “en forma”, estos influencers no solo inspiran rutinas de ejercicio, sino que también moldean la percepción de la imagen corporal ideal entre sus jóvenes seguidores.
La presión para conseguir el cuerpo perfecto es más intensa que nunca y los adolescentes, en su particular vulnerabilidad, sienten el peso de estándares de belleza inalcanzables que devienen en situaciones de odio o, en el peor de los casos, en el desarrollo de trastornos dismórficos corporales (TDC). Esta admiración de cuerpos tonificados y delgados lleva a una confusión inquietante: equiparar un cuerpo estéticamente atractivo con uno saludable.
La salud va más allá de la apariencia física
En la búsqueda por alcanzar estos ideales, los jóvenes a menudo pasan por alto que la salud va más allá de la apariencia física, y que un cuerpo atlético no siempre es sinónimo de bienestar.
Así lo recoge el informe Entre lo saludable y el culto al físico. Incidencia del contenido publicado por fitinfluencers en el cuidado del cuerpo de los adolescentes, desarrollado en la Universidad Internacional de la Rioja y al amparo del proyecto TEEN_ON_FIT, en el que se encuestó a más de 1 000 jóvenes de entre 12 y 17 años en España para conocer sus motivaciones y percepciones ante las últimas tendencias digitales en el mundo del fitness, la nutrición y el culto al físico.
Cuando se les solicitó autoevaluarse en un rango del 1 al 10, más de la mitad de los encuestados se otorgaba un notable. En el lado opuesto, alrededor de un 11 % de los adolescentes suspendía su cuerpo a nivel estético frente a un 9,3 %, que lo hacía a nivel saludable. Las chicas mostraban una tendencia mayor hacia la insatisfacción con las puntuaciones más bajas.
Sus referentes para conseguir un cuerpo estético
Los adolescentes no navegan solos en su búsqueda del cuerpo perfecto. En materia saludable, los padres y madres tienen un impacto significativo en un 33,5 % de los casos, mientras que otros adultos y amistades no se quedan atrás, con un 33,8 % y 34,6 %, respectivamente. Pero cuando hablamos de cuerpos estéticos, los influencers ganan terreno, capturando un 32,7 % de la atención de los jóvenes.
A medida que crecen, los adolescentes tienden a escuchar menos a sus padres y madres (24,5 %) y se fijan más en sus pares y en figuras famosas, especialmente las chicas. Los chicos, por su parte, se dejan influir más por los adultos cercanos.
Los influencers, celebridades de internet que acumulan millones de seguidores en todo el mundo, juegan un papel crucial en la configuración de estos ideales y autopercepciones corporales. El 46,1 % de los jóvenes manifiesta seguir a una de estas figuras y el 20,2 % revela tener una favorita.
Estos líderes, que en redes sociales se dedican a generar contenidos sobre fitness, alimentación y salud, son modelos a seguir que moldean la forma en que los adolescentes perciben y valoran sus cuerpos, generando una suerte de culto al físico.
El informe evidencia, en este sentido, que un 46,2 % de los jóvenes se compara con estas celebridades de una forma moderada, siendo un 13,9 % los que afirman hacerlo con regularidad. Las adolescentes, específicamente, reportan sentirse presionadas para parecer más delgadas (37,5 %) y estar en forma (30,9 %), mientras que los chicos sienten mayor influencia por aumentar y definir sus músculos (23,2 %).
Esto no solo contribuye a la insatisfacción corporal, sino que también puede llevar a la adopción de hábitos extremos en busca de un hipotético ideal de belleza.
Promover una imagen corporal diversa y saludable
La creciente presión que ejercen los influencers y el fenómeno del culto al físico sobre los adolescentes nos invita a reflexionar sobre la urgencia de fomentar la autoaceptación corporal y la valoración de la diversidad física.
Familiares, docentes, profesionales de la salud y los propios medios y plataformas digitales deben proporcionar herramientas que ayuden a cuestionar y regular la difusión de estas prácticas:
Educación mediática crítica. La influencia de las plataformas digitales y los influencers en la percepción de la imagen corporal subraya la necesidad de educar a los jóvenes sobre cómo analizar y cuestionar de forma crítica los mensajes e imágenes que consumen.
Distinción entre salud y estética. Es vital reforzar la diferencia entre lo que se considera saludable y lo estético. Mientras que la salud tiene un componente objetivo basado en el bienestar físico y mental, la estética está más condicionada por elementos culturales y sociales. Ayudar a los menores a distinguir estos criterios es fundamental para evitar distorsiones mediáticas.
Apoyo de familiares y adultos influyentes. La familia desempeña un papel fundamental en la formación de la percepción corporal de los jóvenes, esencialmente en las primeras etapas de desarrollo. Es importante orientarles en temas relacionados con la imagen corporal y la autoestima.
Políticas de transparencia. Es primordial implementar políticas que exijan honestidad y control profesional en la representación de imágenes corporales en las redes sociales.
Las consecuencias de esta obsesión
La irreal belleza del mundo digital plantea profundas implicaciones en materia de salud mental y física. La presión constante para alcanzar estos cuerpos perfectos, cuyos impactos son diarios, puede perpetuar estándares pocos realistas y presiones sobre la propia apariencia.
La obsesión por la delgadez y la tonificación puede llevar a las nuevas generaciones a adoptar conductas alimentarias inadecuadas comprometiendo su salud y el disfrute de una vida plena y saludable. También la distorsión de estas apariencias idílicas puede dar lugar a la ansiedad, depresión o aislamiento social, en muchos de los casos fomentando el uso de aplicaciones y filtros para modificar su apariencia.
Por otro lado, la autoevaluación y comparación social pueden erosionar la autoestima de este grupo altamente susceptible a las influencias del entorno que, además, se encuentra en plena etapa de desarrollo cognitivo y físico.
También la adopción de prácticas dietéticas y deportivas no supervisadas por profesionales pueden conducir a problemas graves de desnutrición, agotamiento físico, lesiones y dificultades hormonales.
Beatriz Feijoo, Profesora Titular de Publicidad de la Facultad de Empresa y Comunicación, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja y Arantxa Vizcaíno-Verdú, Associate Professor, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.