Expertos advierten de que la falta de recursos en los laboratorios y el rápido avance de la mucormicosis dificultan la detección de la enfermedad que ha afectado al menos a seis pacientes de covid en el país.
Unos días después de haber sido vacunada contra la covid-19, Lhyzet Jiménez Leyva comenzó con los primeros síntomas de la enfermedad. El biológico no pudo frenar el virus que ya estaba en su cuerpo. Durante días padeció tos, gripe severa y dificultad para respirar. Pese al avance de la enfermedad, ella y su familia decidieron hacer su cuarentena en su casa en el Estado de Oaxaca. La mujer, de 37 años, desconocía en ese momento que mientras le ganaba la batalla al coronavirus el hongo negro se abría paso en su organismo. Pronto comenzaron los signos de la micosis oportunista: adormecimiento en el rostro y dolores intensos de cabeza y en el paladar y aflojamiento de los dientes.
La paciente escuchó por primera vez la palabra mucormicosis de voz de su médico particular a mediados del mes pasado, solo tres días después de recibir su alta por coronavirus. Este nuevo diagnóstico volvió a encender las alarmas de ella y de su familia por lo que fue ingresada al Hospital Regional de Alta Especialidad de Oaxaca. 15 días después de su internamiento la paciente sigue luchando por su vida. Carlos Jiménez, hermano de Lhyzet, aún no comprende por qué ella sí desarrolló la enfermedad y el resto de su familia no. “Mi hermana es completamente sana, un poco está pasadita de peso, pero nada más eso. Lo único que a veces padecía eran manchas blancas por nerviosismo”, dice.
Los médicos les han informado que la mucormicosis de su hermana se alojó en su rostro. “En una primera operación los doctores trataron de llegar al hueso del maxilar, le retiraron cantidades de hueso, le hicieron un raspado, le retiraron parte del paladar, casi todos los dientes del lado derecho”, relata su hermano. La emergencia, no obstante, no cesó porque debido a los estragos de medicamentos se revelaron daños en el riñón y también tuvo que ser operada de la vesícula. La paciente aún se encuentra hospitalizada y con pronóstico reservado. “Sabemos que mi hermana va a luchar por mantenerse con vida, tiene muchos motivantes, sus tres hijos, uno de 19 años, otro de 16 y uno más de dos años”.
En Oaxaca, ella es la segunda paciente diagnosticada por hongo negro. El otro caso, un hombre de 55 años, falleció el pasado fin de semana. El secretario de Salud de Oaxaca, Juan Carlos Márquez, precisa que están a la espera de corroborar los diagnósticos clínicos con las pruebas de laboratorios. El funcionario explica que el hongo negro es un padecimiento del que se tiene registros en la entidad desde hace 30 años. “La enfermedad no es nueva, es rara, entonces sí se cuentan con los tratamientos. El reto como tal es hacer que el sistema inmunológico del paciente sea lo suficientemente fuerte para que pueda, además de combatir la enfermedad como puede ser diabetes, leucemia o covid, combatir al hongo”, asevera.
En el Estado aledaño, en Guerrero, el secretario de Salud, Carlos de la Peña, confirmó escuetamente este jueves la aparición de dos primeros diagnósticos positivos por mucormicosis en el Estado asociados a la covid-19. Los reportes locales indican que se trata de dos mujeres de 71 y 68 años de edad de los municipios de Ometepc y Chilpancingo, respectivamente.
En México, los casos sospechosos de mucormicosis se cuentan apenas con los dedos de las manos, sin que hasta ahora se haya dado a conocer una cifra oficial por parte de la Secretaría de Salud. Sin conferencias vespertinas por coronavirus ni reportes específicos sobre estas micosis, los nuevos contagios del hogo negro van revelándose a cuenta gotas. Hasta el momento se tiene conocimiento de seis diagnósticos. Además de los dos casos de Oaxaca y los dos en Guerrero, a principios de febrero se detectó el caso de Jaime Díaz de León, de 48 años, en Chihuahua —el paciente sobrevivió, pero perdió el ojo izquierdo— y el de Gregorio Avendaño Jiménez, de 34 años, en el Estado de México. Este último falleció semanas después en un hospital del IMSS de la Ciudad de México. Las autoridades nunca confirmaron la muerte de este hombre por mucormicosis y sus familiares señalaron que demandarán a los doctores que lo atendieron por negligencia. En todos estos pacientes se repite un común denominador: previamente padecieron la covid-19.
Aunque el hongo negro es una micosis reseñada desde hace años en México —se calcula que ha habido unos 10.000 enfermos en los últimos 15 años—, el padecimiento ha acaparado las discusiones médicas por su repunte global asociado a la pandemia de coronavirus. En la India ya se rebasan los 4.000 casos y en el continente americano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de Salud (OPS), reportó hasta el 9 de junio unos 16 pacientes. La OPS lanzó el pasado 11 de junio una alerta epidemiológica en el continente debido al aumento de diagnósticos. “La OPS/OMS insta a los Estados Miembros a preparar los servicios de salud para incrementar la sospecha clínica de mucormicosis en pacientes con covid-19, especialmente aquellos con diabetes mellitus, tratamiento con corticosteroides u otros inmunosupresores, con el fin de realizar una evaluación clínica exhaustiva, originar un diagnóstico precoz e iniciar tratamiento adecuado de los casos sospechosos”, detalla el organismo.
Los especialistas en micosis reconocen que la falta de recursos en los laboratorios y la rapidez con la que avanza la enfermedad dificultan el diagnóstico oportuno y abonan a una cifra negra sobre esta enfermedad. “En México ya hay casos, todavía muchos de ellos no están publicados, sé que hay varios centros médicos donde están teniendo casos de mucormicosis asociados a covid”, reconoció la doctora Francisca Hernández, jefa del laboratorio de Micología Molecular de la UNAM, en un programa universitario transmitido esta semana.
En dicha emisión, la especialista de la UNAM admitió que es muy probable que los casos reales de mucormicosis en el país no se conozcan porque no se tienen los medios adecuados para la confirmación. “En la mayoría de los laboratorios no es fácil que hagan diagnóstico o identificación de los hongos mucorales. Si pensamos en las instituciones o los centros de atención médica más afectados no tienen los recursos para hacer diagnóstico rápido, certero, confiable y eso hace que muchos pacientes estén en condiciones muy malas como para poder sobrevivir a este hongo”, declaró.
El coronavirus deprime el sistema inmunológico del enfermo, permitiendo el desarrollo de estas enfermedades oportunistas. Sin embargo, la doctora Hernández añadió una particularidad que presenta una gran mayoría de los pacientes de la covid-19: la administración de esteroides. “El uso de esteroides disminuyen el sistema inmune y eso favorece que el hongo crezca más rápido. Se sabe que de manera independiente los esteroides pueden favorecer el crecimiento de diversos hongos y esa es una combinación de factores muy compleja que explica por qué hoy con la covid-19 está aumentando”, refirió la especialista.
El neurocirujano Luis Alberto Ordoñez, uno de los doctores que atendió la infección de hongo negro del sobreviviente Díaz de León, en Chihuahua, apunta que la mucormicosis es uno de los diagnósticos diferenciales más extraños y raros del coronavirus. “En condiciones de inmunosupresión mucor tiende a proliferar muy rápido, a invadir estructuras en los senos paranasales, es de las cosas que debemos tener más en alerta a nuestra población, en el reconocimiento temprano de los síntomas como dolor en el ojo, hinchazón en el ojo, manchas negras, pérdida de la visión”, agrega. Los expertos coinciden en que entre más comprometido esté el sistema inmunológico, más agresiva será la invasión del hongo negro en el organismo.
El virus de la covid-19 se ha sumado a la lista de enfermedades que pueden detonar el hongo negro. El puñado de pacientes con coronavirus y sospechosos del hongo negro son una estampa de una doble lucha por la vida, primero por un virus inédito y después por uno de las micosis oportunistas más letales que existen, cuyo índice de mortalidad oscila entre un 40 a un 90%.