En su rostro, en el que aún se asomaba un cubrebocas, se condensaba toda la tragedia, mientras, de manera rápida, vecinos salían a la calle para ver qué era lo que había sucedido.
Foto: Gustavo Suárez
Noche de martes y el calendario marcaba tres días para la llegada de la Navidad. El frío, casual en estas épocas del año, comenzaba a calar. Quienes viven en la colonia 3 de Octubre saben que es un frío que, en ocasiones, no hay chamarra que lo pueda cubrir.
La nostalgia de muchos, aderezada con esa perenne oscuridad invernal que atolda los cielos desde las cinco de la tarde, es una invitación para miles de personas a caminar, salir de sus casas o sus trabajos, para ir por algo que les dé un gusto o les nutra no sólo el momento, sino el alma.
Ese fue el caso de don Isaí, quien sintió que la noche del martes era una noche de ésas, en donde -como dice el dicho- “las penas con pan son menos”.
Y fue por un pan. Eran casi las 8. Darse un gusto en estas épocas cada vez es más difícil, pero un bolillo recién hecho, vaya que son de esas cosas impagables para alguien que ha vivido momentos aciagos.
Tras algunos minutos, y realizar la compra en una panadería situada sobre las calles 5 de Mayo y 3 de octubre, testigos refirieron que don Isaí salió contento.
Iba sosteniendo su bolsa de cartón, en donde resguardaba unos bolillos y algunos panes dulces. Tal vez un café o un chocolate sería lo ideal para acompañarlos.
Pero el destino es cruel, injusto y ante todo sorpresivo.
Apenas don Isaí había dado unos cuantos pasos, cuando ocurrió lo inimaginable. En un instante su vida se apagó, había muerto.
Fracciones de segundos antes, el impacto de una camioneta sobre su humanidad fue el momento que terminó con arrebatarle la existencia al hombre que, según relataron varios vecinos, había sorteado diversos momentos complicados en su vida.
Esa camioneta, una Honda de color negra que más adelante fue abandonada por el conductor, cortó de tajó la vida de don Isaí, quien quedó en medio de la calle, con los brazos extendidos y el rictus en su rostro de haber llegado a la muerte con un dolor inmenso.
En su rostro, en el que aún se asomaba un cubrebocas, se condensaba toda la tragedia, mientras, de manera rápida, vecinos salían a la calle para ver qué era lo que había sucedido.
“Estuvo con nosotros en el centro (CREAD), se llamaba Isaí, un tiempo trabajó de guardia en el Elektra que está aquí abajo, y estaba malito de un pie, cojeaba cuando andaba, pero parece que no tiene familia aquí”, narró uno de los testigos, que se apostaron en el sitio de la tragedia.
“Era una camioneta con placas chocolate, se pasó el alto y el señor iba pasando, entonces por el golpe lo mató, no le dio el paso, vino la ambulancia, pero ya estaba muerto, y las patrullas andan buscándolo”, relató otro de los presentes.
Don Isaí, de 45 años, fue reconocido instantes después por sus excompañeros de un centro de rehabilitación, el cual se encuentra ubicado en la misma colonia, quienes contaron que a pesar de haber tenido un problema de adicciones y para caminar de forma correcta, era una persona trabajadora y servicial.
Así fue la noche del martes en la colonia 3 de Octubre, una noche en la que a la llegada de elementos de la Fiscalía para realizar las diligencias correspondientes, el cuerpo de don Isaí fue cubierto con una sábana de color azul, y una noche en la que la tragedia alcanzó a un hombre inocente que sólo buscaba estar bien consigo mismo, cenar, dormir y esperar una Navidad más. Una Navidad que ya no llegó.