El republicano se convierte en el primer expresidente de Estados Unidos condenado en un juicio penal.
Los 12 miembros del jurado popular del caso Stormy Daniels, la primera causa penal de las cuatro que afronta, han declarado al expresidente y candidato republicano Donald Trump culpable en el juicio en que se le juzgaba por falsificar registros contables para encubrir el pago de un soborno a la actriz con fines electorales. Ha sido declarado culpable de los 34 delitos de que se le acusaba por la unanimidad de los 12 miembros del jurado requerida para alcanzarse un veredicto. “Soy un hombre muy inocente”, ha dicho Trump al salir del juzgado, retando a los ciudadanos al juicio de las urnas en las presidenciales del 5 de noviembre.
Trump se convierte en el primer expresidente de Estados Unidos condenado en un juicio penal. La sentencia llega a poco más de cinco meses de las elecciones presidenciales y suponen un terremoto en el panorama político estadounidense. Aunque buena parte de los seguidores de Trump decían que seguirían apoyándole aunque fuera declarado culpable, se trata de una situación sin precedentes y la reacción del electorado es imprevisible.
Una vez establecida la culpabilidad por parte del jurado, ahora es el juez el que tiene que imponer la sentencia. Está previsto que se dicte el 11 de julio. Los medios presentes en la sala indican que Trump se ha quedado sin respuesta, como petrificado en el banquillo, tras escuchar el veredicto. Al salir del tribunal se ha mostrado combativo y desafiante en una comparecencia de poco más de dos minutos ante los medios en la que no ha admitido preguntas.
“Esto es una vergüenza”, ha empezado Trump, que ha llamado “corrupto” al juez. “El verdadero será el 5 de noviembre por el pueblo. Ellos saben lo que ha pasado aquí y todo el mundo sabe lo que ha pasado aquí. No hemos hecho nada malo. Soy un hombre muy inocente. Estamos luchando por nuestro país. Estamos luchando por nuestra Constitución. Nuestro país está siendo manipulado en este momento. Esto fue hecho por la administración Biden”, ha seguido. “Hemos sido heridos por un oponente político. Y creo que es solo una desgracia. Y vamos a seguir luchando. Nuestro país se ha ido al infierno. Ya no tenemos el mismo país. Tenemos un desastre en declive. Somos una nación en decadencia, en serio, con millones y millones de personas que entran en nuestro país en este momento de prisiones e instituciones mentales, terroristas, y están apoderándose de nuestro país”, ha dicho, recurriendo a los bulos xenófobos en materia migratoria que considera que le resultan rentables electoralmente.
“Tenemos un país que tiene en grandes problemas. Pero esta ha sido una gran decisión amañada desde el primer día con un juez conflictivo, nunca se le debería haber permitido juzgar este caso. Nunca. Y lucharemos por nuestra Constitución”, ha concluido, en lo que parece avanzar su intención de recurrir hasta llegar al Tribunal Supremo, de mayoría conservadora, intérprete de la Constitución.
Los 34 delitos graves de falsificación de registros comerciales (facturas, cheques y apuntes contables) por los que ha sido declarado culpable son teóricamente punibles con hasta cuatro años de prisión cada uno, pero el juez puede dictar que se cumplan simultáneamente, en cuyo caso el máximo sería de cuatro años en total. Además, la ausencia de antecedentes penales obra en su favor y Trump podría quedar en libertad condicional. Junto a eso, el expresidente recurrirá, lo que puede dilatar la sentencia definitiva. Entretanto, el candidato Trump es un delincuente convicto.
En cada una de las decisiones, se requería unanimidad: bastaba una sola opinión discordante, para que el juicio fuera declarado nulo, si bien el juez Merchan podía invitar a los miembros del jurado a reconducir las deliberaciones para intentar un acuerdo. A pesar de la condena, Trump puede seguir adelante con su carrera electoral e incluso ser reelegido en noviembre.
Tras recibir instrucciones del juez Juan Merchan sobre la ley y los factores que debían tener en cuenta, las deliberaciones comenzaron el miércoles 29 de mayo. A petición de aquel, los miembros del jurado revisaron la declaración de otros testigos, ya que, como subrayó Merchan, no podían basarse únicamente en el relato del “cómplice” Michael Cohen, principal testigo de cargo y sobre cuyo testimonio se sustenta el caso. Por ello, solicitaron en primer lugar revisar la declaración de David Pecker, amigo de Trump y editor del tabloide The National Enquirer, una publicación clave en la ocultación de información desfavorable para los intereses del republicano en la campaña presidencial de 2016.
Durante la maratoniana sesión de alegatos finales, el martes 28, fiscalía y defensa intentaron convencer a los siete hombres y cinco mujeres, todos ellos vecinos de Manhattan, de la culpabilidad o la inocencia de Trump, respectivamente. Durante más de cuatro horas, el fiscal Joshua Steinglass acusó al expresidente de intentar “engañar” a los votantes en las elecciones presidenciales de 2016 mediante una trama delictiva para enterrar historias embarazosas que podían torpedear su campaña, especialmente entre las votantes. El pago del dinero negro a Daniels se realizó en octubre, semanas antes de los comicios, para acallar una relación sexual en 2006 que el republicano niega. “Este caso, en esencia, trata de una conspiración y un encubrimiento”, dijo Steinglass en el último turno de las conclusiones.
Por el contrario, el abogado principal de Trump, Todd Blanche, relativizó el argumento de la conspiración (”cualquier campaña presidencial lo es”, afirmó) y tildó al testigo estrella de la acusación, el exabogado de Trump Michael Cohen, de “mayor mentiroso de todos los tiempos”, al tiempo que proclamaba la inocencia de su cliente en todos los cargos y presionaba al jurado para una absolución.
En el juicio se presentaron evidencias de que Trump y sus aliados —Cohen, que ya fue juzgado y condenado por el soborno y la subsiguiente financiación ilícita de la campaña, y Pecker, el editor del National Enquirer— conspiraron para silenciar historias potencialmente embarazosas durante la campaña presidencial de 2016 mediante el pago de sobornos a Daniels y a la exmodelo de PlayBoy Karen McDougal. El abogado defensor dedicó buena parte de sus intervenciones durante el juicio a rebatir los testimonios de Daniels, a la que presentó como una aprovechada movida por el interés económico, y de Cohen, que le adelantó los 130.000 dólares que supuestamente costó su silencio. Al reembolsarle en 2017 el ya presidente ese dinero, más un bono y la parte proporcional de los impuestos —en total, 420.000 dólares—, la Organización Trump, el emporio familiar, lo registró como “gastos legales”, el meollo, para los fiscales, de los 34 delitos.
Aunque Trump ha negado repetidamente antes y durante el juicio su relación con Daniels, el fiscal explicó que el relato de la mujer sobre el supuesto encuentro de ambos en un hotel del Lago Tahoe, estaba lleno de detalles “que suenan a verdad”, como la decoración de la suite y lo que vio en el neceser de Trump. Steinglass admitió que la historia de la mujer era “confusa, hace que la gente se sienta incómoda al escucharla. Pero esa es la clave, porque refuerza el interés [de Trump] en comprar su silencio”, dijo Steinglass.
Abortar otro escándalo
El pago se realizó con el ruidoso telón de fondo provocado por el audio Access Hollywood, una grabación de 2005, pero divulgada en septiembre de 2016 —un mes antes del soborno a Daniels— en la que se podía oír a Trump jactándose de agarrar sexualmente a mujeres sin su permiso por ser famoso. Según los fiscales, la publicación de esa cinta, por parte del diario The Washington Post, convenció a Trump de la necesidad de abortar la posible revelación de la aventura con Daniels, para evitar otro escándalo de cara, sobre todo, a las votantes.
Las declaraciones de fiscales y abogados, antagónicas a la hora de evaluar la credibilidad de los testigos, la responsabilidad penal de Trump y la solidez de las pruebas, ofrecieron al jurado las últimas pinceladas para completar una tarea trascendental, sin precedentes en EE UU: la de decidir la condena o absolución de un mandatario y candidato presidencial antes de las elecciones de noviembre. El juicio de Manhattan, instruido por el fiscal Alvin Bragg, era ya histórico antes de celebrarse: ha sido el primero contra un expresidente de EE UU, y el único de los cuatro procesos penales que afronta Trump que se resuelve antes del 5 de noviembre, fecha de las elecciones presidenciales.
El mismo día que empezaba a deliberar el jurado, Trump no desaprovechó el plató mediático —delimitado por vallas, como una metáfora del porvenir— que le ofrecía el lóbrego pasillo de la 15ª planta del tribunal penal de Nueva York, para dar rienda suelta a las más peregrinas ocurrencias. La primera, compararse con la Madre Teresa de Calcuta, premio Nobel de la Paz. “La Madre Teresa no podría vencer estos cargos. Los cargos están amañados. Todo está amañado, pero ya veremos…”.
A su rival en la reelección en noviembre, el demócrata Joe Biden, a quien acusa de instigar el proceso, le dedicó denuncias infundadas: “Todo esto [el juicio] está armado para que los demócratas golpeen a su oponente político. Por Joe Biden, el peor presidente en la historia de Estados Unidos. Está destruyendo nuestro país. Está dejando entrar a millones de personas de las cárceles, de las prisiones, de manicomios, de instituciones mentales, traficantes de drogas. Venezuela, si nos fijamos en sus estadísticas de criminalidad, ha bajado un 72% porque están liberando a todos sus criminales en nuestro país debido a este horrible presidente que tenemos” (sic, según la transcripción de los periodistas acreditados en el pasillo).
Tampoco se ahorró un pronóstico electoral: ” El 5 de noviembre va a ser el día más importante en la historia de nuestro país. Vamos a recuperar nuestro país de estos fascistas y estos matones que nos están destruyendo con la inflación, y todo lo que hacen.”
El candidato republicano, que ha aprovechado los ratos libres entre sesión y sesión del juicio para hacer campaña, lidera la mayoría de las encuestas de intención de voto.