De las mujeres y el alcohol al altruismo: la vida del creador del Dr. Simi

Lady Gaga está sumergida en la interpretación de ‘Hold my hand’ cuando un peluche de un simpático doctor le golpea la cara, en medio de su concierto en Toronto. Se trata de la figura del Dr. Simi, mascota de la cadena de farmacias mexicanas fundada por el empresario Víctor González Torres.


Para artistas como Rosalía y The Killers este peluche resulta completamente nuevo, pero no para los mexicanos quienes llevan 25 años conviviendo con la mascota de las Farmacias Similares, cuyas botargas suelen bailar frenéticamente afuera de las instalaciones de esta franquicia que se dedica a vender medicamentos genéricos, y, al mismo tiempo, ofrece servicios de consultorio médica por 35 pesos (1,75 dólares), en un país donde los accesos a los servicios de salud no son universales y los medicamentos escasean en instituciones públicas.

Este proyecto que hoy incluso llega a posicionarse en eventos internacionales con peluches en los escenarios forma parte de un proyecto que, según González Torres, complementa su labor como autonombrado “protector de los que menos tiene”, lo cual no le ha salvado de las críticas de personajes como el zar de la pandemia en México, Hugo López-Gatell, quien afirma que sus farmacias son un engaño.

“Los consultorios adyacentes a la farmacia no resuelven los problemas de salud de mayor importancia […] estos consultorios no los van a resolver e incluso podrían poner en peligro su salud y su vida”, declaró López-Gatell el pasado 16 de agosto, sumando una más a las polémicas de Víctor González Torres.

De la fiesta al altruismo

Víctor González Torres nació el 1 de junio de 1947 en el seno de una familia acomodada que, desde el siglo XIX, se dedicó a la venta de medicamentos. Su bisabuelo, Felipe González Garza, fue creador de la cadena de farmacias Fénix y de Laboratorios Best, empresa que quedaría a cargo del llamado Dr. Simi en 1976.

A los 22 años, ya como contador, el joven González Torres sólo tenía tres intereses en su vida: el trabajo, el alcohol y las mujeres. Su meta era convertirse en un hombre rico y poderoso, una ambición motivada por un complejo de inferioridad que surgió en él debido a sus problemas de salud derivados de un nacimiento complicado en el que se usaron fórceps, como ha relatado el mismo empresario.

En el primer capítulo de su autoproducida bioserie Mi vida es lucha, se menciona que sus ambiciones eran mundanas y éticamente cuestionables, ya que para él la corrupción era una forma más de negociar, como se lo confesó a su amigo de la infancia Guillermo Ortiz, con quien esperaba fraguar buenos negocios cuando asumiera el cargo de secretario de Hacienda de México (objetivo que logró en 1994 con el expresidente Ernesto Zedillo).

Las diferentes empresas farmacéuticas familiares, hoy congregadas en el Grupo por Un País Mejor, gozaron de finanzas estables hasta 1994. Con la entrada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (hoy T-MEC) las patentes de medicamentos fueron reconocidas por lo que los fármacos genéricos (creados con los mismos principios activos, pero sin contar con tantas pruebas como los de patente) dejaron de ser una opción para el instituto Mexicano del Seguro Social, dependencia con la que González Torres tenía varios acuerdos.

La pérdida de contratos, un divorcio y la muerte de su padre provocaron una fuerte depresión en Víctor González quien, según narra en su bioserie, sólo encontró refugió en el altruismo: llevar juguetes a niños de pocos recursos, apoyar a centros religiosos, ayudar a damnificados en desastres naturales y hasta apoyar a enfermos de cáncer.

La nueva misión altruista del empresario hacia los pobres —inspirada en parte, por su nana María Morán, una mujer a la que describe como una “india otomí” que lo llevó en brazos hasta los cuatro años— se concretó con la creación de la Fundación Best, donde enfocó todos sus recursos para sus tareas altruistas hasta que en 2007 creó la Fundación Simi, la cual se encargaría de la labor altruista de todo el grupo, dejando a la primera como responsable de las cuestiones médicas.

Además, en 1996 iniciaría su primer proyecto político: el Movimiento Nacional Anticorrupción, el cual enfocaría su lucha contra los intereses de Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica —primera en cabildear contra los medicamentos genéricos— y reguladores mexicanos que obstaculizaban sus negocios.

“Lo mismo, pero más barato”

Para salvar la compañía familiar, y ya como parte de su nuevo altruismo, en 1997 Víctor González Torres inauguró la primera sucursal de Farmacia Similares con el slogan: “Lo mismo, pero más barato”. Estas franquicias de farmacias que se caracterizan por ofrecer servicios de consultoría médica a precios muy bajos, hoy ya suman más 7.000 farmacias en México y Chile, con ingresos (tan sólo en territorio mexicano) de 2.999 millones de pesos (149,5 millones de dólares), correspondiente al 10,9% del mercado farmacéutico, en 2019.

El éxito fue apabullante, en parte debido a las fuertes campañas publicitarias donde aparecía el doctor Simi rodeado de modelos y en el que hacía énfasis en la oferta de medicamentos baratos como una forma de altruismo y un desafío a la industria farmacéutica.

Para investigadores como Marco Antonio Leyva Piña y Santiago Pichardo Palacios, esto es una forma de “populismo de la élite” con el que empresarios buscan reemplazar al Estado ciertas funciones, en un acuerdo en el que aparentemente todos ganan. No obstante, esta falsa narrativa deja de lado la precariedad laboral en la que trabajan los médicos de dichos consultorios, cuyos ingresos se ven determinados por el número de consultas que realizan y por las comisiones de la venta de medicamentos del Dr. Simi, los cuales están a un lado del consultorio.

La popularidad de Víctor González fue tal que el empresario intentó imitar a su hermano, Jorge González, excandidato presidencial, fundador y primer presidente del Partido Verde Ecologista de México. En 2006 se postuló como candidato presidencial independiente, pero al no existir dicha figura en la legislación de aquel entonces, no pudo competir ni conocer cuánta gente colocó su nombre en la boleta electoral, como convocó en medios.

El misticismo megalómano

Para su campaña presidencial, González Torres cambió el tono de su propaganda a una más familiar y comenzó una labor de divulgación religiosa, que incluso se tradujo en varios programas de autoayuda llamados Ser feliz es posible en los que el empresario hablaba de temas como la libertad, la superación personal y hasta la “mística del Dr. Simi”.

Esta devoción religiosa surgió en él desde pequeño cuando memorizaba sus lecciones de catecismo y se enarboló en el 94 cuando se acercó a la madre Mariana Campero y Guajardo, de la Congregación de las Hermanas Trinitarias, y que lo orientó en sus primeras acciones altruistas.

La parte religiosa del Dr. Simi no queda sólo en lo mediático. Según un reportaje de 2008 del Centro Internacional de Noticias Knight Fellowships, los trabajadores de la matriz de Farmacias Similares se ven obligados a realizar una especie de rezo al Grupo por un País Mejor antes de iniciar sus labores en pasillos llenos de imágenes de la Virgen de Guadalupe y bustos de oro de González Torres.

Parte de su misticismo queda en evidencia en las cápsulas Mi vida es lucha que se publican semanalmente en redes sociales y que, además de mostrar la vida de González Torres, buscan despertar la solidaridad de las personas para que logren un despertar espiritual, alejado de cualquier pretensión de “admiración y adulación”, como precisa la conductora Luz Elena González al inicio de cada episodio.

Clave del cambio de rumbo en su vida, según explica el propio Víctor González, fue dejar de tener para comenzar a ser. Hoy, el empresario es para millones el Dr. Simi, una combinación que resulta de mezclar “un poco de Perón, Gandhi y Hugh Hefner”, según explicó él mismo en una entrevista al Diario de Yucatán.

Con información de Sputnik / Por: Mario Yberry.

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Sitio para nativos y migrantes digitales basado en la publicación de noticias de Tijuana y Baja California, etnografías fronterizas, crónicas urbanas, reportajes de investigación, además de tocar tópicos referentes a la tecnología, ciencia, salud y la caótica -y no menos surrealista- agenda nacional.
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Para artistas como Rosalía y The Killers este peluche resulta completamente nuevo, pero no para los mexicanos quienes llevan 25 años conviviendo con la mascota de las Farmacias Similares, cuyas botargas suelen bailar frenéticamente afuera de las instalaciones de esta franquicia que se dedica a vender medicamentos genéricos, y, al mismo tiempo, ofrece servicios de consultorio médica por 35 pesos (1,75 dólares), en un país donde los accesos a los servicios de salud no son universales y los medicamentos escasean en instituciones públicas.

Este proyecto que hoy incluso llega a posicionarse en eventos internacionales con peluches en los escenarios forma parte de un proyecto que, según González Torres, complementa su labor como autonombrado “protector de los que menos tiene”, lo cual no le ha salvado de las críticas de personajes como el zar de la pandemia en México, Hugo López-Gatell, quien afirma que sus farmacias son un engaño.

“Los consultorios adyacentes a la farmacia no resuelven los problemas de salud de mayor importancia […] estos consultorios no los van a resolver e incluso podrían poner en peligro su salud y su vida”, declaró López-Gatell el pasado 16 de agosto, sumando una más a las polémicas de Víctor González Torres.

De la fiesta al altruismo

Víctor González Torres nació el 1 de junio de 1947 en el seno de una familia acomodada que, desde el siglo XIX, se dedicó a la venta de medicamentos. Su bisabuelo, Felipe González Garza, fue creador de la cadena de farmacias Fénix y de Laboratorios Best, empresa que quedaría a cargo del llamado Dr. Simi en 1976.

A los 22 años, ya como contador, el joven González Torres sólo tenía tres intereses en su vida: el trabajo, el alcohol y las mujeres. Su meta era convertirse en un hombre rico y poderoso, una ambición motivada por un complejo de inferioridad que surgió en él debido a sus problemas de salud derivados de un nacimiento complicado en el que se usaron fórceps, como ha relatado el mismo empresario.

En el primer capítulo de su autoproducida bioserie Mi vida es lucha, se menciona que sus ambiciones eran mundanas y éticamente cuestionables, ya que para él la corrupción era una forma más de negociar, como se lo confesó a su amigo de la infancia Guillermo Ortiz, con quien esperaba fraguar buenos negocios cuando asumiera el cargo de secretario de Hacienda de México (objetivo que logró en 1994 con el expresidente Ernesto Zedillo).

Las diferentes empresas farmacéuticas familiares, hoy congregadas en el Grupo por Un País Mejor, gozaron de finanzas estables hasta 1994. Con la entrada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (hoy T-MEC) las patentes de medicamentos fueron reconocidas por lo que los fármacos genéricos (creados con los mismos principios activos, pero sin contar con tantas pruebas como los de patente) dejaron de ser una opción para el instituto Mexicano del Seguro Social, dependencia con la que González Torres tenía varios acuerdos.

La pérdida de contratos, un divorcio y la muerte de su padre provocaron una fuerte depresión en Víctor González quien, según narra en su bioserie, sólo encontró refugió en el altruismo: llevar juguetes a niños de pocos recursos, apoyar a centros religiosos, ayudar a damnificados en desastres naturales y hasta apoyar a enfermos de cáncer.

La nueva misión altruista del empresario hacia los pobres —inspirada en parte, por su nana María Morán, una mujer a la que describe como una “india otomí” que lo llevó en brazos hasta los cuatro años— se concretó con la creación de la Fundación Best, donde enfocó todos sus recursos para sus tareas altruistas hasta que en 2007 creó la Fundación Simi, la cual se encargaría de la labor altruista de todo el grupo, dejando a la primera como responsable de las cuestiones médicas.

Además, en 1996 iniciaría su primer proyecto político: el Movimiento Nacional Anticorrupción, el cual enfocaría su lucha contra los intereses de Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica —primera en cabildear contra los medicamentos genéricos— y reguladores mexicanos que obstaculizaban sus negocios.

“Lo mismo, pero más barato”

Para salvar la compañía familiar, y ya como parte de su nuevo altruismo, en 1997 Víctor González Torres inauguró la primera sucursal de Farmacia Similares con el slogan: “Lo mismo, pero más barato”. Estas franquicias de farmacias que se caracterizan por ofrecer servicios de consultoría médica a precios muy bajos, hoy ya suman más 7.000 farmacias en México y Chile, con ingresos (tan sólo en territorio mexicano) de 2.999 millones de pesos (149,5 millones de dólares), correspondiente al 10,9% del mercado farmacéutico, en 2019.

El éxito fue apabullante, en parte debido a las fuertes campañas publicitarias donde aparecía el doctor Simi rodeado de modelos y en el que hacía énfasis en la oferta de medicamentos baratos como una forma de altruismo y un desafío a la industria farmacéutica.

Para investigadores como Marco Antonio Leyva Piña y Santiago Pichardo Palacios, esto es una forma de “populismo de la élite” con el que empresarios buscan reemplazar al Estado ciertas funciones, en un acuerdo en el que aparentemente todos ganan. No obstante, esta falsa narrativa deja de lado la precariedad laboral en la que trabajan los médicos de dichos consultorios, cuyos ingresos se ven determinados por el número de consultas que realizan y por las comisiones de la venta de medicamentos del Dr. Simi, los cuales están a un lado del consultorio.

La popularidad de Víctor González fue tal que el empresario intentó imitar a su hermano, Jorge González, excandidato presidencial, fundador y primer presidente del Partido Verde Ecologista de México. En 2006 se postuló como candidato presidencial independiente, pero al no existir dicha figura en la legislación de aquel entonces, no pudo competir ni conocer cuánta gente colocó su nombre en la boleta electoral, como convocó en medios.

El misticismo megalómano

Para su campaña presidencial, González Torres cambió el tono de su propaganda a una más familiar y comenzó una labor de divulgación religiosa, que incluso se tradujo en varios programas de autoayuda llamados Ser feliz es posible en los que el empresario hablaba de temas como la libertad, la superación personal y hasta la “mística del Dr. Simi”.

Esta devoción religiosa surgió en él desde pequeño cuando memorizaba sus lecciones de catecismo y se enarboló en el 94 cuando se acercó a la madre Mariana Campero y Guajardo, de la Congregación de las Hermanas Trinitarias, y que lo orientó en sus primeras acciones altruistas.

La parte religiosa del Dr. Simi no queda sólo en lo mediático. Según un reportaje de 2008 del Centro Internacional de Noticias Knight Fellowships, los trabajadores de la matriz de Farmacias Similares se ven obligados a realizar una especie de rezo al Grupo por un País Mejor antes de iniciar sus labores en pasillos llenos de imágenes de la Virgen de Guadalupe y bustos de oro de González Torres.

Parte de su misticismo queda en evidencia en las cápsulas Mi vida es lucha que se publican semanalmente en redes sociales y que, además de mostrar la vida de González Torres, buscan despertar la solidaridad de las personas para que logren un despertar espiritual, alejado de cualquier pretensión de “admiración y adulación”, como precisa la conductora Luz Elena González al inicio de cada episodio.

Clave del cambio de rumbo en su vida, según explica el propio Víctor González, fue dejar de tener para comenzar a ser. Hoy, el empresario es para millones el Dr. Simi, una combinación que resulta de mezclar “un poco de Perón, Gandhi y Hugh Hefner”, según explicó él mismo en una entrevista al Diario de Yucatán.

Con información de Sputnik / Por: Mario Yberry.

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