Parece ciencia ficción, pero investigaciones muestran que alargar nuestra existencia es una posibilidad real.

El vertiginoso desarrollo de campos de la ciencia, como la ingeniería genética, la medicina regenerativa y la nanotecnología, se encuentra en una carrera contrarreloj: elevar la esperanza de vida de la humanidad. ¿Cuántos años puede llegar a vivir un ser humano?

Los más entusiasmados son algunos multimillonarios y ejecutivos de las Big Tech, quienes han creado poderosos consorcios biotecnológicos para generar terapias y vacunas antienvejecimiento.

¿Cuántos años puede llegar a vivir un ser humano?

Dos de los personajes que han metido de lleno la cabeza en esta competencia por vencer el paso del tiempo son el futurista jefe de Google, Ray Kurzweil, y el gerontólogo Aubrey de Grey.

Ambos aseguran que, quienes sobrevivamos hasta 2050, sumaremos, por cada año, 12 meses adicionales a nuestra esperanza de vida debido a los avances médicos.

Así, quien tenga finanzas sanas, cada década se internará en una clínica y recibirá un tratamiento de rejuvenecimiento y regeneración de células y tejidos.

Kurzweil y De Grey sugieren esta estrategia para aumentar la expectativa de vida y aseguran que es tan serio lo que proponen, que propiciaron la creación de una empresa llamada Calico, cuya principal misión es investigar y comprender la biología que controla el envejecimiento y desarrollar una tecnología para que la gente viva más y mejor.

Tras su nacimiento en 2013, se dieron al menos dos o tres oleadas de surgimiento de compañías antienvejecimiento que invirtieron millones de dólares en superar la muerte.

Ahora más que nunca –y por primera vez en la historia de la humanidad– muchas personas viven casi un siglo, y los hombres y mujeres de ciencia intentan que todos vivamos incluso más que eso con buena salud.

También son los tiempos en que la nueva biología del envejecimiento o rejuvenecimiento se pone al día con formidables avances; esa hora cuando más crece el número de laboratorios donde se investigan las causas de la senectud, y los demógrafos discuten si la esperanza de vida seguirá aumentando.

Igualmente, hoy, los grandes inversores no tienen límites para pagar por fármacos y terapias que prolonguen nuestra vida.

Así, las inversiones para evitar el efímero paso de la juventud por nuestras vidas dejan con la boca abierta a cualquiera.

Por ejemplo, la Longevity Science Foundation, entidad suiza de expertos en biotecnología, médicos y líderes en investigación de longevidad, invertirá más de 1,000 millones de dólares en los próximos 10 años para desarrollar tecnología enfocada en maximizar la vida humana saludable.

Otro caso es el de Altos Lab, empresa estadounidense financiada por multimillonarios como Jeff Bezos y Yuri Milner. En 2021, reclutó a expertos en rejuvenecimiento con el objetivo de impulsar tecnologías para vivir más años con salud.

Para ello, fichó a dos prestigiosos científicos españoles –Manuel Serrano y Juan Carlos Izpisua–, con salarios de más de un millón de dólares al año. El presidente del consejo científico asesor de la empresa será el japonés Shinya Yamanaka, Nobel de Medicina en 2012 por una técnica para rebobinar células adultas hasta el estado de las células de un embrión.

La clave está en nuestras células (y en un gusano mutante)

En la década de 1990, Cynthia Kenyon, de la Universidad de California, no solo descubrió el gusano mutante C. elegans, que vivía más del doble de lo habitual en cualquier gusano, sino que explicó la ruta molecular en que se basaba el fenómeno.

De ello escribió en la revista Nature: “Nuestros descubrimientos hacen pensar en la posibilidad de que esta longevidad se deba a un mecanismo regulador de la duración de la vida y proporcionan vías para entender cómo extenderla”.

El hallazgo de esta bióloga molecular cambió el paradigma de la investigación sobre el envejecimiento, porque los gusanos longevos eran la prueba viviente de que el tiempo de vida de las especies es móvil y lo que ocurre en una especie también puede suceder en las demás, incluida la nuestra.

Ahora, hace unas semanas, científicos del Laboratorio Biológico MDI, en Bar Harbor; Maine; del Instituto Buck, en Novato, California, y de la Universidad de Nanjing, en China, identificaron vías celulares sinérgicas para la longevidad, que multiplican por cinco la esperanza de vida en el gusano C. elegans.

Según los investigadores, la esperanza de vida de este nematodo, trasladada al humano, equivaldría a la posibilidad de una existencia de 400 o 500 años.

Lo trascendente es que este descubrimiento de mecanismos celulares podría abrir la puerta a terapias antienvejecimiento más efectivas en humanos.

Una investigación más es la del biólogo español Álvaro Fernández, investigador de la Universidad de Texas, quien logró aumentar 10% la longevidad de un centenar de ratones negros. La clave es la autofagia, el sistema de reciclaje de las células. Tal como explicó el doctor Serrano al periódico El País, estos resultados –en su percepción– muestran que el envejecimiento es una enfermedad, algo manipulable.

“En ratones se ha revertido, se ha conseguido que vivan más; incluso, se ha logrado que un ratón viejo vuelva a ser joven. Esto hace 10 años era ciencia ficción”.

La bióloga molecular María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas en España, propone el rejuvenecimiento de las células humanas mediante la extensión de sus telómeros: estructuras proteicas que protegen el extremo de los cromosomas que se deshilachan con la edad.

Asegura que “el germen de las enfermedades asociadas a la edad es el proceso de deterioro de las células”. Para ella “ha prescrito la idea de que el envejecimiento es algo inexorable e impenetrable a la ciencia”.

Para el doctor Miguel Ángel Ontiveros, profesor-investigador en el Tecnológico de Monterrey, “estudios indican que los cambios moleculares y bioquímicos se asocian con la etapa de envejecimiento celular y nos sitúan en la perspectiva futura de un importante aumento de la esperanza de vida”.

Los riesgos de vivir más años

Todo indica que en el siglo XXI viviremos más porque la ciencia médica nos permitirá gozar de los años que nos corresponden.

Por ahora, lo realista sería pensar en, al menos, doblar la esperanza vida. Pero ¿qué consecuencias tendría vivir 100, 120 o 150 años?

Para Ontiveros, se deben aprovechar los avances en la exploración biomédica que han dado valiosos años a la esperanza de vida y “enfocarnos en que sean años de calidad; esto nos hace reflexionar sobre el impacto que una creciente población humana genera sobre el planeta, los recursos y las relaciones ecológicas que ya están siendo alteradas”.

La presencia de millones de seres más longevos provocará grandes transformaciones en la estructura familiar tradicional, las relaciones entre padres e hijos, el matrimonio y −por supuesto− cambiarán los tiempos de aprendizaje y de actividad productiva.

La gente no se jubilará a los 65 y el paso de estafeta a la nueva generación se dilatará. También tendremos que pensar en qué hacer con una vida más larga…

El doctor Gustavo Merino, profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec, considera que gozar de una expectativa de vida de más de 90 años es maravilloso; pero, “los gobiernos deben irse preparando para contar con los recursos necesarios para cubrir pensiones, servicios médicos, recreativos y educativos para los adultos mayores. Vamos a necesitar más geriatras, centros de retiro, especialistas en cuidados médicos, enfermeras, etcétera”.

Merino concluye que, además de alistarnos ya para el cambio, hay que generar “una economía de cuidados donde la generación joven participe en la atención de las personas de la tercera edad, los hijos que ayudan a sus padres y abuelos sin renumeración. Es una actividad productiva y solidaria que crea áreas de oportunidad, empleo e innovación”. (J. Alberto Castro M.)