En los primeros días de su carrera, la homosexualidad de Warhol le convirtió en un extraño. Grandes nombres como Jasper Johns y Robert Rauschenberg lo describieron como demasiado moderno porque desdeñaba la escena artística neoyorquina heterosexual.
Andy Warhol, como la imagen de una de sus serigrafías, se multiplica. De repente, está en todas partes: en series documentales (Los Diarios de Andy Warhol en Netflix), en obras de teatro (The Collaboration en el Young Vic de Londres), y pronto, en una casa de subastas (su cuadro Marilyn Monroe sale a la venta en Christie’s en mayo).
¿Por qué esta obsesión por este artista pop? Creemos que hay resonancias sorprendentes en el presente que podrían estar alimentando el renacimiento. He aquí cinco de ellas:
1. La guerra, la muerte y el desastre
Los primeros años de la década de 1960 marcaron una época en la que, de forma muy parecida a la nuestra, la tensión procedente de Rusia era elevada y los medios de comunicación estaban inundados de escenas violentas de guerra (Vietnam se consideraba a menudo una guerra por delegación entre Estados Unidos y la URSS). La serie Death and Disaster de Warhol utilizaba la misma técnica de serigrafía que sus icónicas y kitsch obras de arte en latas de sopa, solo que esta vez utilizaba imágenes de periódicos como material de partida (accidentes de avión, envenenamientos, disturbios raciales y suicidios, por nombrar algunos).
El repetitivo proceso de serigrafía tenía el inquietante efecto de una especie de trastorno de estrés postraumático estetizado, evocando un deseo de apatía en tiempos de tragedia ineludible. “Ser una máquina” (uno de los mantras más citados de Warhol), no sentir nada, era el máximo escapismo.
2. ‘La gran C’
Casi medio siglo antes de que se convirtiera en uno de los focos mundiales de muerte por la covid-19, Nueva York se convirtió en el epicentro de la crisis del sida. En la década de 1980, Warhol perdió a muchos amigos a causa de la enfermedad y expresó el terror cotidiano en las anotaciones de su diario.
En muchos sentidos, esto habla de nuestras propias ansiedades en la era del coronavirus. Se refirió con sorna al sida como “la gran C”, después de que el alarmismo de los medios de comunicación llevara a la denominación generalizada de la enfermedad como “cáncer gay”.
En sus últimas obras vemos un retorno a su estilo anterior, pero con destacados temas religiosos, como su reelaboración de La última cena de Leonardo da Vinci. Algunas obras de esta serie final incluso incorporan titulares de prensa sobre la crisis del sida, como si se tratara de un acto final de restitución religiosa o quizás de súplica irónica.
3. Abrazar lo moderno
En los primeros días de su carrera, la homosexualidad de Warhol le convirtió en un extraño. Grandes nombres como Jasper Johns y Robert Rauschenberg lo describieron como demasiado moderno porque desdeñaba la escena artística neoyorquina heterosexual.
La mítica Factory se convirtió en un espacio para que Warhol abrazara lo cool acogiendo a un variopinto grupo de colaboradores LGBTQ+, muchos de los cuales están inmortalizados en la canción de Lou Reed Walk on the Wild Side.
Su serie de retratos Ladies and Gentleman celebra la belleza y la diversidad de la escena gay neoyorquina poniendo en primer plano a las drag queens y a las mujeres trans de color, siendo la más famosa la activista de los disturbios de Stonewall Marsha P. Johnson. La visión inclusiva de Warhol se dirige a una nueva generación de jóvenes LGBTQ+ inspirada por destacados iconos queer, desde Olly Alexander hasta RuPaul.
4. 15 minutos de fama
Warhol estaba inmerso en el mundo de los famosos, desde la fundación de la brillante Interview Magazine hasta el lanzamiento de su programa de la MTV Andy Warhol’s 15 Minutes. Alcanzó la fama a principios de la década de 1970 codeándose con las estrellas del Studio 54, muchas de las cuales se convirtieron en objeto de sus retratos, como Mick Jagger y Liza Minnelli.
Warhol entendía que la visibilidad era la clave de la fama: ser visto en el lugar adecuado, en el momento adecuado, con la gente adecuada. Su comentario de 1968 sobre los 15 minutos de fama está más vigente que nunca. Se anticipó a los gustos de Kim Kardashian, una estrella de la telerrealidad convertida en superestrella mundial, así como a la fama instantánea de la gente corriente que permiten los momentos virales en TikTok, Instagram y YouTube.
5. El hombre detrás del arte
La última oleada de contenidos sobre Warhol infunde al artista una nueva vulnerabilidad que nos hace cuestionar y replantear quién era realmente. Los Diarios de Andy Warhol nos presenta una figura profundamente defectuosa pero inquietantemente humana, muy alejada de la máquina de impresión robótica que tan desesperadamente pretendía ser. Parece que, en la época contemporánea, el hombre o la mujer que hay detrás del arte son tan importantes –si no más– que el propio arte.
Por encima de todo, estas representaciones recientes revelan la mitología siempre cambiante de Andy Warhol: sigue siendo moldeado por lo que queremos que sea. Como dijo la teórica del arte pop Lucy Lippard: “Las películas de Warhol y su arte no significan nada o mucho. La elección es del espectador”. Pero una cosa está clara, el protagonismo actual de Warhol parece sugerir que es un artista, una vez más, del momento.