El tribunal pone fin a 13 años de drama dos meses después de que al padre de la cantante le quitaran la custodia
Britney Spears saborea la libertad. La jueza Brenda Penny ha puesto este viernes un punto final al drama de casi 14 años que quitó fulgor a una de las máximas estrellas del pop. La custodia que restringió la vida personal y la carrera de Spears ha sido disuelta. La audiencia de esta tarde es la conclusión a meses de escandalosas revelaciones de dinámicas familiares abusivas y de la explotación de una artista en una historia que tiene como principal villano a Jamie y Lynne Spears, los padres de la cantante de 39 años.
La decisión de la jueza Penny no contó con la oposición de ninguna de las partes. A finales de septiembre, la togada de la Corte Suprema de California había calificado como “insostenible” la situación de la custodia. “Refleja un ambiente tóxico que requiere la suspensión como tutor de Jamie Spears”, dijo entonces Penny antes de quitarle la tutela. Tóxico, uno de los mayores éxitos de la cantante, fue también la palabra que machacó su abogado una y otra vez durante sus argumentos ante la magistrada. “Su padre ha sido abusivo, cruel y tóxico”, sentenció Mathew Rosengart, el abogado de la cantante. La llegada de este letrado a su vida cambió todo para Spears, quien inicialmente debió luchar en contra de la tutela con un abogado de oficio pues sus guardianes legales no le autorizaban un presupuesto para contratar una mejor defensa.
Aquella decisión fue objetada por la defensa del padre, siguiendo una estrategia iniciada en agosto de 2020. “No hay evidencia alguna que soporte esta suspensión. Su récord es impecable”, argumentó Vivian Thoreen ante la corte. Jamie intentaba seguir con el control de las decisiones personales y financieras de su hija, un poder que ejerció desde 2008. En 2019, no obstante, dejó de ser su mánager y se concentró en manejar el dinero de la artista. Fue ese mismo año que Britney puso en una pausa “indefinida” su carrera. Canceló la serie de conciertos que ofrecía en Las Vegas por supuestos problemas de salud de su padre e ingresó, nuevamente, a un centro de salud mental. Lleva sin cantar en público desde octubre de 2018.
En junio, en una audiencia insólita solicitada por la víctima, Spears contó al mundo lo que era su vida bajo el yugo de la tutela. “No estoy contenta. No puedo dormir. Estoy enojada y deprimida. Lloro todos los días”, dijo Britney por teléfono a la jueza Penny y dijo que todos los responsables de su condición “deberían estar en prisión”. Su testimonio causó mucho impacto entre el centenar de seguidores que lo siguieron a las afueras del tribunal ubicado en el centro de Los Ángeles. “Quiero casarme y tener un bebé, pero tengo un DIU para que no me embarace”, dando a entender que la custodia legal la impide para tener más de los dos hijos que tuvo con el bailarín Kevin Federline, de quien se divorció en 2006.
Spears tenía montado un Gran Hermano sobre su hija. Un equipo de empleados le reportaba si esta tomaba sus medicinas, acudía a sus sesiones con médicos y terapeutas, opinaba sobre las drogas que le eran suministradas e incluso, con ayuda de la empresa de seguridad Black Box, monitoreaba y controlaba las llamadas, mensajes, fotografías, correos electrónicos y hasta datos de navegación de su hija. La cantante, que saltó a la fama a los 16 años en 1996 con Baby One More Time, no podía usar su coche ni recibir visitas de amistades o novios sin que estas fueran vigiladas.
Las cosas cambiaron a finales de octubre, cuando Jamie despidió a Thoreen y contrató a Alex Weingarten, un abogado que, a inicios de noviembre, afirmó en una nota a la corte que su cliente estaba de acuerdo con poner fin a la custodia. “Jamie ama y apoya incondicionalmente a su hija… Como ha hecho toda su vida, hará todo lo necesario para protegerla. En los últimos 13 años esto significó ser su guardián legal y ahora significa terminar la custodia… Jamie cree que la custodia debe terminar inmediatamente”, señalaba el documento.
Un villano salía del escenario para dejar lugar a otro, la madre de la artista. “Mi padre fue quien inició la custodia hace 13 años… pero lo que la gente no sabe es que fue mi mamá quien le dio la idea”, señaló Spears en Instagram en una publicación que posteriormente borró, pero que fue suficiente para alimentar por días la telenovela de su desgracia. “Ella arruinó mi vida secretamente”, sentenció, de acuerdo a la revista People.
Lynne Spears, la madre de la artista, solicitó a Britney 660.000 dólares para costear la representación legal en el caso que se ha llevado de la custodia. Este monto, propuso el 1 de noviembre en una moción escrita ante la corte, podría restarse de los 60 millones de la cantante que eran manejados en un fideicomiso hasta septiembre. La progenitora, de 66 años, contó a la corte una versión que no coincide con la figura que pinta su hija. Argumentó ante el tribunal que ella fue la primera que puso en duda las aptitudes de Jamie para continuar. Finalmente ha sido la jueza Penny la que ha concluido el drama familiar de los Spears, que duró 13 años. Britney tiene finalmente su día de la independencia.
Una nueva vida lejos de los escenarios
Entre otras decisiones importantes, la cantante se ha comprometido con su novio, el actor Sam Asghari; está pasando todo el tiempo que puede con sus hijos, se ha premiado con unas vacaciones de ensueño, ha conseguido descansar de todo el estrés causado por las investigaciones y los juicios, e incluso recuperar aficiones perdidas.
Además, la artista ha retomado el contacto con sus seguidores a través de las redes sociales, donde comparte todos sus progresos y les manda mensajes de cariño, prueba de la ausencia de control paterno. Con quien no habla ni piensa hacerlo de momento es con su familia más cercana, a quienes acusa de la pesadilla que le ha tocado vivir en la última década. Además de calificar a su padre de haberla explotado hasta límites insospechados, también ha querido culpar a su madre, que aparentemente tuvo la idea de la tutela legal; y de su hermana pequeña, Jamie Lynn Spears, a la que acusa de no haberle ayudado en su momento y haberse aprovechado de su fama y fortuna.
El único que de momento se libraría de la ira de Britney sería su hermano mayor, Bryan, productos de televisión del que apenas se sabe nada y que siempre ha estado cerca de su hermana, siendo uno de sus primeros representantes al inicio de su carrera. De hecho, sería con el único que todavía mantendría el contacto directo, al ser el único que habría defendido sus deseos de liberarse de la tutela.
“Siempre ha querido salir de esa situación. Es muy frustrante tener que vivir algo así”, decía su hermano en una rara intervención en el podcast As Not Seen on TV, en 2020, “Aunque alguien venga con la mejor intención, tener a una persona que te diga constantemente lo que tienes que hacer tiene que ser frustrante. Lleva tiempo queriendo salir de esa situación”.
A pesar de sus palabras, Bryan Spears defendía que su padre lo había hecho “lo mejor que pudo”, dadas las circunstancias. Su hermana, sin embargo, solo espera terminar con todo cuanto antes.
“He trabajado muy duro pero ahora que está aquí y se está acercando el final me siento muy feliz pero a la vez hay muchas que me dan miedo”, se sinceraba la cantante en Instagram, mandando un dardo directo a su familia: “Que Dios tenga piedad por el alma de mis familiares si algún día me decido a conceder una entrevista”.
A partir de ahora, la cantante recuperará el control de su vida y, de momento, piensa dedicarse a su familia. Lo que no piensa hacer es dar un solo concierto más, tras sentirse esclavizada durante tanto tiempo, por lo que sus seguidores tendrán que ser pacientes si quieren volver a ver a la princesa del pop sobre un escenario.