Borges también se adelantó a la sociedad de la sobreinformación. Y hasta se podría decir que contribuyó a crearla en ‘La Biblioteca de Babel’.
¿Fue realmente Borges un visionario de internet? ¿Se puede considerar premonitorio su relato ‘La Biblioteca de Babel’, escrito en 1941? ¿Intuyó, mucho antes que Tim Berners-Lee, la idea de una vasta red capaz de albergar todos los frutos del conocimiento humano?
Varios libros y artículos periodísticos han indagado en los últimos años en cómo las obras del escritor argentino Jorge Luis Borges, fallecido en 1986, prefiguraron la realidad virtual total en la que vivimos. La estadounidense Perla Sassón-Henry, autora de ‘Borges 2.0: del texto a los mundos virtuales’, refiere cómo internet, Wikipedia y los blogs guardan una gran relación con los cuentos del escritor. Supo convertir al lector en “un participante activo”, al igual que ocurre con los usuarios de la red global y el hipertexto.
El hipertexto de Borges y Cortázar
En ‘El jardín de senderos que se bifurcan’ (1941), se intuye una génesis de la hipertextualidad: “El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros”, escribe Borges, e imagina “una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos (…) que abarca todas las posibilidades”.
Aunque en la narrativa hipertextual anterior a internet también merece honores Julio Cortázar. El escritor argentino de origen belga sentó en ‘Rayuela’ (1963) una original forma de leer la novela, con esa secuencia de saltos entre capítulos que hoy ya nos parece de lo más normal a los migrantes digitales. Y, por supuesto, a los nativos.
Volvemos a Borges por otro sendero: en ‘El Aleph’ (1949), recrea la existencia de una pequeñísima esfera que brillaba en un viejo caserón de la bonaerense calle Garay. Era “el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”. A través de ella, el protagonista de la historia pudo ver “el populoso mar, el alba y la tarde, las muchedumbres de América, una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, un laberinto rojo…”. Basta con conectarse a Google Earth, o a su hermano gemelo Google Street, para entenderlo con ojos del siglo XXI.
La primera Wikipedia
Quien busque un origen literario de la Wikipedia puede adentrarse en las páginas de ‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’ (1940). Borges plantea la creación de una gran enciclopedia en la que participan “una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de ingenieros, de metafísicos, de poetas, de químicos, de algebristas, de moralistas, de pintores, de geómetras (…) Ese plan es tan vasto que la contribución de cada escritor es infinitesimal”. La Wikipedia, creada 61 años más tarde, cuenta en la actualidad con más de 46 millones de artículos redactados, de manera colaborativa, en 288 idiomas.
Internet, «un idiota completo»
También hay quien encuentra en Borges no solo la profecía, sino también la refutación de las nuevas tecnologías. El filólogo italiano Umberto Eco, fallecido en 2016, solía mostrar su visión un tanto apocalíptica de internet recurriendo al famoso cuento borgiano ‘Funes el memorioso’ (1944). En él se narra la historia de un hombre que lo recordaba todo, sin descartar nada, ni siquiera una sola de las palabras que había escuchado en su vida, “ni cada hoja de cada árbol o cada ráfaga de viento”.
En una clase magistral sobre ‘El futuro de la memoria’, dictada por Eco en el Salón del Libro de Turín de 2010, el semiólogo comparaba al protagonista del relato con la red de redes: “Hoy en día, internet es como Funes, un idiota completo que recuerda y no filtra”.
Y no solo eso. En otro pasaje del cuento, Borges pone en boca de Ireneo Funes: “Mi memoria es como un vaciadero de basuras”. No hay forma más literaria de anticiparse en siete décadas a las fake news.
Borges, Komada y la sobreinformación
Y lo curioso es que el analógico Borges, el bibliotecario y ciego Borges, siempre se mostró bastante escéptico ante los avances tecnológicos de su época.
Lo aseguró su viuda, María Kodama -en la imagen, el pasado lunes 14 de mayo, en Madrid, durante la presentación del libro La biblioteca de Borges’- en una visita que hizo la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, en 2011: “Él no tenía televisión y la única vez que se sentó ante un aparato fue cuando el hombre llegó a la Luna”.
En una entrevista concedida a Julio César Calistro en 1983, el propio autor reflexionaba así sobre el asunto: “Yo, por ejemplo, alcancé a ver por televisión la llegada del hombre a la Luna. Esa inmediatez ayudó a que se formara parte de la noticia del día y se olvidara después con tantos nuevos Apolo. En cambio, hubiese sido distinto si se anunciara que el hombre había llegado a la Luna y después cada uno soñara cómo había ocurrido. Sin embargo, nos acosan con tantas noticias…”.
Sí, Borges también se adelantó a la sociedad de la sobreinformación. Y hasta se podría decir que contribuyó a crearla en ‘La Biblioteca de Babel’, esa infinita sucesión de galerías hexagonales capaces de albergar todos los libros posibles, que el autor equiparaba con el universo y que hoy llamamos internet.