La agrupación, cuyo éxito ha crecido de forma exponencial, conversa acerca de su nuevo álbum ‘Jugando a que no pasa nada’ y de sus grandes hitos del último año.
Por: RODRIGO SORIANO / El País
Es temprano. Tres de los músicos de Grupo Frontera conversan con su equipo sobre futuros proyectos en una pequeña terraza de un hotel en el Paseo de la Reforma, en el corazón de Ciudad de México. Toman electrolitos, agua y comen papas de bolsa bajo la mirada de algunos transeúntes curiosos que pasan por la calle. No se acercan a la mesa; murmullan entre ellos y siguen caminando. Es la banda que ha crecido de forma meteórica en dos años: arrasaron con su primer álbum, El comienzo, acompañaron al puertorriqueño Bad Bunny en el festival Coachella y amenizaron el Zócalo durante El Grito de Independencia. Hace unos días, la banda lanzó Jugando a que no pasa nada, un segundo disco con el que buscan acuñar el sello Frontera, registrar entre el público el sonido que les hace especiales. “Fue más que nada un experimento. Obviamente no dejamos la cumbia, que es este nuestro sello, pero quisimos explorar, salir de nuestra zona de confort”, explica a este diario Alberto Beto Acosta, el bajo quintista de la agrupación.
La maquinaria de la banda surgida en el fronterizo municipio de McAllen, Texas, está engrasada y en marcha. Acosta (32 años), Adelaido Payo Solís (21) y Carlos Guerrero (29) esperan en la terraza. Minutos después, Julián Peña (28) y Juan Javier Cantó (30), bajan de sus habitaciones. Todos nacieron al norte de la frontera con México, excepto Cantó, que nació en Monterrey, Nuevo León. Nunca pensaron conseguir las colaboraciones ni las actuaciones que han llevado a cabo en este periodo. “[Hacer música] era algo que queríamos hacer los fines de semana. Queríamos hacer un poco más de dinero, Beto lo quería agregar a la compañía que tenía de fotógrafos para quinceañeras, para poder tocar. Siempre he dicho que era algo que soñábamos pero nunca imaginábamos”, narra Solís, el vocalista y el más joven de la banda. “Creo que ninguno de nosotros esperábamos esto”, añade mientras el resto de compañeros asienten cómplices.
“Siempre he dicho que era algo que soñábamos pero nunca imaginábamos. Creo que ninguno de nosotros esperábamos esto”
Adelaido Solís, cantante de Grupo Frontera
La explosión del grupo comenzó con una versión cumbiera del No se va,de los colombianos Morat. Un éxito rotundo en TikTok, la plataforma de moda entre la generación Z. “Desde que empezamos, siempre estuvieron los comentarios de las fans de Morat de que los estábamos copiando, robando su canción. La verdad, nunca fue así. Nosotros éramos y somos fans de Morat”, expresa el cantante. En este último álbum, los Frontera cerraron el círculo abierto hace dos años al colaborar por primera vez con el grupo colombiano en un estudio. El resultado, el tema Los dos. Fueron los chicos de Morat quienes les enviaron la canción a los mexicanos para que saliese a la luz como un tema en solitario. “Dijimos que era mejor hacerla juntos. Se grabó y fue como una fusión perfecta de los dos grupos”, dice Solís.
Grupo Frontera nació en un momento de buena salud del regional mexicano. Un dato que muestra esta situación es el de los pagos realizados por Spotify a los dueños de los derechos de autor. Las regalías generadas por los músicos mexicanos en 2023 fue de 5.300 millones de pesos (alrededor de 290 millones de dólares), cinco veces más que en 2017, según reflejan las cifras de la plataforma musical.
“Mantequilla y sal”
Nombres de algunos de los referentes de la escena pop y urbana como Arcángel o Shakira han buscado a la agrupación para incursionar en la cumbia norteña, que a menudo trata el tema de las rupturas y la melancolía. “Es chido. Yo creo que es un tiempo raro en el que todos están unidos, donde la música ahorita es de todos y para todos […] No hay conflicto, y además todo viene por la música mexicana que nos encanta”, reflexiona Peña, conguero y animador del grupo.
En Jugando a que no pasa nada, se han sumado cuatro artistas: Maluma, Christian Nodal, Morat y Nicki Nicole.
―¿Cómo cocinan este tipo de colaboraciones?
―Primero le echas mantequilla, y luego le echas la sal―, bromea Peña.
―No, hazte cuenta que [el compositor y productor] Edgar Barrera nos manda las canciones y nosotros las empezamos a trabajar y a pensar. Y es cuando tenemos una junta y decimos “esta canción le queda a tal artista”, o él [Barrera] a veces te llega de que este o aquel artista quiere trabajar con ustedes―, resume Cantó.
Mandan su versión, los otros artistas les responden enviando las suyas. Cuando ya queda algo uniforme, se juntan. “Procuramos que haya química”, dice Acosta. Y Guerrero le completa la frase: “Con todas las colaboraciones que hemos tenido, nos hemos hecho muy amigos”.
La recomendación de un presidente
El mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, comenzó a recomendar en junio del año pasado una serie de canciones al final de sus conferencias de la mañana. El presidente buscaba “orientar” a los jóvenes y contrarrestar el éxito de los corridos tumbados (un subgénero de gran éxito en el país marcado por las referencias al narcotráfico, la violencia y el hedonismo). Entre esos temas, aparecía de manera recurrente el nombre de Grupo Frontera, que mantienen una línea “más limpia”, libre de fuertes polémicas. “Puso la canción de No se va, entonces todos nuestros papás y tíos por Whatsapp nos decían: ‘Oye, que el presidente los mencionó a ustedes”, recuerda Acosta.
Pensaron que era una casualidad, pero al siguiente día volvió a repetirse la escena. Y al cabo de unas semanas, otra vez. Los organizadores del evento del 15 de septiembre en el Zócalo se acercaron a su equipo. Ellos creyeron que se trataba de una broma (“ta’ bueno, diles que sí, pero no creo que sea posible”, dijeron). López Obrador confirmó la actuación. “Nos sentimos muy orgullosos de haber estado en el Zócalo en un día tan importante. Estábamos muy nerviosos. En la tarde llovió un poco, y estábamos bien asustados. Vimos en TikTok a la gente corriendo. Pero ya nos calmamos. Fue un orgullo que nos tuviese en cuenta, siendo nosotros también mexicanos”, dice el bajo quintista.
El grupo prevé comenzar una nueva gira en agosto, ya acostumbrados a los grandes escenarios, pese a la corta trayectoria. El tour les llevará por Estados Unidos, Canadá y México en cerca de una cuarentena de citas. “Para todos ha sido un aprendizaje desde cero. Algunos de nosotros ya tenían experiencia en el escenario, pero creo que nadie de nosotros estamos acostumbrados a mucha gente. Ahorita ya lo tenemos todo muy bien organizado en el escenario. Nos divertimos más, porque estamos más a gusto”, comenta Peña.
Antes de comenzar la entrevista, les han tomado unas fotos en un rincón de la pequeña cafetería. Incluso una fotografía instantánea que el cantante ha firmado y que aún tardará unos minutos en revelarse. No llevan ni botas ni sombreros norteños, sino conjuntos urbanos que dicta la tendencia actual: gorras de visera plana, pantalones de mezclilla y camisetas holgadas. Pero con el álbum buscan mantener el costumbrismo melancólico del regional. Lo resume Acosta: “Este disco lo hicimos para que la gente lo disfrute. Te encierras en la camioneta y lo pones. Dejas de pretender que todo está bien y te pones triste con las canciones”.