Agar Marín, la neurocientífica que estudia la mente de los maltratadores

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La mente de un maltratador machista funciona de una manera diferente en lo que a empatía y regulación emocional con sus parejas se refiere, concluye la neurocientífica.


Por: CARLOS BARRIO 

¿Cómo funciona la mente de un maltratador machista? De una manera diferente en lo que a empatía y regulación emocional con sus parejas se refiere. Esta es una de las importantes conclusiones a las que ha llegado la neurocientífica onubense Agar Marín Morales.

Marín es licenciada en Psicología por la Universidad de Huelva (UHU) y doctora en Psicología por la Universidad de Granada (UGR). Su tesis doctoral, realizada en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la UGR y presentada en 2021, ha marcado un punto de inflexión en los estudios neurocientíficos sobre el comportamiento machista. El título de esta marca bien los parámetros de la investigación llevada a cabo: ‘Mecanismos cerebrales de la toma de decisiones morales y la regulación emocional, reevaluación cognitiva y empatía, en hombres condenados por violencia de género’.

La investigación como lucha

Cuenta la doctora Marín que siempre ha estado en involucrada en mejorar la vida de las personas en riesgo de exclusión social y en la reivindicación por la igualdad de género. La neurociencia le interesó desde el inicio de sus estudios universitarios, con la asignatura de Psicobiología, que en la actualidad imparte como profesora. “Aprendí mucho sobre la relación entre el funcionamiento del sistema nervioso y nuestro comportamiento y no he dejado de profundizar en ello”.

Ese interés por la investigación le llevó a hacer el trabajo de fin de máster (con Miguel Pérez y Juan Verdejo, futuros directores de la tesis) sobre neuroimagen y violencia de género. “Desde entonces, vi la investigación como otra forma de reivindicar la lucha contra la violencia de género”.

Agar Marín, junto a Juan Verdejo-Román y Miguel Pérez en la máquina de resonancia magnética.

– Dedica la tesis a su abuela, “activista y revolucionaria”. ¿Influyó de alguna manera su familia en la elección de sus estudios y la investigación realizada?

Mi abuela era feminista. Siempre luchó por una sociedad igualitaria. Estudió Física, una carrera compuesta por hombres, con lo difícil que era entonces para una mujer compaginar los intereses intelectuales y profesionales con los ‘deberes familiares’. Ella es un ejemplo de mujer luchadora, feminista y activista, y gracias a mujeres como ella estamos en el camino hacia un mundo más justo e igualitario. No es que mi familia haya influido directamente en mis estudios, pero sí que me han transmitido los valores fundamentales, como igualdad, justicia, libertad, respeto, que guían mi vida a nivel personal y profesional.

Una actividad cerebral distinta

– A la vista de su investigación, ¿se puede concluir que los agresores muestran una actividad cerebral distinta ante determinados estímulos?

Exacto. Los hombres condenados por violencia de género muestran una actividad cerebral distinta en comparación con otros (hombres condenados por otro tipo de delitos y hombres sin antecedentes penales) en cuestiones relacionadas con la toma de decisiones morales, la empatía y la regulación emocional. En concreto, muestran una activación cerebral diferente ante estímulos relacionados con violencia de género, pero no con otro tipo de estímulos.

– ¿Podría llegar a entenderse como un tipo de disfunción cerebral?

No, en ningún momento se puede entender como un daño o disfunción cerebral, ya que muestran un funcionamiento cerebral normal ante situaciones que no son de violencia de género.

– ¿Esos mecanismos de reacción ante una situación de violencia de género son siempre adquiridos o podrían ser también innatos?

Los hombres maltratadores se crean en la sociedad patriarcal en la que vivimos. Por tanto, no nacen siendo maltratadores, sino que a través de la educación y el ambiente aprenden valores, actitudes y comportamientos sexistas basados en la desigualdad que moldean el cerebro.

“Jamás sería un atenuante”

– ¿No se corre el riesgo de que ese patrón específico que muestra la distinta actividad cerebral del maltratador pueda ser usado en un juicio como atenuante para una pena?

En ningún momento se puede contemplar como un daño cerebral, y por tanto, no puede ser usado en un juicio como atenuante. Sería un error injustificable. En ningún momento esto puede merecer una reducción de la responsabilidad penal en los hombres condenados por violencia de género.

– ¿Qué fin práctico pueden tener estos estudios?

Los resultados de estas investigaciones podrían ser usados como herramientas para mejorar los tratamientos psicológicos que se ofrecen a los hombres maltratadores, centrando el tratamiento en los valores morales y en las habilidades de regulación emocional y empáticas hacia sus parejas y/o exparejas específicamente. Y, por otro lado, en programas de prevención, educando a la sociedad en general, y a los niños y adolescentes específicamente en relación a estas habilidades hacia sus parejas o futuras parejas.

No son determinantes

– ¿Hasta qué punto el factor neurocientífico ayuda a armar el perfil psicobiosocial del maltratador?

Las variables neurocientíficas no son determinantes ni causan el maltrato, sino que son uno de los factores que contribuyen a que se ejerza la violencia. Forman parte de un conjunto de variables, educativas, sociales e individuales de cada persona. Es importante estudiarlas para tener un análisis global y completo sobre los factores que influyen en el comportamiento violento de los maltratadores. Solo así podremos mejorar los tratamientos, la prevención y proteger a futuras víctimas.

– ¿Cómo se realiza un estudio neurocientífico de este tipo?

He llevado a cabo distintos experimentos utilizando la resonancia magnética para analizar los mecanismos cerebrales de los hombres maltratadores cuando realizan unas determinadas tareas, tales como decisiones morales, regulación emocional o empatía.

El dilema del maltratador

– ¿Cuáles son los pasos principales de ese trabajo?

En el primer estudio evaluamos los mecanismos cerebrales de los hombres maltratadores cuando procesaban dilemas morales sobre violencia de género en comparación con dilemas morales sobre otros tipos de violencia. La tarea consta de 40 dilemas en total. Los dilemas se presentaban en formato de texto mediante tres pantallas. En la primera pantalla se mostraba la situación, en la segunda pantalla se les indicaba las consecuencias de elegir una u otra opción y en la última pantalla se les realizaba la pregunta, en la que los participantes tenían que contestar si o no.

– ¿Podría poner un ejemplo de un dilema de violencia de género?

Sí, estas serían las tres pantallas a las que me refiero:

1: “Tu mujer se ha comprado ropa muy provocativa para trabajar en un bar. Sabes que los hombres le dirán cosas humillantes y se sobrepasarán con ella, además cogerá muy mala reputación. Intentas explicárselo pero no lo entiende, de forma que la única forma de convencerla es romperle la ropa a tijeretazos y decirle que parece una prostituta”.

2: “Si rompes a tijeretazos la ropa de tu mujer y le dices que no se vista como una prostituta, ella se vestirá más discreta y podrá trabajar tranquilamente. Si no, se pondrá esa ropa y cogerá muy mala fama, además corre el peligro de que los hombres la humillen y se propasen con ella”.

3: “¿Romperías a tijeretazos la ropa de tu mujer y le dirías que no se vista como una prostituta para evitar que se propasen con ella y que adquiera mala reputación?”.

“No les supone conflicto moral”

– ¿Se deduce que a los agresores no les supone un conflicto moral decidir si maltratan o no a su pareja?

Los resultados muestran que la actividad cerebral ante los dilemas morales sobre violencia general era similar entre grupos (maltratadores y otros delincuentes). Sin embargo, los maltratadores no activaron las áreas implicadas en la moralidad ante los dilemas sobre violencia de género, y el grupo de otros delincuentes sí. Esta activación diferencial en el grupo de los hombres maltratadores parece indicar que: 1) no tienen un daño en las áreas implicadas en la moralidad, ya que las activan ante ciertos dilemas; 2) decidir comportarse de forma violenta hacia sus parejas, no les supone un conflicto moral. Tenemos que seguir profundizando en esto.

– ¿En todos los condenados por maltrato se obtuvieron los mismos resultados?

Los resultados de los estudios de neuroimagen se analizan por grupos, no individualmente. Se realizan las medias de la activación cerebral para cada grupo y se comparan entre sí.

– ¿Cuántos hombres condenados por maltrato y por otros delitos se prestaron al estudio?

En el estudio sobre los dilemas morales, se evaluaron a 21 hombres condenados por violencia de género y a 20 hombres condenados por otros delitos. En el resto de los estudios se evaluaron a 26 hombres condenados por violencia de género, 27 hombres condenados por otros delitos y 29 hombres sin antecedentes penales. Estos estudios forman parte de proyectos concedidos por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital y por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Todos los participantes colaboraron en el estudio de forma voluntaria. Y en el caso de los grupos de delincuentes, no recibían beneficios a nivel penitenciario por participar.

La reacción cerebral

– Evaluó la regulación emocional con máquinas de resonancia magnética. Los maltratadores activaban las mismas zonas cerebrales que otros que no lo son ante imágenes desagradables, pero no ante las relativas al maltrato. ¿Cómo se ve eso en una resonancia?

En el estudio de regulación emocional comparamos la activación cerebral entre grupos (maltratadores, otros delincuentes y sin antecedentes) mientras que respondían ante imágenes de diferente contenido (violencia de género, desagradables y neutras): aumentando su emoción, reduciendo su emoción u observando su emoción sin regular.

En esta imagen se observa un ejemplo de uno de los resultados encontrados. Se muestra la activación diferencial de un área implicada en la regulación emocional y empatía en maltratadores en comparación con el grupo de hombres sin antecedentes penales durante la tarea de regulación emocional ante imágenes de violencia de género.

En concreto, los hombres maltratadores mostraron una menor activación cuando se les solicitaba que aumentaran su emoción o empatizaran ante imágenes de violencia de género. Además, cruzamos los datos con test psicológicos y dicha activación diferencial se relacionó con una peor empatía y con estrategias desadaptativas de regulación emocional. Lo cual podría indicar que muestran menor empatía y mayores estrategias de regulación emocional desadaptativas ante sus parejas específicamente.

– ¿Les ha comentado los resultados a los que se prestaron al estudio? ¿Cómo reaccionaron?

No les he comentado los resultados del estudio. Pero si ellos tuvieran interés, estaría encantada de hacerlo. La gran mayoría de los participantes mostraron gran motivación mientras colaboraban en el estudio.

“Es necesario fomentar valores de igualdad”

– ¿En qué medida la investigación puede contribuir a la prevención de la violencia de género?

Tal como indiqué en la tesis doctoral, estos estudios han encontrado un patrón cerebral específico en maltratadores que ha sido respaldado con las medidas psicológicas (moralidad, regulación emocional y empatía), permitiendo aumentar el conocimiento sobre la violencia de género. Los maltratadores tienen un sistema moral relacionado con el sistema patriarcal en el que son socializados que les hacen justificar su comportamiento violento. Por tanto, el fomento de valores basados en la igualdad a nivel familiar y social es esencial para reducir la violencia de género.

Por otro lado, fomentar la empatía y estrategias de regulación emocional adaptativas es fundamental tanto en la prevención primaria, disminuyendo la incidencia o la probabilidad de que los hombres maltraten a sus parejas/exparejas; en la prevención secundaria, mediante el fomento de dichas habilidades en los hombres que presentan mayor riesgo de ejercer violencia para evitar que ocurra; y en la prevención terciaria, mediante el tratamiento psicológico de hombres que han maltratado a sus parejas, con el objetivo de rehabilitar y reinsertar.

– ¿A que se dedica en la actualidad?

En este momento continúo profundizando en el estudio de las características neurocientíficas de los hombres maltratadores (Universidad de Granada) y soy profesora en la Universidad de Huelva, en el grado de psicología.

“Los recursos para investigar, muy limitados”

– ¿Cómo ve la investigación neurocientífica en España?

La investigación en general es precaria en nuestro país. He realizado la tesis doctoral a través de una ayuda muy competitiva (Ayudas para la Formación del Profesorado Universitario, FPU), compaginando la investigación con la docencia. Defendí mi tesis doctoral y a pesar de la formación que he obtenido, mediante formaciones, cursos y varias estancias internacionales, y de la multitud de horas invertidas en el trabajo que he realizado, veo que las oportunidades y los recursos son muy limitados. Esto no puede seguir siendo así. Los contratos posdoctorales son muy escasos, y la opción más viable para continuar con la investigación es hacer el sacrificio de emigrar, dejando así proyectos personales. Desde aquí pido al Gobierno que se invierta más en ciencia y que se cuide y valore a las y los investigadoras/es. Sin ciencia no hay futuro. La ciencia, la investigación, es la herramienta más importante para que la sociedad crezca y avance.

– ¿Cómo va a vivir Agar Marín el 8-M?

Luchando y reivindicando la igualdad.

– ¿Qué mensaje le daría, como mujer y como investigadora, a cuantas sufren o han sufrido maltrato?

Qué difícil y qué duro. Que no están solas. Que estamos luchando a nivel multidisciplinar (universidad, asociaciones, centros de la mujer…) para protegerlas. Y que desde todos estos recursos podemos ofrecerles alternativas para que no continúen en la situación en la que están. La violencia que ejercen sobre ellas no es un problema de ellas, sino social: ¡Vamos a salir de esta juntas!

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