José Miguel Soriano del Castillo, Universitat de València y María Manuela Morales Suárez-Varela, Universitat de València
El talco, un mineral compuesto principalmente de silicato de magnesio hidratado y que presenta una gran capacidad para absorber agua, ha sido históricamente un componente importante para elaborar cosméticos y otros productos farmacéuticos. Sin embargo, en los últimos años se ha puesto en duda su seguridad.
El pasado 9 de julio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al talco como “probablemente cancerígeno”. La clasificación se sustentaba en una evaluación de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), realizada por un grupo de trabajo de 29 científicos de 13 países en junio de 2024.
Los resultados dieron lugar a un artículo en la revista The Lancet Oncology, y en 2025 se espera que la IARC publique una monografía específica.
Palabra de la IARC
La IARC es una agencia especializada de la OMS. Fundada en 1965 y con sede en Lyon (Francia), su principal objetivo es coordinar y llevar a cabo investigaciones sobre las causas del cáncer y desarrollar estrategias científicas de prevención. En sus monografías evalúa la carcinogenicidad de diversos agentes, incluidos productos químicos, agentes físicos y biológicos y mezclas complejas.
Actualmente, la IARC clasifica esos agentes en cinco grupos:
- Grupo 1: carcinógeno para los humanos. Existe suficiente evidencia de que el agente causa cáncer en las personas.
- Grupo 2A: probablemente carcinógeno para los humanos. Hay evidencia limitada en personas y suficiente en animales.
- Grupo 2B: posiblemente carcinógeno para los humanos. Hay pruebas limitadas en humanos y menos que suficientes en animales.
- Grupo 3: no clasificable en cuanto a su carcinogenicidad para los humanos. La evidencia es insuficiente en personas y animales.
- Grupo 4: probablemente no carcinógeno para los humanos. La evidencia sugiere ausencia de carcinogenicidad en humanos y animales.
Teniendo en cuenta esta clasificación y después de revisar exhaustivamente los estudios disponibles, el grupo de trabajo de la IARC declaró el talco como probablemente carcinogénico para los humanos (Grupo 2A).
Esta inclusión se basa en una combinación de evidencia limitada en personas, pruebas suficientes en animales de experimentación y evidencia mecanicista (enfocada en los mecanismos biológicos, físicos o químicos subyacentes) sólida de que el talco exhibe características clave de carcinógenos en células primarias humanas y sistemas experimentales.
Factores de riesgo del cáncer de ovario
Durante los últimos años, numerosos estudios han buscado una posible asociación entre la exposición de la zona perineal al talco y el cáncer de ovario. De cualquier forma, la Sociedad Americana del Cáncer establecía en 2019 que no existe una causa bien establecida para la mayoría de los casos. En ese momento se hablaba de dos hipótesis:
- El daño tisular y la subsiguiente reparación del ovario que ocurre durante cada ovulación podría aumentar el riesgo debido a errores de replicación genética durante dicho proceso de reparación.
- Este tipo de cáncer podría estar mediado por fluctuaciones en las hormonas generadas por el propio cuerpo, en general, o niveles más altos, de manera constante, de ciertas hormonas sexuales.
Aunque las probabilidades de que una mujer desarrolle cáncer de ovario epitelial pueden verse afectadas por una amplia gama de factores –como veremos a continuación–, se estima que hasta un 20 % de los casos se deben a condicionantes hereditarios, mientras que el 80 % restante es atribuido a razones idiopáticas (o sea, de origen desconocido).
Los principales factores de riesgo son el envejecimiento, un período menstrual prolongado (comenzar la menstruación antes de los 12 años o llegar a la menopausia después de los 52), la obesidad, el uso de terapia hormonal postmenopáusica, antecedentes familiares de cáncer de ovario, colorrectal o de mama y un historial personal de tumor de mama.
También incrementan las posibilidades, pero en menor medida, el historial reproductivo –el riesgo disminuye con cada embarazo a término en mujeres menores de 35 años–, el uso de píldoras anticonceptivas y ciertas cirugías ginecológicas como la ligadura de trompas o la histerectomía. A esta última lista ahora también habría que añadir la exposición al talco.
¿Y ahora qué?
Hay que tener en cuenta que el talco de grado cosmético actualmente forma parte de polvos para bebés, productos de higiene femenina, antitranspirantes, desodorantes, cremas, productos para el cuidado del cabello, lápices labiales, champús, productos para el afeitado, ungüentos para heridas, polvos para pies y protectores solares. Incluso es utilizado en aplicaciones médicas como la pleurodesis, un procedimiento para tratar derrames pleurales malignos.
Entre la población femenina, los polvos corporales con talco se depositan en el área genital-rectal, en los pies o los muslos, en toallas sanitarias, en ropa interior y para almacenar diafragmas. Además, hay que tener en cuenta que la exposición a través del tracto genital también puede producirse debido a que muchas marcas de condones utilizan talco como lubricante de superficie.
Así que, ante los datos recopilados por la IARC, estamos a la espera de una revisión de las políticas de salud pública a nivel europeo y mundial en torno a este producto.
José Miguel Soriano del Castillo, Catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universitat de València y María Manuela Morales Suárez-Varela, Catedrática en el área de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universitat de València
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.