El 15 de julio se cumplieron 20 años del fallecimiento del escritor chileno Roberto Bolaño, quien trasladó a su obra la huella que el horror dejó de un extremo al otro de Latinoamérica: desde los crímenes de la dictadura en Chile a la violencia en México.
Roberto Bolaño nació en Santiago, el 23 de abril de 1953, pero jamás vivió en la capital chilena durante su infancia. Hijo de un camionero y boxeador y de una profesora de primaria, el futuro literato pasó sus primeros años en las regiones costeras del centro del país.
A los 15 años, Bolaño decidió que “quería ser escritor”. A esa edad, junto con su familia, llegó a México. Fue durante ese mismo 1968 que el Ejército invadió la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Casco de Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional (IPN) como respuesta represiva a la demanda del movimiento estudiantil contra el autoritarismo del Gobierno de la época. Posteriormente, se produjo la Masacre de Tlatelolco.
El 2 de octubre, en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, soldados del Ejército y paramilitares del Batallón Olimpia abrieron fuego contra miles de personas que se manifestaban para protestar por la fuerte represión que el recién nacido movimiento estudiantil sufría bajo el mandato de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970). Más de 300 personas fueron acribilladas, según cifras no oficiales. Bolaño narrará este suceso en su novela Amuleto, publicada en 1999.
Para Catalina Forttes Zalaquett, doctora en Literatura y Lengua Hispánica de la Universidad de California y académica del Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, hablar de Bolaño es casi como hablar de Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, dos de los máximos referentes de las letras de América Latina.
“Bolaño es una figura, es una de las cumbres de la literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, especialmente después del fin de los años 60”, dijo Forttes.
La académica explicó que, si pensamos los años 60 como lo hace el crítico literario Fredric Jameson, quien señala que la década no acabó el 69, sino con el golpe de Estado de 1973 en Chile y el quiebre de las democracias en el Cono Sur, “nosotros estábamos buscando una gran novela que nos represente, un gran autor que nos represente y ahí aparece Bolaño”.
“Bolaño narra esa experiencia, pero lo hace en un registro que para nosotros fue sumamente innovador. Lo hace en clave posmoderna. ¿Qué quiere decir eso? Significa que él no se hace cargo de ninguna verdad. No promueve ninguna verdad. No lo hace desde el testimonio”, agregó Forttes.
Luego de cinco años en México, Bolaño decidió volver a Chile para ser parte de la defensa del Gobierno de la Unidad Popular encabezado por Salvador Allende (1970-1973). Bolaño llegó a Chile en agosto de 1973, un mes antes del golpe de Estado.
Salvador Allende en los ojos de Bolaño
Chile conmemora este 11 de septiembre 50 años del golpe de Estado y la instalación de la dictadura cívico-militar (1973-1990). En este contexto, se ha viralizado el extracto de una entrevista al escritor en Perfiles de dos Continentes, un programa de conversación argentino, donde Bolaño reflexiona sobre la figura de Salvador Allende.
“Allende para nosotros en aquellos años era más bien conservador. Lo que pasa es que la figura de Allende, en lo que a mí respecta, ha cambiado muchísimo a través del tiempo”, afirmó el autor chileno en la entrevista.
“Recuerdo, que hay un momento, el 11 de septiembre que estoy esperando que a me den armas para salir a luchar y escucho que Allende dice en su discurso poco menos que, viene a decir entre líneas, váyanse a sus casas ya pasará el tiempo y volverá el hombre nuevo a caminar por las Alamedas abiertas”, agregó Bolaño.
“En ese momento, a mí me parece algo terrible, casi una traición que nos hace Allende, cuando estábamos dispuestos a luchar por él solo los jóvenes. Y con el tiempo, creo, es una de las cosas que ennoblece a Allende, el evitarnos la muerte. El aceptar la muerte para él mismo, pero evitárnosla a nosotros. Yo creo que lo agiganta de una manera inmensa”, finalizó el escritor.
Memoria histórica y representación de la violencia
Para Forttes la importancia de la obra de Bolaño, especialmente para las izquierdas latinoamericanas, se debe a que necesitaba dar cuenta de la derrota. La académica explicó que una de las características de la literatura de Bolaño es que él va a dar cuenta no solo de la derrota, sino también de los horrores que siguieron a la derrota.
“La clave que él va a elegir es la representatividad de esos horrores, pero que en el fondo no se pueden representar. No hay lenguaje que pueda dar cuenta de esas experiencias”, señaló.
Forttes comentó que la literatura de Bolaño da cuenta del trauma. La mayoría de su obra está vinculada al horror y a la violencia extrema.
“Cuando Bolaño habla de la violencia, no solo triunfa la muerte, sino que se instala la muerte como paradigma, estético incluso. La muerte se instala como la maquinaria dominante. Y por eso hay tantas referencias a las formas de fascismo europeo, a las políticas de exterminio”, dijo Forttes.
Emilio Corales, licenciado en Lengua y Literatura de la Universidad Alberto Hurtado, explicó a Sputnik que una de las características principales del escritor chileno es la mezcla entre el cosmopolitismo y el retrato de la violencia en el continente. Esto, señala, queda retratado en dos obras claves de Bolaño: Estrella distante (1996) y Putas Asesinas (2001).
“Estos libros sirven para articular la reconstrucción de la memoria histórica y la representación de la violencia en Latinoamérica, uno como eje histórico y otro como cultural”, indicó Corales.
En la novela Estrella distante, el protagonista es un joven poeta que asiste a talleres literarios durante el Gobierno de Allende, pero que lo hace ocultando su verdadera identidad: es en realidad un sádico piloto de la Fuerza Aérea chilena que revela su naturaleza tras el golpe de Estado. En el centro se instala el horror de la tortura durante la dictadura y la idea de que tiene que morir una forma de sociedad para que pueda emerger otra.
‘Los detectives salvajes’ y la impronta de Bolaño
En 1998, Bolaño lanzó su icónica novela titulada Los detectives salvajes, que propone un recorrido ficcional por toda la historia personal de Bolaño desde su primera llegada a México con su familia en 1968 hasta su asentamiento en España.
Con la poesía mexicana y la figura de Octavio Paz en el corazón de la obra, la novela fue galardonada con el Premio Herralde de Narrativas Hispánicas, el XI Premio Rómulo Gallegos y el Premio del Consejo Nacional del Libro de Chile.
Los detectives salvajes tuvo un gran impacto generacional, afirmó Forttes, puesto que representa la “épica de ser joven” y se mezcla el cruce entre el arte y la vida, que es “superromántico”.
“El poeta que está en la ducha, que nunca deja de leer: [el personaje de] Ulises Lima leyendo en la ducha y se le mojan los libros. Es una parte del ser poeta. Yo creo que tuvo, por lo mismo, un impacto muy potente en nuestra generación. Si la generación anterior llegaba con Rayuela [popular novela de Julio Cortázar publicada en 1963] debajo del brazo, mi generación andaba con Los detectives salvajes debajo del brazo”, comentó.
“El tipo de novela que escribe Bolaño con Los detectives salvajes se parece mucho a Rayuela en el sentido de que es una novela de formación del poeta. Es una novela global, trasatlántica, en que une al de allá con el de acá, que se mueve por el mundo latinoamericano, incluso el mundo latinoamericano de Europa, como también lo hizo Cortázar”, agregó.
El autor póstumo
El 15 de julio de 2003, en el Hospital Universitario Valle de Hebrón, de Barcelona, España, falleció Roberto Bolaño a los 50 años, producto de una dolencia hepática degenerativa.
Tras la muerte de Bolaño, se publicó de manera póstuma la que es considerada la mejor obra del escritor: 2666.
Además, se han editado 10 libros póstumos, entre ellos, Sepulcros de vaqueros, que relata la experiencia del escritor en Chile durante el golpe de Estado de 1973, donde fue detenido y estuvo ocho días en prisión.
“Bolaño se transformó en una figura de culto. La cualidad de poeta, de estrella de rock, de artista que hasta el día de hoy conservamos, es absolutamente romántica”, consideró Forttes.
“Es un romántico y su obra también lo es. Y creo que por lo mismo ha sido tan difícil de imitar. Bolaño muere muy temprano y no alcanzó a conocer el tipo de figura en la que se iba a convertir. Menos mal para él, creo yo”, concluyó.