Rumbo al sueño americano en el lomo de la Bestia

Previo a que venza el Título 42, la regla pandémica que permitía a EE. UU. expulsar rápidamente a las personas que cruzan sin permiso, muchos migrantes van llegando a la frontera. Algunos van en tren.


Fotografías y Video por: Alejandro Cegarra / Texto por: Natalie Kitroeff y Alejandro Cegarra


Los migrantes se subieron a los vagones oxidados de un tren de carga hace tres días, con la esperanza de que esa fuera el último tramo de lo que parecía ser un trayecto interminable a Estados Unidos.

Ahora, mientras el sol del desierto chihuahuense caía, el cansancio dio paso al optimismo: se estaban acercando a la frontera. Estalló una ovación. Los adolescentes saludaban a los autos que pasaban.

“¡Viva México!”, gritó alguien.

Numerosos grupos de personas se han apresurado a llegar a la frontera en las últimas semanas, en vísperas de que expire una medida de salud de la época de la pandemia que Estados Unidos usó para expulsar rápidamente a los migrantes que cruzaran la frontera ilegalmente. La gente ha llegado en autobús, en su mayoría, y a veces en avión.

Pero en Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera con El Paso, Texas, los migrantes están llegando cada vez más en un tren de carga tan peligroso que se conoce como “la Bestia” o “el tren de la muerte”, pues muchos se han caído, perdido extremidades o han muerto.

Un grupo de migrantes de Venezuela van montados en el lomo de un tren de carga van rumbo a Ciudad Juárez, cerca de la frontera entre México y Estados Unidos.
El migrante venezolano Rubén Soto y la migrante hondureña Rosa Bello sobre el tren de carga.
La mayoría de los viajeros eran venezolanos y abordaron el tren clandestinamente en Ciudad de México, diciendo que era la única manera en que sabían que podrían llegar al norte.

La mayoría de los pasajeros del lunes eran de Venezuela y habían viajado durante meses para llegar a México, atravesando varios países y un tramo de selva brutal de 106 kilómetros de largo que conecta Centroamérica y América del Sur. En el camino, algunos fueron asaltados y secuestrados.

Abordaron el tren de manera clandestina en Ciudad de México y dijeron que era la única forma en que sabían que podrían llegar al norte. Las paredes de metal del tren estaban tan frías por la noche que era difícil dormir, y tan calientes durante el día que tocarlas con la piel desnuda era doloroso.

El sol del desierto no dio tregua, por lo que las madres se encorvaron para darles sombra a sus hijos o construyeron refugios improvisados usando lo que sea que llevaran para aliviar el calor.

Cuando, al mediodía del lunes, los límites de Ciudad Juárez quedaron a la vista, el ánimo mejoró. Una pareja joven de inmigrantes que se conoció en el camino se inclinó para darse un largo beso. Los niños pequeños gritaron, tal vez sintiendo la ligereza repentina de sus padres.


Tan pronto como las ruedas se detuvieron en el centro de Juárez, los migrantes salieron y arrojaron sus mochilas a sus compañeros de viaje que ya estaban en el piso. Unos hombres ayudaron a un padre a bajar con cuidado a su bebé dormido.

Como la mayoría de los migrantes que llegan estos días, esperan que su estadía en México sea breve.

Algunos migrantes dicen que han escuchado que la frontera estará abierta cuando la regla de salud de la pandemia, conocida como Título 42, expire el jueves por la noche. Otros creen lo contrario, que se cerrará por completo. Ninguna de las dos cosas es precisa y, sin embargo, independientemente de su punto de vista, muchas personas creen que no tienen tiempo que perder y se dirigen directamente a Estados Unidos.

Tan pronto como las ruedas se detuvieron en el centro de Juárez, los migrantes salieron y arrojaron sus mochilas a los compañeros de viaje que ya estaban abajo.
Migrantes venezolanos descienden de un tren de carga en Ciudad Juárez el lunes.
Migrantes venezolanos caminan cerca de las vías del tren tras llegar a Ciudad Juárez en un tren de carga.

Los operadores de refugios en México dicen que muchas de sus camas se han vaciado en los últimos días. La gente se ducha y come algo, pero luego se dirige a la frontera. Casas abandonadas que antes estaban llenas de tiendas de campaña ahora están casi vacías.

Dos sacerdotes locales que ayudan a albergar a los migrantes, Juan Fierro y Miguel González Ponce, estimaron que la cantidad de personas que vive en campamentos en las calles de Juárez se ha reducido en alrededor del 80 por ciento en las últimas semanas.

Los migrantes hicieron un campamento improvisado en Ciudad Juárez. Muchos campamentos se han vaciado a medida que más inmigrantes intentan cruzar la frontera en los últimos días.
Josué Miranda se lava los dientes en un edificio abandonado que los migrantes han estado utilizando como refugio temporal.
Ciudad Juárez se ha convertido en un importante punto de partida para las personas que buscan entrar en Estados Unidos.

Algunos migrantes que habían estado en el tren abordaron un autobús público que creían que los dejaría cerca de una sección específica de la frontera, donde otros se habían reunido. En cambio, quedaron a dos horas de camino.

Una niña de 13 años llamada Caroline dijo que solo quería ver a su madre, quien había emigrado a la ciudad de Nueva York meses antes. Dailimar, una joven madre de 18 años, cargó a su hija pequeña y caminó junto a su madre y media decena de familiares.

Un niño llamado Miguel, de 7 años, se abrió paso a brincos por el camino de grava, responsable de llevar una bolsa de plástico con algo indispensable: los pañales de su hermanita. Sus padres cargaban en brazos a sus hermanos menores y otras pertenencias.

“Mamá”, dijo Miguel, con sus brazos apuntando con intensidad hacia la valla fronteriza a la distancia, “¿nos vamos a Estados Unidos?”.


Resulta que realmente iban a Estados Unidos, o al menos a suelo estadounidense. Los migrantes finalmente encontraron el punto de cruce que estaban buscando y, como centenares de otros, cruzaron la frontera.

El río Bravo, que divide Estados Unidos y México, es poco profundo y tranquilo en algunas partes de Juárez, lo que lo hace fácil de atravesar. Una vez que las personas llegan a la mitad del río, técnicamente están en Estados Unidos.

Las autoridades estadounidenses colocaron alambre de púas a lo largo de la orilla del río, pero los inmigrantes lo cortaron y se concentraron en grandes grupos del lado estadounidense.

Miembros de la Guardia Nacional de Texas instalaron alambre de púas la semana pasada en la frontera entre Estados Unidos y México.
Migrantes venezolanos cruzan la frontera después de ver a otros migrantes usando una zona abierta en el muro de Ciudad Juárez, la semana pasada.
La puerta de entrada a un campamento improvisado donde los migrantes esperan para entregarse a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos antes del final del Título 42.

Ellos, al igual que los funcionarios estadounidenses, no tienen idea de qué sucederá exactamente cuando expire el Título 42. Por ahora se quedan donde están, durmiendo en el suelo, atrapados entre la frontera y el enorme muro que aún se yergue entre ellos y casi todo Estados Unidos.

Un grupo se dirige a la frontera de Estados Unidos, que está separada de Ciudad Juárez por el río Bravo. Aquí el río es angosto y tranquilo, lo que facilita el cruce.

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Sitio para nativos y migrantes digitales basado en la publicación de noticias de Tijuana y Baja California, etnografías fronterizas, crónicas urbanas, reportajes de investigación, además de tocar tópicos referentes a la tecnología, ciencia, salud y la caótica -y no menos surrealista- agenda nacional.

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