Experta advierte que prohibir algo en ocasiones estimula a las personas para hacerlo.
Que una persona escuche narcocorridos no significa que sea influenciado para presentar conductas delictivas, sin embargo, hay edades más vulnerables en las que la sociedad está más expuesta a normalizar conductas violentas pero combinada con varios factores y contextos.
De acuerdo con la Dra. Marina Alvelais Alarcón, Directora de la Escuela de Psicología de CETYS Universidad Campus Tijuana, los niños, niñas y adolescentes están más expuestos a ser influenciados, pero principalmente por su contexto socio afectivo, por la familia, los maestros, amigos, e incluso por sus ídolos o héroes.
“También tiene que ver con el alto consumo de violencia por los distintos medios de comunicación. Esta influencia puede reflejar la automatización de ciertos comportamientos, y cuando normalizamos estos comportamientos, cuando se presente un estímulo se responderá de forma automática, este bombardeo de violencia es la principal influencia”, respondió la académica.
¿Funciona prohibir música que promueva actos delictivos como medida preventiva?
La Directora de la Escuela de Psicología en Campus Tijuana, refirió que cuando se emplea la prohibición y castigo para evitar determinada conducta, esto puede despertar mayor incremento de la respuesta que precisamente se busca evitar.
“Hay un tema más profundo, que es el de quiénes son los que promueven este contenido violento, ya que la influencia negativa viene de lo más cercano a las personas, principalmente cuando están en etapa de desarrollo”, reiteró.
La Dra. Marina Alvelais refirió que existen estudios en musicoterapia donde se indica que hay patrones de sonido a los que las personas son más susceptibles y se convierten reforzantes en el cerebro. “No necesariamente influye la letra, porque cuando eres niño muchas veces no percibes los mensajes de violencia, sino más bien la tonada que es pegajosa, la repites y le pones letra que a veces ni entendemos, la sigues repitiendo, sin reflexionar”.
Sin embargo, dejó claro que los mensajes sí influyen en cierto grado y no es deseable que las infancias estén expuestas a contenido violento, ya que se vuelve repetitivo y normalizado para ellos.