Los psiquiatras franceses Christophe André y François Lelord comparten algunos consejos para manejar con eficacia personalidades complejas.
Una vez, charlando con un monje que vivía en la ciudad, me dijo que no hay razón para admirar a los místicos que se retiran a las montañas oa los meditadores que son capaces de pasar largas temporadas en aislamiento.
“Eso es lo más fácil del mundo”, declaró, para mi sorpresa. “Lo verdaderamente difícil es bajar al mundo y llevarse bien con los demás. Es en un vagón de metro lleno de gente malhumorada donde puedes medir tu nivel de espiritualidad”.
En el mismo sentido se pronunció Pema Chödrön, gran figura del budismo en Estados Unidos, cuando afirmó que “las personas difíciles son los mejores maestros”. Y, ciertamente, nuestro día a día suele estar lleno de oportunidades para relacionarnos con estos maestros que, cuanto menos, nos permiten practicar el arte de la paciencia.
Ya sea en el trabajo, en la familia o incluso entre nuestros amigos, todo el mundo tiene a alguien con quien no es fácil llevarse bien. ¿Cómo puedes mantener la calma y ganar puntos espirituales?
En su ensayo Les Nouvelles Personnalités difficiles (o Las nuevas personalidades difíciles) dos reconocidos psiquiatras franceses, Christophe André y François Lelord, brindan consejos específicos para cada perfil.
Parten de la suposición de que es imposible que todos estén siempre relajados, de buen humor y en sintonía con otras personas. Saber relacionarse con los demás significa también aprender a convivir con los aspectos más complejos del ser humano.
Las personas depresivas tienden a contagiar su pesimismo a quienes les rodean, y las paranoicas se ofenden ante cualquier trivialidad, por citar dos ejemplos. Pero, ¿cuándo podemos etiquetarlos como “difíciles”?
Los autores explican: “Cuando determinados rasgos de su personalidad son demasiado predominantes, o demasiado consistentes, no se adaptan a las situaciones y suponen sufrimiento para la persona y su entorno. Este sufrimiento es un buen criterio para diagnosticar una personalidad difícil”.
Veamos cómo podemos abordar, de manera práctica, algunos de los perfiles que muchas veces se consideran difíciles.
Límite. Este término a veces se usa erróneamente para describir la capacidad intelectual. En verdad, se refiere a personas que están al borde de la estabilidad mental. Son impulsivos y tienen frecuentes arranques de ira o peligrosas caídas en el desánimo. Cómo tratar con ellos: Como suelen ser hipersensibles, si se han pasado de la raya podemos censurar su comportamiento, el hecho en sí, pero nunca a la persona. Y hay que hacerlo desde la empatía, explicando cómo nos hizo sentir la situación.
Narcisistas. Conjugan la vida en primera persona y exigen ser el centro de atención. Si no tienen éxito, se vuelven groseros o intentan manipular a los demás. No podemos esperar reciprocidad de este tipo de personas. Cómo tratar con ellos: Además de elogiarlos cuando se lo merecen, hay que tener moderación cuando se mencionan los propios éxitos, porque no se toman bien los logros de los demás. En la medida de lo posible, evita criticarlos y llegar tarde a las reuniones, ya que suelen tomarlo como un insulto.
Ansioso. Este es un perfil muy común que incluye a personas con tendencia a preocuparse en exceso y con un afán de control que les hace sufrir, especialmente en momentos de cambio o inestabilidad. Cómo lidiar con ellos: aunque tienden a hacerse más daño a sí mismos que a los demás, sus miedos pueden ser exasperantes. Así, no debemos mostrarles la nuestra, para no agravar su problema, y hacerles saber que pueden confiar en nosotros. El humor puede ayudar a reducir la tensión en la que viven.
evitativo. Se llaman así porque evitan cualquier situación en la que puedan sentirse heridos o incómodos. Su miedo al ridículo les dificulta dar el primer paso. Tienden a tener problemas de autoestima y adoptan un perfil bajo, incluso cuando están más calificados que los demás. Cómo tratar con ellos: Necesitan que los escuchemos atentamente y les hagamos saber que valoramos su opinión. Esto hará que se sientan empoderados. Nunca te enojes con ellos ni bromees sobre su personalidad o comportamiento.
Pasivo agresivo. Son especialmente difíciles en el ámbito laboral, ya que disputan acaloradamente cualquier orden y rechazan las figuras de autoridad. Creen saber más de todo y se quejan de que no se les comprende. Cualquier trivialidad puede tomarse como una falta de respeto. Cómo tratar con ellos: La amabilidad es la mejor forma de tratar con este tipo de personas, además de pedir su opinión. No aceptan las críticas y discutir con ellos es inútil, ya que no son muy autocríticos.
Difícil no es igual a tóxico
El psicólogo español Rafael Santandreu está en contra de etiquetar a alguien como “tóxico”. En su opinión, no existen personas tóxicas, sino relaciones que se pueden calificar como tales. Cuando dos personas que no tienen nada en común o que no se llevan bien permanecen juntas, el vínculo se vuelve tóxico, pero estas mismas personas pueden establecer relaciones sanas con los demás, o en diferentes situaciones.
La psicología cognitiva sostiene que lo dañino es ver el mundo como tóxico, poniendo una barrera entre unas personas y otras. Lo que sí pasa es que todos a veces nos comportamos de forma tóxica o estamos donde no deberíamos estar, algo que se puede arreglar tomando conciencia, en lugar de culpar a los demás.
Francesc Miralles es escritor y periodista, experto en psicología.