¿Es la música en streaming un negocio sostenible?

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Antes de Internet, la única manera de escuchar una canción era a través de la radio o la televisión, o bien con el CD, casette o vinilo correspondiente.


Todo empezó en 1999 con la fundación de Napster, un sistema de intercambio peer-to-peer (P2P) o sistema de intercambio de archivos de música que, en su etapa dorada, logró amasar 70 millones de usuarios en todo el mundo. Además de facilitar que cualquier persona pudiera compartir música con otra, sirvió como primer aviso de lo que era capaz Internet en términos de conexión y comunicación. Dos años después de nacer, Napster acabó perdiendo la batalla legal contra discográficas y artistas que denunciaron que el servicio infringía el copyright de miles de canciones.

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Fuente: Wikimedia

La creación de Pandora Radio en 2004, el lanzamiento en abierto de Spotify en 2011 y, finalmente, la fundación de Tidal y Apple Music en 2015, conforman algunos de los hitos de la historia de la música en streaming, que, en 2015 y por primera vez, superó en volumen de negocio a la venta física de música en Estados Unidos, el mayor mercado del mundo para esta industria. Las cifras son similares en los principales mercados mundiales (Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, etc.) pero, ¿es la música en streaming un negocio sostenible?

De la cultura de la propiedad a la cultura del acceso

Napster iluminó un nuevo camino de utilidades en Internet (compartir a través de la red con cualquier persona del mundo), pero también introdujo en los usuarios la semilla de conseguir un contenido sin tener que pagar por él. Fue el inicio de las descargas ilegales, y no solo de música. Antes de Internet, la única manera de escuchar una canción era a través de la radio o la televisión, o bien con el CD, casette o vinilo correspondiente. A partir de Napster, tan solo bastaba el link o conectar con el usuario adecuado para hacerte con el último lanzamiento de tu artista favorito. Aunque el consumo musical pasó poco a poco de basarse en productos físicos a productos digitales, la filosofía seguía siendo tener un disco, aunque fuera un archivo descargado ilegalmente.

No obstante, la cada vez mayor penetración de la música en streaming ha supuesto una nueva transformación en cómo consumimos “el arte de las musas”. Ahora, por el precio de lo que cuesta un disco físico, podemos obtener una suscripción premium a servicios como Spotify o Apple Music, con la que, a cambio, tendremos a nuestra disposición en nuestro smartphone, tablet u ordenador, y en cualquier momento, un catálogo de millones de canciones. Es una nueva cultura del acceso que también se ha expandido exitosamente al formato audiovisual (con plataformas como Netflix, Hulu o Amazon Prime a la cabeza) y que tiene diversas implicaciones. La más obvia: que el modelo de negocio de la industria musical pre-Napster, basado en la venta física de discos, será cada vez más irrelevante. Es una tendencia que apuntan año tras año la mayoría de informes de ingresos de los principales mercados musicales, con la excepción del vinilo, que está viviendo un resurgir en el último lustro, aunque sus ventas sólo suponen un 2% del ingreso neto total. Por tanto, y ante esta situación, el modelo de negocio tradicional necesita un relevo. La pregunta está en si será el streaming ese reemplazo.

El streaming en cifras

Porcentaje de ingresos procedentes del streaming en Estados Unidos / Fuente: RIAA. Elaboración propia

Según la RIAA (Recording Industry Association of America), el pico de venta de CD’s se alcanzó en Estados Unidos en el año 2000. Se vendieron 943 millones de discos, que produjeron unos ingresos totales de casi 14.000 millones de dólares. Contando con la evolución del dólar y la inflación, serían unos 19.250 millones de dólares en el año 2014, que son los datos accesibles más próximos a 2015, momento en el que el streaming generó en Estados Unidos 2.400 millones de dólares. Recordamos que esta cifra ha supuesto que el streaming supere por primera vez en la historia a la venta física en Estados Unidos. En cualquier caso, como se aprecia, queda muy lejos de los ingresos en la etapa dorada del disco físico.

¿Cuánto gana un artista por cada stream de una canción? Depende del servicio, pero las cifras se sitúan, de media, en torno a los 0,0012 dólares por stream o reproducción, de los que un artista con discográfica obtiene un 20%. Haciendo números, harían falta más de un millón de reproducciones para que el artista logre una ganancia de 1.260 dólares. Y lograr ese volumen de escuchas no está al alcance de todos, y mucho menos de manera prolongada y recurrente en el tiempo.

La de la música en streaming es una historia que se está escribiendo ahora, pero, a día de hoy, no es un modelo de negocio sostenible como para sustituir al tradicional. Quizá nunca llegue a serlo y, posiblemente, el streaming se quede como un negocio que da acceso a otros dentro de la música (venta de merchandising, conciertos, copyright, etc.), es decir, que sea una parte de un todo más diversificado.

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