¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a los más pequeños? ¿A su desarrollo cognitivo y motriz? ¿A qué edad debe tener un adolescente un teléfono móvil propio? ¿Dónde está el equilibrio entre la adicción a los aparatos y las redes y el aislamiento tóxico del mundo moderno?
Si ser un buen padre o una buena madre nunca ha sido una tarea precisamente fácil, ahora, con la irrupción de una sociedad en constante movimiento, ultraprocesada, con estímulos incesantes e incontrolables que nos obligan a adoptar la rapidez como estilo de vida; y con una tecnología al alcance de todos que acrecienta la brecha digital generacional, ahora sí, lo de saber cómo educar a los hijos y no fracasar estrepitosamente se plantea como una misión imposible.
Porque hablemos de modernidad, de aparatos electrónicos, de redes sociales y de internet; y del eterno debate sobre las bondades y las miserias de todos estos elementos para con los niños y adolescentes. Quebraderos de cabeza sin fín.
No hay respuestas ni verdades absolutas para saber cómo enfrentarnos a las nuevas tecnologías, pero sí algunas pautas incuestionables para tener una mejor relación con este monstruo (¿el desarrollo?) y mantener la cordura y la salud física y mental. Y no solamente la de los más pequeños.
Almudena Ludet es una madre de 46 años de la ciudad de Toledo y tiene dos hijas de 12 y 9 años. Ella es bancaria y está acostumbrada a trabajar en la era digital. En casa, controlan, en la medida de lo posible, el uso de los aparatos a sus hijas. Hay horarios, son estrictos con los contenidos y ninguna de las niñas tiene teléfono móvil propio. Esa sería casi la noticia de este reportaje.
“En la clase de Raquel (la hija mayor) son 23 niños y solo cuatro, incluida ella, no tienen móvil” cuenta a Sputnik en una entrevista telefónica. “No sé cuándo le daré uno, pero creo que ahora no lo necesita. Probablemente cuando empiece a salir con sus amigos o venga andando sola del instituto”.
Las dos niñas, sin embargo, sí utilizan tablets en el colegio y en casa para estudiar. El programa Carmenta (2018-19) del Gobierno de Castilla-La Mancha es un programa de digitalización de las aulas mediante el cual los niños usan tabletas digitales en lugar de libros de texto en determinadas asignaturas. La mayoría.
A Almudena y a su marido no les convence, pero se adaptan. No les queda otra.
“Hasta ahora estoy despreocupada porque solo veo que se meten en vídeos de dibujos animados, pero me pueden engañar, claro, y pueden ver lo que les dé la gana. Usan la tablet para hacer deberes. Raquel se mete en su habitación cuatro horas y dice que se las pasa estudiando, pero no creo que invierta todo el tiempo en eso”.
La niña no tiene descargadas aplicaciones de ningún tipo salvo las necesarias para el curso escolar y el chat de Hangouts, por el que se comunica con sus profesores y compañeros de clase.
“Con eso también se despista, obviamente, porque le entran constantemente los mensajes de los amigos”. Almudena confiesa que le ha revisado los chats en más de una ocasión, pero que hasta el momento “son conversaciones normales, tonterías de niños pequeños“.
A la hermana pequeña, de 9 años, le han guardado la tableta durante las vacaciones de Navidad porque no tenía deberes. “Ha vuelto a sacar sus juguetes y a pasar el rato con ellos. Hacía meses que no les hacía ni caso”, cuenta su madre.
¿Qué provoca un móvil en el cerebro de un niño?
Según datos de la última encuesta sobre Equipamientos y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares del INE (Instituto Nacional de Estadística), el 66% (son 7 de cada 10) de los menores de 10 a 15 años tiene un teléfono móvil propio.
¿Qué supone para un país como España que haya más niños con móvil que sin él y cómo afecta a los menores? Es innegable que la digitalización ha traído consigo infinitos beneficios, pero también conlleva una serie de riesgos, y no, los niños de hoy en día no aprenden de forma diferente por el hecho de ser nativos digitales.
Su cerebro es el mismo que el de los niños que nacían hace 200 años y funciona de la misma manera. Somos nosotros, desde fuera, los que lo estamos manipulando de una forma diferente sin tener en cuenta las consecuencias corrosivas que puede conllevar para su futuro (y el nuestro como sociedad).
Verónica Pérez, psicóloga infanto juvenil del centro Raíces, especializado en psicología infantil respetuosa, es tajante: “De cero a seis años el cerebro está en pleno desarrollo y cualquier cosa que se haga va a permanecer durante la vida adulta. En esa etapa el impacto es muy grave y si se pueden evitar las pantallas casi por completo, mejor”, explica a este medio. La OMS recomienda que hasta los dos años los niños no utilicen dispositivos de ningún tipo.
A esa edad se forma la corteza prefrontal del cerebro, encargada de las funciones cognitivas. Se está formando la memoria, la atención y la capacidad para planificar y tomar decisiones.
La experta sostiene que “las pantallas son muy rápidas. Todo son estímulos que un juguete tradicional o un libro no tienen y el cerebro de un niño tan pequeño no está preparado todavía para asimilarlos”.
Los problemas derivados de una exposición abusiva y temprana a este tipo de aparatos son graves: depresión, hiperactividad, problemas de atención, sedentarismo, falta de creatividad o incluso dificultad para el desarrollo motriz son algunas de las más significativas y que ya se están notando de manera alarmante, más aún después de un periodo de confinamiento debido a la pandemia.
Un reciente estudio canadiense publicado en Jama Network Open sobre cómo afecta el uso abusivo de los dispositivos electrónicos a la salud mental entre jóvenes de 2 a 18 años, reveló que aquellos que pasaban más de dos o tres horas al día viendo televisión, frente a un videojuego o simplemente en la red a través de cualquier aparato, tenían tasas más altas de depresión, ansiedad, falta de atención o hiperactividad.
En España, antes de la pandemia, solo un 15% de los niños usaba dispositivos durante más de 90 minutos al día, pero tras el confinamiento, ese porcentaje aumentó hasta el 73%, por lo que las consecuencias pueden ser desastrosas y alarmantes.
“Somos personas pasivas en manos de la tecnología”, sostiene la psicóloga, que además, reconoce que ha notado en su consulta un cambio en los casos de acoso escolar: “El bullying empieza a desplazarse al entorno digital”.
La Fundación ANAR, una ONG dedicada a la defensa de los menores en situación de riesgo, ha elaborado un informe en el que sostiene que “la tecnología afecta ya en prácticamente todos los problemas que tienen los niños, niñas y adolescentes”, desde el acceso a contenidos inadecuados y “altamente perjudiciales” (pornografía, contenidos relacionados con trastornos de alimentación o acciones suicidas), hasta problemas de grooming (un adulto se hace pasar por menor con el fin de abusar de ellos), sexting o suplantación de identidad o violencia de género.
¿#SabíasQue en el #ciberbullying el 90% de los autores usa el teléfono móvil? A través de WhatsApps el 80,9%. No te sientas culpable. Cuéntalo, pide ayuda y defiende tus derechos sin violencia.
— Guardia Civil 🇪🇸 (@guardiacivil) January 3, 2022
900 20 20 10 Ayuda niños/adolescentes @FundacionANAR pic.twitter.com/4YoXBJX016
Esta misma ONG señala que otro riesgo crucial es la adicción a estos dispositivos, algo que corrobora la psicóloga: “Lo llamamos ‘adicción sin sustancia‘, porque genera los mismos efectos que una droga como la cocaína, pero es una adicción al porno, al teléfono, a las redes sociales…”.
¿Cuál es el papel de la escuela?
El Gobierno de España apuesta por la “alfabetización digital” y en la LOMLOE, también llamada ley Celaá, se insiste en tener en cuenta “el cambio digital” que “forzosamente” afecta a la actividad educativa.
Pero, ¿dónde están los límites y cómo gestionarlo de manera correcta con mentes tan moldeables?
Para Manuel Andrades, autor del libro Lo afectivo es efectivo, finalista de los premios Educa a mejor maestro de España y ganador del premio a mejor profesor de la Comunidad de Madrid por su labor en la escuela rural del municipio de Cabanillas de la Sierra, asegura a este medio que “la tecnología debe ir siempre acompañada de pedagogía” y que “la educación debe ser el arma para evitar los problemas que acarrean los niños debido a los aparatos electrónicos”.
⚠️Instrucciones para padres/madres/adultos sobre el buen uso del teléfono móvil en sus hijos/ashttps://t.co/b6bbbiHWek
— Fundación ANAR (@FundacionANAR) December 31, 2021
El docente cree que hay que fomentar la escucha, el acompañamiento responsable por parte de los adultos y trabajar en la gestión emocional: “No podemos dar una tableta a un niño para que calme sus emociones. Hay que ofrecerles alternativas para que disfruten y segreguen serotonina con otras cosas como el deporte, las actividades en la naturaleza o la lectura”.
Andrades reconoce que en la escuela observan problemas de autocontrol, falta de sueño, ataques de ira repentinos cuando les retiras el teléfono móvil e incluso a nivel psicomotriz: “en la grafía, en el trazo o en cómo se atan un cordón”.
“La tecnología nos hace seres más individuales y estamos renunciando al cerebro social”, sostiene. “Pero el cerebro necesita placer y lo busca a través de las relaciones sociales, así que si somos seres más individuales vamos a ser más infelices“.
¿A qué edad hay que darle un móvil a un niño?
Esta es la pregunta del millón, sin duda, pero como con todo, no hay respuestas absolutas porque cada menor es un mundo. Los expertos sostienen que depende del caso, de la edad, del contexto y de la madurez del niño, aunque tanto Manuel Andrades como Verónica Pérez coinciden en que los 12 o 13 años sería una edad apropiada para que un adolescente tenga su primer teléfono, siempre con un acompañamiento por parte de los padres o tutores legales y dando ejemplo responsable de uso: “Tampoco se puede luchar contra los elementos y vivimos en la sociedad que vivimos”, coinciden ambos.
Otra cosa es lo que opina el estadounidense experto en alfabetización digital Jordan Shapiro, que se ha hecho famoso recorriendo medio mundo con la promoción de su libro: The New Childhood: Raising Kids to Thrive in a Connected World (La nueva infancia: criar a los niños para que prosperen en un mundo conectado).
El gurú dijo hace poco en una entrevista: “Hay que darle un móvil a un niño antes de los trece años, cuando todavía se deja aconsejar”.
Qué habrá pensado la actriz española Penélope Cruz, que pocos días antes del clickbait de Shapiro, saltaba a las portadas de los medios internacionales, tras manifestarse muy crítica con la tecnología, reconocer que tiene una relación “extraña” con las redes sociales y asegurar que sus dos hijos, de 10 y 8 años, no tienen ni tendrán acceso a pantallas de ningún tipo hasta los 16 años.
Y ustedes, ¿con cuál de los dos modelos se quedan?