Los malos hábitos persisten; habría que lograr que la población haga ejercicio, cuide su alimentación, baje de peso y se haga chequeos regulares.
Cambios positivos en los hábitos de vida podrían evitar más de 90 por ciento de las afecciones cardíacas en México, pues estos problemas suelen ser secundarios a los de obesidad o hipertensión, consideró el académico del posgrado en la Facultad de Medicina, Álvaro Contreras Villaseñor, en el contexto del Día Mundial del Corazón que se celebró el pasado 29 de septiembre.
El cardiólogo recordó que nuestro país tiene el primer lugar en obesidad infantil y el segundo en adultos, para prevenir estas circunstancias es urgente impulsar más programas de educación en la salud, ya que si bien actualmente hay programas en las distintas instituciones de salud para mitigar esta pandemia los malos hábitos persisten.
“La gran mayoría de las enfermedades cardiovasculares son prevenibles con la modificación del estilo de vida; el sobrepeso y la obesidad implican una reducción en la esperanza de vida y en el número de años productivos, así como un aumento en el gasto en salud por paciente, esto sin contar con que la persona sea también diabética o hipertensa, que tenga osteoartritis, por ejemplo”, explicó el médico cirujano.
El cardiólogo intervencionista rememoró que el Día Mundial del Corazón fue promovido en el año 2000 por las organizaciones Mundial de la Salud y la Panamericana de la Salud debido a que los padecimientos cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo; hasta 2021 se estimaba que 520 millones de personas vivían con alguna de ellas.
Las tres principales manifestaciones de problemas a nivel del corazón, precisó, son la cardiopatía isquémica (se tapan las arterias del órgano), el infarto agudo al miocardio y el desarrollo de arritmias (late muy rápido o muy lento). Son los que tienen mucho mayor impacto en la sobrevida y calidad de vida de los pacientes, y una mayor diseminación en el orbe.
Se sabe que “en el ámbito mundial básicamente uno de cada tres adultos muere a consecuencia de una enfermedad cardiovascular, y de estos números hasta 85 por ciento son secundarios a infarto del corazón o a un problema a nivel del cerebro. Hablar de la prevalencia de arritmias o insuficiencia cardíaca es mucho más difícil”, estimó el experto.
Contreras Villaseñor añadió que una persona de 40 años tiene una probabilidad de 0.5 por ciento de tener fibrilación auricular, pero en una de más de 75 años esa cifra sube a 10 por ciento.
En sistemas de salud deficientes
El también investigador comentó que, entre 2016 y 2017, la tasa de mortalidad en tratamiento del infarto en México estaba cerca de 30 por ciento; sin embargo, en Alemania o Japón está en dos por ciento.
“Estos padecimientos son particularmente duros con los países que tienen deficiencias en la calidad de los sistemas de salud, porque la gran mayoría son prevenibles, pueden ser tratados con educación (hacer ejercicio, cuidar la alimentación, bajar de peso, chequeos regulares, etcétera). El problema es que nuestro sistema de salud ofrece el tratamiento cuando la enfermedad se manifiesta, algo complejo desde el punto de vista de logística y recursos”, indicó.
Por ello, Contreras Villaseñor enfatizó que se requiere de un programa de prevención, ya que año con año suben como primera causa de muerte las complicaciones asociadas a la diabetes, el corazón, y enfermedades degenerativas claramente prevenibles.
Sostuvo que, habitualmente, cuando se manifiestan los padecimientos cardiovasculares es imposible quitarlos, y lo que se hace es controlar, a veces muy bien y otras no tanto, su desarrollo.
Si bien, per cápita sería necesario que nuestro país contara con más expertos en cardiología, la principal labor de prevención debe iniciar con el médico general, pues es el primero que puede detectar si el paciente está aumentando de peso, si sus triglicéridos van para arriba o si fuma mucho, finalizó.